Los hermanos Grimm, en una edición inolvidable
Hay algunos libros que palpitan como si estuviesen vivos. Me refiero al objeto libro, antes incluso de ser leído. El momento en que lo percibimos en una librería como revelación de un mundo. Ocurre con algunos clásicos que reaparecen en ediciones "de lujo" sumando a la belleza de los textos delicadas texturas, letras doradas, señaladores sedosos. ¿Cómo no sucumbir a tenerlos entre las manos y espiar la felicidad de convertirlos en nuestra próxima –y prolongada– lectura? Le ocurre al personaje de Clarice Lispector en el cuento "La felicidad clandestina" cuando adquiere el libro que tanto espera y, apretándolo entre sus brazos, en privada emoción, advierte: "Mi pecho estaba caliente, mi corazón pensativo […]. Era un libro para vivir con él, comiéndolo y haciéndolo dormir".
No llegaría a tanto, pero la tentación es grande: se trata de la edición aniversario de Los cuentos de los hermanos Grimm (Ed. Taschen), a 200 años de su primera publicación. Su editor, Noel Daniel, eligió veintisiete relatos y, luego de una cuidada investigación, seleccionó bellísimas ilustraciones clásicas (algunas datan de la época, otras de fines del siglo XIX). Cada página es un póster, y al mismo tiempo, la memoria de cuentos imborrables.
Vale recordar que Jacob y Wilhelm Grimm no sólo se deleitaron con la emoción y crueldad de los relatos infantiles populares. Fundadores de la filología alemana, formados en biblioteconomía y derecho, se dedicaron a rastrear lo que Noel Daniel describe como "muestras de una poesía del pueblo, integrada en una tradición oral vernácula". Con afanoso empeño por comprender los humores de la gente, sus vicios y castigos, pasiones secretas, lazos de familia y curiosidad infantil, reescribieron historias ya inmersas en la tradición cuentística desde hace miles de años. "Cenicienta", por ejemplo, es uno de los cuentos más antiguos, de los que se han escrito setecientas versiones en todo el mundo. Una de las más famosas es la de Charles Perrault, con la calabaza, el zapatito de cristal y el hada madrina, utilizada por Disney en 1950. Pero como señala Bruno Bettelheim, la mayoría de las Cenicientas no tenían esa oportunidad "mágica", se las arreglaban solas para vencer a sus opresores. Los Grimm vuelven todo más intenso y cruel, y esto sucede en otros cuentos del libro, "El sastrecillo valiente", "Blancanieves", "Hansel y Gretel", "Los músicos de Bremen", etc. En esta versión, las hermanastras de Cenicienta "no se detienen ante nada" y llegan a cortarse un trozo de pie para que les quepa el zapato; y encima de la amputación por loco afán y mano propia, reciben un castigo que las priva de la visión.
Los hermanos Grimm siempre buscaban en las raíces de la lengua; en el cuento "El pescador y su mujer", conservaron el bajo alemán (diversificación de dialectos ocurrida en el siglo III) para resaltar expresiones y sonoridades de otros tiempos, señalando a su vez que partes de esta historia figuran en "Las mil y una noches" y que el tema de una mujer que lleva a un hombre al límite, remite a Eva y a Lady Macbeth. La voluptuosidad de la edición, con sus cubiertas violetas aterciopeladas, es un agregado táctil, no siempre al alcance de la mano, mejor dicho, del bolsillo.
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