Los dilemas económicos que plantea el coronavirus
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) es producida por un virus para el cual aún no contamos con una vacuna ni con un tratamiento médico. La dinámica de la enfermedad es tal que, en la ausencia de intervenciones no farmacológicas (INF), como el asilamiento masivo, sobrecarga los sistemas sanitarios. Por tal motivo, muchos países implementaron INF muy estrictas. Afortunadamente, Argentina las adoptó lo suficientemente temprano como para tener tiempo de adaptar su sistema de salud y de pensar e implementar una estrategia epidemiológica menos costosa económicamente.
Las INF universales son económicamente costosas porque reducen la posibilidad de trabajar para muchas personas. También restringen la capacidad de operar de una gran parte de la economía (turismo, entretenimiento, comercio). Por ejemplo, si las horas trabajadas cayesen 30%, la caída en el ingreso del país podría ser de 20% por cada mes en el que estas INF estén vigentes.
Esta situación genera una importante demanda de liquidez. La gente y las empresas buscan activos líquidos para poder seguir pagando sus costos fijos (consumo en los hogares, salarios en las empresas) mientras sus ingresos caen transitoriamente por el efecto de las INF. Dado que las empresas tienen una liquidez limitada, de persistir las INF actuales, es probable que muchas empresas no puedan sostenerse y que el desempleo se dispare. Esto no sólo aumentaría la contracción económica, sino que demoraría la recuperación. La persistencia de las INF podría llegar a generar una situación social muy delicada ya que es mucha la gente que perdería sus ingresos. Este es un desafío al que se están enfrentando los gobiernos de gran parte del mundo.
Dado que las empresas tienen una liquidez limitada, de persistir las INF actuales, es probable que muchas empresas no puedan sostenerse y que el desempleo se dispare. Esto no sólo aumentaría la contracción económica, sino que demoraría la recuperación
Para poner en perspectiva el costo de las INF universales que se están adoptando en muchos países, durante la gran depresión, entre agosto de 1929 y marzo de 1933, el ingreso global cayó 27% en un lapso de tres años.
Es claro que las INF universales actuales solo pueden ser medidas temporarias, pero levantarlas completamente no parecería ser una solución. Modelos epidemiológicos predicen que, si se levantan las restricciones vigentes mientras no se haya cruzado el umbral de inmunidad colectiva, el brote epidémico podría resurgir. La inmunidad colectiva o de rebaño se refiere a una situación en la que suficientes personas, en una población dada, adquieren inmunidad contra una infección para poder detener eficazmente la propagación de dicha enfermedad.
¿Qué hacer? Una opción para contener el COVID-19 es desarrollar INF dirigidas a grupos específicos: personas infectadas, personas con alta probabilidad de estar infectadas y personas vulnerables. Así, más personas podrían realizar sus actividades normales y se minimizaría el impacto en la economía.
La gran velocidad del avance de la pandemia hizo necesaria la toma de decisiones con escasos datos epidemiológicos en tiempo real. Necesitamos invertir en estrategias de testeo que permitan administrar más eficientemente las INF. Probablemente, esto requiera testear la presencia del virus en muestras estadísticamente representativas de la población y contar con más información sobre las personas testeadas (donde viven, edad, comorbilidades con COVID-19). También sería útil testear quién ya ha tenido la enfermedad para conocer la historia de la epidemia. Estos datos permitirán desarrollar modelos epidemiológicos más precisos para predecir el desarrollo de la epidemia, la demanda de camas hospitalarias y la efectividad de las INF. Entender mejor el curso de la epidemia permitirá disminuir su en vidas y su impacto en la economía.
La política actual con INF universales lleva a los gobiernos a adoptar medidas económicas transitorias de cuidados paliativos a la economía. En muchos países emergentes sin acceso al crédito estas políticas son difíciles de financiar. Hoy cuentan con el beneficio del aumento de la demanda de liquidez que permite a sus bancos centrales inyectar dinero prestándole al gobierno o al sector privado. Sin embargo, esta es una medida efectiva si se usa por una única vez, ya que no puede sostenerse en el tiempo sin eventualmente generar inflación.
En conclusión, las políticas de intervenciones no farmacológicas adoptadas en muchos países del mundo protegen vidas porque permiten demorar la saturación de los sistemas de salud, pero son muy costosas económicamente. Sería recomendable una fuerte inversión en una estrategia de testeo con un criterio estadístico y epidemiológico que permita una mayor efectividad del uso de presupuestos muy limitados. De esta forma, se podría aprovechar la ventana de oportunidad que nos dan las INF vigentes. El retorno social del uso del tiempo y de los recursos de esta estrategia es inconmensurable.
Neumeyer y Hevia son profesores de Economía en la Universidad Torcuato Di Tella