Locos no, corruptos sí
“A no aflojar; a no perder el sentido del humor”. (Del papa Francisco a Victoria Villarruel)
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Faltan 66 días para Navidad. Y 72 para que empiece 2025. Listo, querido lector, si superó esto, puedo seguir. Se viene otro año de elecciones y va a ser bravo. En diez meses que llevamos con nuevo gobierno ya se dijeron de todo y de todas las formas posibles. Al tope del ranking de insultos va ganando, lejos, el de tratar al otro de “loco” o mandarlo a someterse a un peritaje psiquiátrico. Es triste, porque la mayoría de las veces se los usa sin reparar en los padecimientos de tanta gente con verdaderos problemas mentales y que ya tiene suficiente con lo suyo como para escuchar semejante banalización de parte de sus dirigentes.
Por otro lado, es más que llamativo que para no pocos políticos resulta hoy más peligroso cometer algún tipo de locura que ser corrupto. Le explico: desde hace muchísimo tiempo, el Congreso demora la sanción de la ley de ficha limpia, destinada a que no puedan ser candidatos quienes tienen una condena firme en segunda instancia.
Casi todos los bloques en algún momento hicieron suyo el tema, pero está estancado. Siguiendo la lógica semántica –acaso la única lógica en estos casos tan sensibles–, parece que a nuestros legisladores, a gobernadores y a posibles candidatos a ingresar o mantenerse en el poder les preocupan los locos, pero no los corruptos.
“Todavía vivo, ¿y usted sobrevive?”, le preguntó jocoso el papa Francisco a Victoria Villarruel, aludiendo a las diferencias que la vicepresidenta mantiene con Milei. Un loco lindo el Papa, dicho esto con todo respeto, no solo por la investidura y por volver a usar ese sustantivo malévolo, sino porque se trata del mismo papa que recibe en Roma con abrazos y regalos a un sinfín de acusados y condenados por corrupción y manda rosarios por correo celestial a la Argentina a presos a los que la Corte Suprema les recontrarreconfirmó una camionada de delitos.
“A no aflojar; a no perder el sentido del humor”, le aconsejó Francisco a Villarruel.
Encantadora la sugerencia del Santo Padre. Me hizo recordar un trabajo que, cuando cursaba la secundaria en la Escuela Normal Superior Próspero Alemandri, de Avellaneda, nos encargó una profesora: nos mandó al Hospital Borda para hacer un informe sobre la socialización entre internos. Recuerdo que, cuando ya habíamos terminado y nos dirigíamos a la salida, se nos acercó uno de los pacientes para darnos un consejo. “Cuídense chicos; afuera está lleno de locos”.