Los británicos se contradicen por las islas
En estos días murió Rauf Denktash, quien lideró la secesión de una parte de la isla de Chipre. Es tal vez un recordatorio de que hay una vertiente de la temática de las islas Malvinas, que involucra a Chipre, que es favorable a la Argentina, y a la cual sin embargo no se le saca provecho diplomático.
Una de las visitas de Denktash a las Naciones Unidas en Nueva York tuvo lugar poco después de la Guerra de Malvinas. Como siempre, iba para abogar por la causa del sector turco de Chipre, en contra no sólo del sector griego y de Grecia misma, sino de las potencias que, como el Reino Unido, exigían la reunificación del país.
Como periodista argentino en Estados Unidos pude obtener una entrevista con él en la ONU. Le hice algunas preguntas generales sobre la cuestión chipriota para pasar rápidamente al conflicto por las Malvinas. Lo consulté entonces acerca de si la Argentina podría esgrimir contra el Reino Unido el argumento de que su postura en cuanto a Chipre era exactamente la opuesta a la que adoptaba respecto de las Malvinas.
Porque el caso es que el Reino Unido afirmaba que en Malvinas actuaba sobre la base de los deseos de los habitantes, mientras que en Chipre los deseos de los lugareños no tenían para los británicos peso alguno. Y eso a pesar de que en el norte de Chipre los habitantes también tenían deseos, como mi entrevistado siempre señalaba: no volver a verse sumergidos en la mayoría griega.
Denktash, un señor corpulento de rostro rozagante, contestó sólo con una gran sonrisa. Si le vio una falla al argumento, o consideró que podría ser inconveniente para sus propios intereses, no lo dijo. Tampoco incluyó ese razonamiento en sus diversos discursos. Al tiempo tuve la ocasión de plantearle la misma idea al entonces canciller argentino, Dante Caputo, durante una rueda de prensa en la sede de la misión argentina ante la ONU. Caputo también respondió con una sonrisa.
La respuesta de Londres, si se llegara a esgrimir el argumento de la contradicción en sus posturas, es fácil de adivinar: alegaría que los casos de Malvinas y de Chipre son distintos porque los turco-chipriotas sólo sostienen su separatismo gracias a la intervención armada de Turquía. El contraargumento argentino es obvio: también es la fuerza militar, en este caso la británica, el origen y el sostén del status quo en Malvinas.
La verdadera razón de la diferencia de actitudes del Reino Unido es que, por ser el ex dueño colonial de Chipre, es uno de los garantes de su unidad, mientras que en Malvinas primó una razón de otro ámbito: la brillante oportunidad política que ese conflicto le daba a la entonces primer ministro.
En cuanto a Argentina, es posible que no quiera emplear el argumento planteado porque Buenos Aires tampoco ha reconocido a la parte turca de Chipre (sólo Ankara lo ha hecho); en la fuerza multinacional de paz en la isla, hace décadas que comenzaron a actuar codo a codo soldados argentinos y británicos.
Chipre es un caso más útil que el similar de la isla Diego García, porque Inglaterra podría afirmar que cambió de actitud desde que echó a los habitantes de esta última avasallando sus deseos. Malvinas y Chipre son casos que se mantienen.
Al Reino Unido no le arredran las acusaciones de estar actuando colonialmente en Malvinas. Pero los ingleses le temen al ridículo. Por eso puede hacerles alguna mella, a falta de otros medios conducentes, difundir lo ridículo que es sostener dos posiciones contrapuestas al mismo tiempo.
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