Lo que no se dice sobre el dolor fetal
Uno de los argumentos utilizados para negar al embrión su condición humana es afirmar que carece de un sistema nervioso con mecanismos cognitivos y perceptivos desarrollados. Sin embargo, la ciencia muestra que los fetos son seres con capacidades perceptivas, por ejemplo, para la voz de su madre y para el dolor.
Nuestra cultura se enorgullece de evitarle sufrimiento a cualquier individuo, humano o no. Incluso existen leyes que restringen el sufrimiento de animales. Paradójicamente, estas consideraciones no se tienen en cuenta en las discusiones a las que asistimos estos días.
Las investigaciones en neurobiología muestran que las células del sistema nervioso primordial tienen características neurales desde los primeros momentos del desarrollo. El feto posee receptores del dolor desde la octava semana de gestación y responde con reflejos motores de alejamiento a pinchazos y otros estímulos que lo afecten. Publicaciones recientes muestran que la experiencia sensorial en el período prenatal influencia la conectividad del sistema nervioso adulto (Weis y colegas, PNAS, 2017). Y un reciente caso de cirugía fetal mostró que fallas en el protocolo de anestesia produjeron una desestabilización cardíaca del nonato, que es un signo de dolor fetal; la corrección de la falla condujo a la desaparición de la desestabilización (Mayorga-Buiza y colegas, Child's Nervous System, 2017).
Algunos investigadores sostienen que para sentir dolor es necesaria una corteza cerebral desarrollada. Sin embargo, se sabe que el dolor se integra a niveles subcorticales, es decir, sin necesidad de la integridad de la corteza cerebral. Esto se puede observar en los recién nacidos anencefálicos, niños que nacen sin su corteza cerebral y reaccionan a estímulos dolorosos. Desde etapas muy tempranas del desarrollo el feto responde a variaciones del medio intra y extrauterino. Los fetos de entre 20 y 30 semanas sienten dolor más intensamente que un recién nacido por su carencia de mecanismos endógenos desarrollados para la inhibición del dolor. Podría discutirse si esa respuesta humana al dolor es consciente. Sin embargo, más allá de la capacidad empática de todo ser humano, sentir es una experiencia intransferible, por lo cual es imposible saber qué siente otro individuo. Tal incapacidad es real, también con relación a la percepción del embrión.
¿Cuál es entonces la responsabilidad y el derecho de los padres del nuevo ser? ¿Cuál la del médico que sigue la evolución del embarazo? La mujer merece la información más acabada y certera de la condición del hijo en desarrollo que lleva en su vientre. Debe tener la oportunidad de poder ver mediante ecografía ese nuevo ser humano que lleva adentro y saber que responde al tacto desde la octava semana y que el corazón late ya a los 21 días de gestación.
Independientemente de la posición de cada uno respecto de la libertad de la mujer para elegir el aborto, la terminación de la vida del feto es un concepto repulsivo para muchísimas personas, sean o no abortistas. Más aún, en los países en los que la ley se aprobó hace varios años, comienzan a surgir serias objeciones con base en las nuevas tecnologías que hacen factibles la viabilidad y la supervivencia del nuevo ser en etapas cada vez más tempranas del desarrollo, y a considerarse otros factores, como su capacidad para percibir y reaccionar al dolor.
Doctores en Ciencias Biomédicas e investigadores del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional-Universidad Austral/Conicet
Marcelo J. Villar y Pablo Brumovsky