Los empresarios deben hacer escuchar su voz
Entre las cuestiones cruciales que el país afronta en estos momentos, se encuentra la actitud del empresariado respecto a su relación con el Gobierno y al compromiso con el desarrollo de la Argentina.
Muchos empresarios optan por hablar en voz baja y omiten hacerlo en forma pública por miedo a represalias; o acatan órdenes emitidas verbalmente por funcionarios del Gobierno, como el reciente boicot publicitario del que son víctimas los medios de comunicación. Incluso, llama la atención que empresas multinacionales provenientes de países que defienden la libertad de expresión y la libre competencia acaten en la Argentina estas restricciones arbitrarias y contrarias a la necesaria transparencia en los negocios que actúan contra el derecho al acceso a la información de toda sociedad democrática.
Asistimos al intento por parte del Gobierno de callar todas las voces que no se correspondan con su relato oficial y de cercenar la libertad de expresión.
No se dan cuenta quienes avalan estas actitudes que con el silencio privilegian el corto plazo, quizás alguna ganancia inmediata, pero que actúan en contra del desarrollo de sus intereses en el largo plazo ya que el crecimiento depende en gran medida de contar con un ambiente amigable en el que se respeten las instituciones. Es nuestra responsabilidad denunciar los casos en que no se respetan las reglas de juego, aún a riesgo de recibir revanchas del poder de turno.
Muchas cosas cambiarían si nos diéramos cuenta de que el país no es un lugar de paso, sino que es el hogar donde uno vive y donde queremos que se desarrollen nuestros hijos. La propia casa se construye con una mirada de largo plazo y es un lugar que se comparte con otros.
Por eso, no deberíamos consentir una visión que se reduzca a la de amigo/enemigo y la posición de destruir a quien no suscribe con sus palabras o con su silencio el mentado relato. Lejos de esa confrontación, la Argentina necesita del respeto y del consenso en las diferencias, del trabajo conjunto hacia una meta que beneficie a todos dentro del marco legal vigente.
El arte de gobernar debería basarse en la escucha amplia y en permitir dirimir las diferencias en un sano debate posibilitando la convivencia en el disenso para generar un verdadero progreso. presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel,
Cuando la gente acuerda algo pone el respeto como el primer valor. Si no hay respeto no se puede edificar nada perdurable. El respeto significa el reconocimiento del otro, de los derechos del otro a expresarse y a hacerse oír en el convencimiento de que el otro es una persona que puede aportar desde las diferencias. Si dialogamos y nos abrimos a ese aporte, algo nuevo y bueno nace entre dos posturas.
La Argentina necesita de un empresariado que pueda mirar lejos para diseñar nuestro futuro, para establecer metas que se puedan cuantificar y auditar en el corto, mediano y largo plazo, para definir objetivos claros y hacerlos realidad en un liderazgo amplio y compartido.
Resulta indispensable participar en la construcción de una agenda de largo plazo para el país, sobre la base de un diálogo sincero que apunte a crear puentes de colaboración entre el sector público y el privado, en una sociedad basada en la confianza, que practique y promueva los valores de la libertad, de la responsabilidad social, la libre empresa, la iniciativa y la propiedad privada, el trabajo genuino, y que impulse la inversión. Para que esto suceda, los empresarios tenemos el desafío de volver a testimoniar el poder transformador de la libertad de expresión.
Es una responsabilidad que no debemos delegar si queremos reconstruir los valores de nuestra sociedad, superar los difíciles momentos que atraviesa nuestra Nación y vivir en una democracia participativa.
El primer paso es saber escuchar y respetar la opinión de los demás, hacer oír y respetar la opinión de cada uno y perder el temor a expresar las propias ideas.
Cualquiera sea la consecuencia a corto plazo de expresar libremente el pensamiento de cada uno, es mejor que legar a nuestros hijos una sociedad sumida en el silencio del miedo. Tengamos el coraje de dar ese testimonio en defensa de los valores que hicieron grande a la Argentina.
Desde el ámbito en que nos toque actuar, ya sea como empresarios, como políticos o como ciudadanos, ésa es la tarea y la responsabilidad que nos compete y que no debemos ni podemos eludir.
© LA NACION