“Los años locos” de hace justo un siglo están de vuelta para romper viejos esquemas
En especial en la moda, pero también en cierta inquietud social, el eco de la época de entreguerras se siente con fuerza en el presente
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Los locos años 20, además de representar un momento central para la cultura –con el apogeo del jazz y el cine– también tuvieron un efecto de renovación trascendental para la vestimenta. Ese fue el tiempo donde, sobre todo las mujeres, comenzaron a transformar los modos de llevar y usar la indumentaria, el calzado y los accesorios. Transformaciones que no se dieron de un día para el otro, pero cuando llegaron lo hicieron para quedarse y cambiar la historia de la moda para siempre.
Una de las variaciones más significativas fue la incorporación del pantalón al ropero femenino, algo que ya había sido visto en la década anterior, cuando por ejemplo Gabrielle Chanel (después llamada “Coco”) comenzó a tomar prestados los de tipo ecuestre, en su estada en la morada de Étienne Balsan. Luego llegaría el hábito cada vez más expandido de los pantalones usados por las mujeres que practicaban deporte, con primacía de las ciclistas y quienes hacían alpinismo o automovilismo. Sin embargo, tal cual lo expresa Christine Bard en Historia política del pantalón, los modelos de uso cotidiano todavía eran anchos y acampanados, más parecidos a una pollera y recién hacia la segunda mitad del siglo XX es cuando, según la autora, su postura comienza a naturalizarse en coincidencia con las mujeres que los llevaron en la Segunda Guerra Mundial.
Nacen las It girl
Otro de los hitos de ese tiempo fue la eliminación definitiva del corset. Y si bien el diseñador francés Paul Poiret fue el emblema en esa travesía, también el español Mariano Fortuny hizo lo propio con la propuesta del vestido Delphos y la inclusión de la técnica del plisado que permitió que las prendas fueran menos ajustadas y con más posibilidades de movilidad. Lo cierto es que esa estructura opresiva, en lo literal y simbólico, que incluía el corset, usado por las mujeres hasta ese momento, se tornó un elemento obsoleto, reemplazado por atuendos sin ataduras que en lugar de realzar el busto y las caderas hicieron lo posible para disimularlas.
Aunque, y en ese contexto, la rebeldía más explícita llegó a Occidente con las denominadas flappers: las jóvenes que se manifestaron a través de nuevas propuestas estéticas para el tiempo de la posguerra. Sobre todo en Estados Unidos, se caracterizaron por llevar el pelo a lo “bob” (bien corto y simétrico), faldas más abreviadas, vestidos rectos y abundante maquillaje. Claro que la decisión en la vestimenta estuvo acompañada de actitudes que se salían de los cánones de época; las chicas flappers fumaban, bebían alcohol y conducían automóviles, entre otras acciones que contrastaban con las de las generaciones anteriores.
Las más célebres, sin dudas, fueron Louise Brooks, actriz icónica del cine mudo y Clara Bow, quien le dio origen al término it girl al haber protagonizado la película con esa denominación: It. No obstante, para una buena aproximación al estilo que usaban, hay que ver The Flapper con Olivia Thomas, el film de 1920 que mostró cómo eran y vivían esas mujeres.
¿Nuevas flappers?
A más de cien años de esas expresiones y si bien en la mayoría de los casos los cambios en los modos de vestir continúan vigentes, incluso con opciones más difundidas o sofisticadas en los usos, todavía resulta sintomático que si una mujer lleva un pantalón en una situación no habitual como puede ser la de una novia en un casamiento, ese gesto genere dudas o cuestionamientos en cuanto al deber ser vestimentario. Lo mismo sucede con el eterno retorno del corset, que volvió y se convirtió en una prenda fetiche para jóvenes millennials y centennials, más que nada en el ámbito del show businnes. Dato que se escapa de las pantallas y se empieza a ver en la calle.
Con diferencias en la hechura y los materiales, las actuales líderes del mercado musical, ya aparecieron con ese atavío. Por caso, las cantantes pop argentinas del momento, Tini Stoessel y Lali Espósito, se mostraron con esa prenda en los últimos meses; lo mismo personajes de la escena fashion como las hermanas Bella y Gigi Hadid, que más allá de haberlo hecho en el marco de la reciente gala del Met donde se homenajeó la moda norteamericana, al momento de elegir, optaron por esta polémica prenda. Aunque vale aclarar que existen notables diferencias con el uso anterior, más que nada por el rol que ahora tienen estas mujeres: cómo piensan, actúan y se posicionan en sus carreras, algo que indudablemente contrasta con lo que sucedía a fines del siglo XIX.
Por supuesto que el siglo XXI también trajo sus propias transformaciones en la indumentaria. Y si la pregunta es cuáles son las nuevas flappers, las de esta era, la cuestión inevitablemente deriva en la presentación de la colección Chanel 2022 que se hizo en enero pasado en París. De esa pasarela, como es usual para la marca, no solo participaron modelos, sino también celebridades, y fue Kristen Stewart –reconocida por la saga Crepúsculo y por su papel en Spencer (biopic sobre Lady Di)– la que vistió un singular atuendo que inmediatamente quedó asociado a los vestuarios que llevaban justamente las flappers. Y la remisión invita al análisis, porque fue esa misma artista, quien, en repetidas oportunidades, llamó la atención al desandar la alfombra roja vestida con un ambo de apariencia “masculina”, lo mismo por sus cortes y tonos de pelo fuera de la norma estandarizada para esta época. La última de esas disrupciones ocurrió en la entrega de los premios Oscars 2022 cuando apareció con saco, short y camisa desprendida, outfit diseñado nuevamente por Chanel, confirmando así que la marca francesa sigue estando a la vanguardia.
A su vez, y más allá de esta tipología, uno de los cambios más elocuentes, en sintonía con el empleo del lenguaje inclusivo y las identificación con el género fluido, es el de las prendas genderless (sin distinción entre masculino y femenino) que se volvieron opción para todos los días, lo mismo los colores que antes era de uso exclusivo para las mujeres y ahora también los llevan los hombres. Ese tipo de ropa es la que suele usar la cantante Billie Eilish, con sus camisas y buzos oversize, aunque lo más destacado para ella es que no se circunscribe a una única manera y no se encasilla bajo ningún tipo de vestuario. En ese sentido, la propia Eilish puede aparecer con un traje de saco y pantalón, llevando un vestido para emular a Marilyn Monroe o con un corset como lo hizo en la gala del Met. Sí, otra vez el corset, ultra ajustado, hecho en materiales reciclados por Gucci. Pero hay que decir que los ademanes realizados al llegar al evento no hicieron más que evidenciar la parodia de la artista a las mujeres de la denominada gilded age o edad dorada.
Aires de época
A la preferencia por las prendas sin distinción de género, se suma otra de las actitudes más privilegiadas a la hora de vestir aquí y ahora; el compromiso con el cuidado del medioambiente que surge como respuesta a la celeridad del sistema y para dar cuenta de una vez por todas que el lujo debería asociarse con lo perdurable y amigable con el planeta. En ese contexto, es ineludible la mención a Emma Watson. La actriz, aclamada por interpretar a Hermione en Harry Potter, quien además de ser presidenta del comité sostenible del grupo Kering –que, vaya paradoja, es uno de los principales conglomerados de moda del mundo– fue contundente en noviembre pasado, cuando en la Cop26 manifestó su apoyo para ralentizar la escena fashion actual.
En esa línea, otra que se destaca es María Becerra. La artista oriunda del conurbano bonaerense, además de ser vegana declarada, en reiteradas apariciones visitó artículos de producción artesanal, hechos con materiales sustentables. Así lo demostró en la red carpet de los últimos premios Grammy cuando se exhibió enfundada en una pieza de Velasco de Autores, confeccionada a mano por la diseñadora de ese mismo apellido, a partir de fibras provenientes de algodón orgánico del Chaco. Con el antecedente de haber vestido los diseños de Romina Cardillo de la firma Nous Étudions, quien se caracteriza por no utilizar cueros y explorar en la funcionalidad de otros materiales que no sean nocivos para el medioambiente.
Renovaciones
En este panorama de renovaciones, lo cierto es que, tal como hace cien años las mujeres se manifestaban por la libertad sexual y el derecho al sufragio, ahora lo hacen en el marco de la cuarta ola feminista, contra la violencia de género y por la igualdad de derechos, demandas a las que se suma el alerta por el cambio climático.
Aunque aún queda por ver si estas buenas nuevas en el diseño y fabricación de la indumentaria solo se ajustan a un signo de época o resultarán marcas indelebles que con el paso del tiempo se volverán cotidianas en los usos y costumbres de las generaciones que vienen.
Imágenes para soñar con la gilded age
El universo estético de las flappers fue objeto de culto también para las ficciones de la pantalla grande y las producciones para streaming. Alcanza con volver a ver El gran Gatsby, película que tuvo varias versiones, entre las más recordadas las que contaron con Robert Redford y Mia Farrow en 1974 y con Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan en 2013. Ahí estaba Daisy Buchanan con todos los rasgos de ese estilo flapper. Lo mismo para las británicas hermanas de la memorable serie Downton Abbey, con una distinguida Lady Mary (Michelle Dockery) con corte “bob” incluído. Tampoco hay que olvidar a las jóvenes de las Las chicas del cable que recorrían Madrid sin escatimar en tonos, texturas, accesorios y make up propios de esa época.