Los estragos que no cura la vacuna
Un imponente acto de resignación colectiva empujó el regreso del kirchnerismo al poder. Dirigentes peronistas, parte del establishment y una porción decisiva de la sociedad sintieron que la situación económica era de tal gravedad que ameritaba recurrir a la facción política responsable de la crisis que, a su vez, había encumbrado en 2015 a Mauricio Macri.
Esa suerte de amnistía se edulcoró con la esperanza de que "volverían mejores", bajo la guía del moderado Alberto Fernández, cuya promesa tácita consistía en ejercitar las objeciones al modelo de Cristina Kirchner que tan claramente expresó en público durante los años de divorcio entre ellos.
Casi un año después la máscara del kirchnerismo 2.0 se derrite, con el país en pausa desde la llegada de la pandemia. El derrumbe económico-social-institucional disparó los índices de pesimismo en la sociedad argentina, habituada al catastrofismo. La pérdida de expectativas se traduce en la fiebre del dólar, el cierre de empresas, en la suba de los trámites para emigrar o en acciones desesperadas, como tomar terrenos descampados antes de que sea otro el que los ocupe.
La Argentina se dirige a un año de caída récord del producto bruto y del empleo. Llegó a 40% de pobreza en una tendencia sin final a la vista. El capital extranjero nos borra del radar. El Banco Central alambra la bóveda de las reservas cuando ya casi no queda nada. Volver al punto de partida del último día de la presidencia de Macri en términos de riqueza y desarrollo –por pésimos que eran esos números- se asemeja hoy a una utopía.
La culpa es de la pandemia, se justifica el Gobierno, y es innegable el impacto devastador aquí y en el mundo del desastre sanitario. Pero la explicación persigue distraer la mirada de lo que hicieron Fernández y su equipo en la lucha contra lo inesperado.
Desde marzo hasta aquí, se congeló la economía con una cuarentena XL, sin terminar nunca de adoptar una estrategia eficiente de rastreos y limitar así el tiempo de encierro y la parálisis de la actividad. Se desempolvó el viejo manual del kirchnerismo: contención social con fondos del Estado. Si se seca la caja, se buscan nuevas, sin reparar en sus consecuencias. Siempre hay alguien que puede poner más. Los planes económicos son malos por definición; mejor, improvisación y contabilidad creativa. ¿Faltan dólares? Se refuerzan los cepos y se mantienen los aeropuertos cerrados. La pérdida de confianza se ahondó tanto que ni siquiera el mayor logro de la gestión económica, como fue el canje de deuda, logró que el país regresara a índices de riesgo tolerables.
La vuelta al kirchnerismo clásico dinamitó la fantasía de un diálogo multipartidista. Poco a poco, el Presidente se encargó de romper los lazos de empatía con los dirigentes opositores que coincidían en la necesidad apremiante de un pacto para esquivar la ruina.
Un gobierno que posterga sin plazo el programa para encauzar la economía se embarca, sin embargo, en una cruzada para reconstruir el Poder Judicial y castigar a los jueces que investigaron a la jefa del Frente de Todos. La Corte acaba de ponerle un freno, pero es solo una batalla.
La desilusión de muchos de quienes quisieron creer en la evolución kirchnerista potencia la ansiedad oficialista. Un proyecto que expulsa a quienes considera ajenos, que tiene vocación de reformar las instituciones bajo criterios facciosos y que aspira a regular al máximo los negocios y la actividad económica necesita poder. Y el poder requiere una posición sólida ante la opinión pública.
Por eso la presión interna aumenta sobre Fernández. En la división del trabajo con Cristina, a él le correspondía proveer resultados: salir de la recesión, bajar la pobreza, partir a la oposición, reformar la Justicia. El virus que trastocó la agenda también avanza de manera trágica, a pesar de la contención temprana que habían logrado las políticas oficiales.
Hay que esperar a la vacuna, insisten en el Gobierno. ¿Alcanzará con una proeza bioquímica para desterrar el virus de la decadencia sistemática de un país empecinado en aplicar recetas fallidas que ya probó?