Los ciudadanos quieren diálogo y acuerdos
La mayoría de los análisis que se han hecho en las últimas horas sobre la elección del domingo se centran en torno de los dos candidatos que el 22 de noviembre próximo competirán nuevamente. Esta vez de manera definitiva.
Si uno hace foco en la compleja realidad argentina -no sólo económica- y en la delicada situación institucional que vivimos, con un futuro legislativo y político ciertamente fragmentado, podemos leer el resultado de este domingo desde otro ángulo; desde un mensaje que las urnas han dejado para que los candidatos y sus entornos de decisión tomen debida cuenta y no vuelvan a cometer los mismos errores que les impidieron liquidar el pleito en la primera vuelta.
Ese mensaje tiene que ver con el final de Cien años de soledad: "Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra".
El mensaje de millones de votantes podría sintetizarse así: tienen una última oportunidad para demostrar cabalmente que quieren una Argentina distinta, de diálogo, de construcción conjunta de un destino nacional compartido, con paz e igualdad, sin exclusión de ninguna naturaleza. No habrá otra oportunidad.
El pueblo argentino ha sido tolerante y agradecido con la presidenta de la Nación. Y las condiciones internacionales fueron favorables. Le han sido dadas todas las chances y ella equivocó la lectura de esas circunstancias: confrontó, enfrentó, dividió, maltrató, persiguió, ninguneó. Muchos sectores sociales argentinos fueron blanco de ese método destructivo.
A nivel mundial también aplicó esa metodología que, en la espuma, parecía beneficiarla a partir de su discurso "revolucionario", pero que llevó al país a otra decepción después de contar con años de viento de cola.
La mitad o más de la población agradece sinceramente a la Presidenta algunas medidas positivas. Pero el domingo gritó bien fuerte que desea otro clima. Desea convivencia, desea construcción entre todos, desea, en fin, trabajar, estudiar, pasear, vivir en paz. Cristina Kirchner no escuchó ese mensaje por aquello, quizá, de que quien más habla menos escucha.
Y la ciudadanía puso en evidencia, a la vez, que quiere que los contendientes que quedaron en pie sellen ese nuevo camino que creará el clima propicio para empezar una nueva etapa de convivencia.
No se trata, tan sólo, de un deseo popular basado en el cansancio que tantos años de odios y rencores han provocado. Es un mensaje basado en el análisis más crudo y sencillo de la realidad que viene: fragmentación, división que obliga al diálogo para el acuerdo.
Los protagonistas de la segunda vuelta -y las otras fuerzas que participaron el domingo- tienen evidentemente la oportunidad, última, de sellar compromisos elementales. Quien lo haga, quien sea capaz de convocar a un gobierno de amplia coalición y -sobre todo- de anunciar un gabinete surgido de esos acuerdos, tendrá el reconocimiento del pueblo, que ha dado esta última oportunidad.
Ex presidente de la Nación
lanacionar