Los inmigrantes juegan su rol en el separatismo de Cataluña
Aunque no votan en el referéndum independentista, sus aportes a la economía son utilizados para reforzar la causa de la separación de España
BADALONA, España
El creciente impulso de Cataluña hacia la separación de España ha sido algo contradictorio para Enrique Shen. En términos comerciales le ha ido bien. El mes pasado, antes de una manifestación gigantesca en la vecina Barcelona en apoyo a la independencia, Shen se quedó sin las banderas catalanas que vende como mayorista, porque los clientes se llevaron alrededor de 10.000 en tan solo una semana.
Pero como inmigrante que vino de Shanghai hace 20 años, le preocupa la manera en que los separatistas presentan sus argumentos en favor de la independencia, asegurando que hay una cultura nacional, un idioma y una identidad catalana que la separan de España. "Siempre es mejor ser parte de un país más grande; es lo mismo que tener una familia más grande que a uno lo ayude", dice Shen.
Los inmigrantes como Shen ilustran lo complejo de la identidad de Cataluña, donde ellos han contribuido a que la economía sea a la vez la más grande de todas las regiones españolas y la más diversa, junto con Madrid, con importantes poblaciones de musulmanes, chinos y otros.
En la elección regional que tendrá lugar en Cataluña el 25 de este mes, que podría convertirse en el referendo no oficial por la independencia, 1,5 millón de residentes de la región, de una población total de 7,5 millones, no podrán votar porque no son ciudadanos españoles.
Si bien estos recién venidos han tenido poca participación en el debate separatista hasta ahora, su número y sus aportes a la economía catalana han reforzado indirectamente los argumentos de algunos políticos en el sentido de que la región debe ocupar un lugar en la Unión Europea (UE) por separado de España. Con un producto anual de US$ 260.000 millones en productos y servicios, una economía catalana independiente sería mayor que la de una docena de los 27 miembros de la UE.
Ciudades como Badalona, al nordeste de Barcelona, en la costa del Mediterráneo, ilustran los desafíos sociales y económicos que enfrenta Cataluña, no importa cuál sea el resultado del impulso separatista.
El año pasado, esta ciudad, con una población de 220.000 habitantes, eligió un alcalde conservador de línea dura, Xavier García Albiol, "en parte debido a su visión polémica que vincula a inmigrantes de Rumania y otros países con el crimen y por prometer una postura más dura con la inmigración ilegal", dijo el Departamento de Estado de los Estados Unidos en un reciente informe de derechos humanos sobre España.
García Albiol es uno entre unos pocos políticos del gobernante Partido Popular del primer ministro Mariano Rajoy en ganar una elección en Cataluña. En acuerdo con sus colegas conservadores, García Albiol se opone a la separación y ha hecho acusaciones contra los inmigrantes en Badalona, al punto que ha sido demandado por incitar al odio contra la población rumana local.
"Un mal chiste"
"Un motivo por el que fui elegido es que la gente vio que estaba dispuesto a identificar un problema y a actuar para resolverlo", dijo García Albiol en una entrevista. "Una gran parte de los inmigrantes viene a trabajar, pero una pequeña parte también llega con la única intención de hacerse delincuentes, robar y hacer la vida imposible para sus vecinos." Concluyó que, para esa minoría, "la única solución es la presión policial, la acción judicial eficiente y, si es posible, mandarlos de vuelta a sus países".
Este año, García Albiol intentó infructuosamente bloquear la instalación de una nueva mezquita en Badalona. Las políticas inmigratorias del alcalde son un "mal chiste", dice Abdelkrim Latifi I Boussalem, que ayuda a manejar Amics, una asociación que ofrece enseñanza islámica y clases de árabe en Badalona.
Aún así, Latifi I Bousssalem, que dejó su nativa Casablanca, en Marruecos, hace 22 años, dijo que la municipalidad tuvo dificultades para absorber a los marroquíes y paquistaníes que son la mayoría de la población musulmana de la ciudad incluso antes de que García Albiol fuera electo. "Todos los partidos políticos mayoritarios muestran temor al Islam", asegura. "Nunca fue fácil, pero al menos otros políticos hablaban con nosotros y no decían simplemente que éramos un problema".
Latifi I Bousslaem sostiene que los inmigrantes recientes deben poder votar en el referéndum sobre la independencia: "No estamos aquí para diluir la identidad catalana, y estamos dispuestos a trabajar duro para comprender el lugar en el que vivimos, especialmente dado que Cataluña siempre ha sido un lugar de buena acogida y refugio".
Antes de la Segunda Guerra Mundial, la población de Cataluña era de alrededor de 2,9 millones, pero aumentó al doble en las décadas posteriores, cuando los españoles venían en masa a las industrias de la región desde zonas rurales más pobres.
Más recientemente, Cataluña ha estado a la cabeza de una ola de inmigración que comenzó a fines de la década de 1990, cuando España abrió sus puertas a millones de trabajadores extranjeros para sostener un boom liderado por la construcción. El boom terminó en 2008 con la crisis financiera mundial y el colapso de la burbuja inmobiliaria, y muchos de los inmigrantes han comenzado a irse o se vieron forzados a engrosar las filas de los desocupados españoles, que ahora representan el 25% de la fuerza laboral.
"Para la mayoría de los inmigrantes a los que ayudamos, su única preocupación es encontrar un trabajo, asegurarse de que tienen los papeles al día y poder cubrir su necesidades básicas", dice Fátima Ahmed, la vocera de Ibn Batuta, una asociación con sede en Barcelona que ofrece servicios legales y sociales a inmigrantes. Estas cuestiones, afirma, "están muy lejos de un debate político en el que no tienen siquiera derecho a voto".
De hecho, Artur Mas, presidente de Cataluña, dijo recientemente que no está claro si se permitirá votar en un referéndum formal sobre la separación a los inmigrantes legales.
Los sijes se cuentan entre los inmigrantes que expresan cierta empatía con el movimiento separatista, haciendo un paralelo con sus luchas en la India. Se estima que unos 13.000 de los 21.000 sijes que vinieron a España desde 2000, en su mayoría desde la región del Punjab, se han instalado en Cataluña.
Gagandeep Singh Khalsa, que habla español fluido pero prefiere el catalán, actúa como vocero e intérprete local para los sijes. "Me siento en armonía con la gente aquí -dice- porque hemos enfrentado los mismos problemas con la India por el Punjab que los que ellos tienen con España".