Reseña: Mañana tendremos otros nombres, de Patricio Pron
Lo que queda del amor después del amor romántico
Él y Ella se separan después de cinco años de convivencia. Ella, al principio, no puede explicar por qué lo ha dejado, incluso le miente con la supuesta existencia de un amante (es más fácil y contundente), aunque en realidad sí lo sabe: vive un presente sin futuro porque lo vislumbra monótono y ausente de sorpresas pero, sobre todo, Ella desea un hijo y Él, no. A partir de la separación se inicia el proceso del duelo sin que nada falte: repartirse las cosas que juntaron durante todo ese tiempo, mudarse, entender qué hubo de cada uno en el proceso, reconocer infidelidades, comprender quién era cada uno cuando comenzó la relación y cuánto se modificó, para fatalmente ser otro.
Patricio Pron (Rosario, 1975) ha escrito una novela sobre la separación de una pareja contemporánea, que vive en Madrid y, como tantas que pisan los cuarenta, parece conforme con un estilo de vida sin más obligaciones que las determinadas por sus profesiones, sin hijos, libres en principio para dedicarse a ellos o a sus deseos. Aun en sus disconformidades -Ella es arquitecta y no está conforme con su trabajo; Él es escritor y su profesión no le genera conflictos-, han construido un universo habitable hasta que todo se derrumba.
La literatura ha contado muchas separaciones de parejas. Podrían mencionarse rápidamente, entre otras novelas de escritores argentinos, El amor enfermo de Gustavo Nielsen o El pasado de Alan Pauls, cuyos protagonistas varones padecen la ruptura de un modo pesadillesco y tienen que recorrer un largo y tortuoso camino para entender qué quieren las mujeres o cómo mutan las pasiones. Estas novelas reflexionan sobre el amor y sus zonas oscuras mientras se suceden febriles peripecias que difieren enormemente del minimalismo del mundo recreado en Mañana tendremos otros nombres, por la que Pron obtuvo el Premio Alfaguara 2019.
Contada por un narrador que focaliza alternadamente en personajes sin nombres propios, Él y Ella, al límite del fluir de conciencia, la trama encuentra su tensión en el discurrir reflexivo sobre unos cuantos aspectos sobre el amor y la pareja, muchos de ellos referidos oportunamente al debate actual sobre el feminismo, la construcción del género, las relaciones abiertas sin importar el género, las nuevas familias, los cambios de roles y las búsquedas de parejas exprés (o no) en redes sociales o plataformas específicas, como Tinder.
Él es el "abandonado" que sufre desmedidamente pero encuentra rápido consuelo en una nueva pareja, circunstancia que lo reduce a un plano bastante conservador. Como contraparte, Ella rearma su vida sola pero el relato la inscribe en el mundo de sus amigas que tienen un poquito de las chicas de Sex and the City: relaciones efímeras y algo promiscuas, parejas con inversión de roles (hombre en la casa al cuidado del niño y mujer que trabaja afuera y es sustento económico), relaciones triangulares.
Quien ha leído al rosarino que vive en España podrá reconocer su escritura controlada, vigilada, tensionada hacia un castellano neutro que cada vez más decanta por el español peninsular; una escritura que aleja a veces a sus personajes o las circunstancias, los posterga o inverosimiliza porque prefiere el decir intelectualizado: "Una vez, al ir a besarla, M. le había dicho que la idea errónea de que las mujeres eran dulces y gráciles solo se había perpetuado en el tiempo para disciplinarlas y como el reflejo de un masculinidad que se debilitaba".
No obstante, es el calado psicológico uno de los aspectos elogiables que ha señalado el jurado del premio en la novela de Pron, que indaga motivos sobre el amor y la pareja con una mirada actualizada. Los personajes se preguntan por el vínculo entre deseo y propiedad, el desajuste entre la expectativa del amor romántico y su realidad, la maternidad y la paternidad, la fidelidad, el componente azaroso en una relación, las nuevas formas del interés romántico, temas que permean la narrativa de estos años y confirman la capacidad de la literatura para percibir un estado del imaginario social. Mañana tendremos otros nombres es una exploración regulada que recorre zonas ya transitadas, pero también propone por momentos una mirada diferente y eficaz.
Mañana tendremos otros nombres
Por Patricio Pron
Alfaguara. 280 págs./ $ 649