Los interrogantes que suscita la llegada de Sergio Massa
Hay dudas sobre el grado de pragmatismo que podría aplicar el nuevo superministro de Economía para mitigar la crisis
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Si bien el mercado pareció darle la bienvenida a la inminente llegada de Sergio Massa al gabinete como superministro de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, el rediseño del gobierno nacional no disipa algunos interrogantes. Uno de ellos pasa por cuál será el margen político que tendrá el hasta ahora presidente de la Cámara de Diputados para no seguir expandiendo el gasto del Estado en medio de una previsiblemente creciente pugna distributiva. Otra pregunta guarda relación con las garantías para que la administración de Alberto Fernández no continúe siendo un escenario de disputas internas en la coalición gobernante.
Quizá por la triste fama que le han dado a Massa sus barquinazos políticos y por sus duras críticas del pasado al kirchnerismo y a La Cámpora, las desconfianzas mutuas entre los tres principales referentes del Frente de Todos podrían seguir a la orden del día.
El hecho de que Massa no hubiera podido desembarcar en el Gobierno a principios de julio, automáticamente después de la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía, obedeció, entre otros factores, a ese nivel de desconfianza que reina entre el Presidente, Cristina Kirchner y el dirigente del partido de Tigre. Estaba claro que Alberto Fernández temía terminar relegado al papel de un simple actor político de reparto con el ingreso de Massa a su gabinete.
Tres semanas después, la desconfianza de Fernández en Massa se vio forzosamente morigerada. ¿Qué ocurrió? Por un lado, se advirtió que, pese a sus muestras de buena voluntad para bajar el gasto público, Silvina Batakis no terminaba de convencer a los mercados ni a muchos dirigentes oficialistas. Por otro, el primer mandatario advirtió que había que poner fin a una creciente sensación de vacío de poder, aun al costo de tener que compartir el poder.
Fernández debió sacrificar el poco protagonismo que le quedaba, con el fin de dejar atrás aquella percepción sobre un vacío de poder. Una expresión particularmente desgraciada para cualquier gobierno de extracción peronista luego de la funesta experiencia que precedió al golpe militar de 1976.
Massa también debió ceder en sus pretensiones originales, que contemplaban un más fuerte achicamiento del número de ministerios y cambios tales como el pase de Juan Manzur de la Jefatura de Gabinete a la cartera de Interior, o de Wado de Pedro, de esta última al Ministerio de Justicia. Ambos funcionarios están hasta ahora ratificados en sus cargos.
Hay quienes en el oficialismo no se hacen grandes ilusiones con Massa, pero confían en que al menos logre evitar una derrota por goleada, como lo que se veía venir desde el momento en que los dólares informal y financiero traspasaron el nivel de los 200 pesos para superar largamente el umbral de los 300 pesos.
El escepticismo sobrevuela también a dirigentes de la oposición política. “Nada en la vida se puede esperar de un oportunista”, profetizó el senador cordobés de Juntos por el Cambio Luis Juez. Su temor es que Massa “venga a alargar la mecha de la bomba " para que esta le explote al próximo gobierno nacional. “El Presidente ha pasado a ser parte del decorado de un desgobierno”, sostuvo el diputado radical Mario Negri.
Las encuestas de opinión pública tampoco pueden reflejar mayor optimismo, teniendo en cuenta que la imagen del supuesto “salvador” de la Patria sigue por el suelo: según Jorge Giacobbe & Asociados, la imagen negativa de Massa es del 68,1%; su percepción positiva solo llega al 9,1% y su imagen regular es del 18,7%. Igualmente malas resultan las imágenes de Alberto Fernández (71,5% de imagen negativa, 14,8% positiva y 13,1% regular) y de Cristina Kirchner (70,3% negativa, 22,2% positiva y 6,5% regular).
Hay un dato de ese mismo sondeo, efectuado entre el 6 y el 9 de julio entre 2500 personas consultadas a través de dispositivos móviles, que parecería alentar un ajuste en el sector público. Frente a la pregunta “¿Cómo reducirías el gasto público?”, el 70,4% de los encuestados respondió “Echando empleados públicos”; el 18,2% dijo “Pagando tarifas más altas”; el 2% señaló “Bajando el monto de las jubilaciones” y el 9,4% no supo o no contestó.
El recambio ministerial anunciado ayer se produjo un día después de un encuentro entre la llamada Liga de los Gobernadores y el presidente Fernández. En esa reunión, los mandatarios provinciales peronistas le plantearon al jefe del Estado la necesidad de “tomar decisiones y pasar a una fase de acción”. Pero también expresaron su preocupación por posibles recortes en los fondos que reciben sus provincias.
¿Cuál será el margen político que, en definitiva, tendrá Massa con gobernadores que no dejan de presionar por no perder fondos y con una vicepresidenta de la Nación que, al igual que la agrupación La Cámpora, no estará dispuesta a dejar de controlar ningún rincón de poder?
En definitiva, el interrogante que subyace es hasta dónde llegará el supuesto pragmatismo del superministro de Economía.