Los peligros del “efecto halo” en tiempos de redes sociales
¿Cuántas veces escuchamos frases como “es tan linda/o que no puede ser una mala persona”, “tiene buena apariencia, así que seguro es inteligente”, o “si es rico, no va a robar”? Este tipo de afirmaciones se conocen como el “efecto halo” y son las nos hacen juzgar a alguien a partir de las primeras impresiones que nos llevamos. El problema de esta acción es que si creemos que una persona tiene un rasgo positivo, esa impresión se extenderá a otros aspectos de su personalidad. Esto puede ser muy peligroso, especialmente en tiempos donde las nuevas tecnologías y redes sociales son tan preponderantes, dado que no siempre estas afirmaciones son ciertas.
Este fenómeno es uno de los 50 sesgos cognitivos más utilizados por todos nosotros (aunque sea de forma inconsciente) y que Elon Musk (Fundador e ingeniero en Jefe de SpaceX y CEO y arquitecto de Productos de Tesla, Inc; fundador de The Boring Company; y cofundador de Neuralink y OpenAI), insiste en hacer público para concientizar a la población que estos sesgos que limitan nuestro pensamiento crítico. Estas acciones nos llevan a pensar en base a estereotipos, es decir una conclusión preconcebida –positiva o negativa– acerca de un individuo, o un grupo de personas. El problema con los estereotipos es que agrupan a los seres humanos asumiendo creencias, o patrones de comportamiento, que generalmente no se corresponden con la realidad.
Entre estos sesgos, uno de los que debemos estar más atentos en estos tiempos es el “efecto halo”. Este término fue definido por el psicólogo y pedagogo estadounidense Edward Thorndike, considerado como uno de los antecesores de la psicología conductista, en un artículo titulado “El error constante en las calificaciones psicológicas” que se publicó en 1920. En el mismo Thorndike describe la llamada “Ley del efecto” a partir de un experimento en el que pide a oficiales del ejército que califiquen cualidades de los soldados y descubrió que los oficiales atribuían una valoración positiva, o negativa, partiendo de un solo rasgo.
Esto mismo puede aplicarse, 100 años más tarde, a la percepción que tenemos de las personas a través de las redes sociales, dado que esto nos puede llevar a creer que una “persona es exitosa”- o famosa- al ser bueno en algo, lo es en todo lo demás. Producto de este efecto, se puede llegar a confiar en falsos gurúes, por ejemplo, en temáticas económicas como “expertos en criptomonedas” que muestran sus supuestos logros financieros en redes, o comprar un determinado producto si un influencer nos los recomienda, a pesar que en ocasiones ni siquiera conoce ese producto y solamente lo promociona dado que una marca le paga para hacerlo.
Estas acciones se ven de forma diaria, e incluso pueden terminar en situaciones graves de estafas económicas o, peor aún, pueden afectar nuestra salud, dado que muchas veces se les llega a creer, casi de forma mesiánica, en todo lo que dicen cuando, en muchas ocasiones, opinan sin conocimiento del tema y hasta dan consejos médicos, sin ser doctores, con todos los peligros que eso conlleva.
Ante este escenario, debemos tomar conciencia tanto de los peligros como de las ventajas de tener conocimiento de estos sesgos para eliminar estereotipos y así favorecer el pensamiento crítico, la alfabetización digital y la diversidad. Es fundamental para todos nosotros ampliar nuestra inteligencia digital, e informativa, tanto para tener un mayor control sobre nuestras decisiones y acciones como para ayudar a los demás a utilizar de forma adecuada estas herramientas para lograr una mejor sociedad.
Consultora en comunicación. Autora de El desafío digital