Lo imposible que fue posible
¿Puede un ciego jugar al fútbol? ¿Puede formarse un equipo de fútbol con jugadores ciegos? Hasta mediados del siglo XX la respuesta era “no” en todo el mundo. En la Argentina, el Instituto Román Rosell de San Isidro, creado en 1943, dio el puntapié inicial: en cancha de pasto con las dimensiones habituales, jugaban equipos constituidos por 9 futbolistas con visión parcial o ciegos. Las pelotas tenían colgadas chapitas de gaseosas para generar sonido. Había un reglamento y se jugaban partidos en todo el país. El primer gol debía hacerlo un ciego; los restantes, los jugadores con visión disminuida.
Con el correr del tiempo nuestros futbolistas participaron exitosamente en torneos internacionales. Varios, encabezados por Francisco Alberto Bravo, crearon en 1988 la Federación Argentina de Deportes para Ciegos (Fadec), que hoy agrupa a medio centenar de fundaciones y asociaciones civiles en 20 provincias. La preside Facundo Mota, jujeño, de 38 años, ciego, que cursó en Jujuy el profesorado de Educación Especial que atiende a discapacitados intelectuales. Aún juega al fútbol en su provincia. Fadec promueve, además del fútbol, natación, judo, atletismo, goalball y torball (este último, un deporte de recreación), con los que auspicia eventos y torneos regionales, nacionales e internacionales. Se afilió a la Federación Internacional de Deportes para Ciegos (IBSA, sigla inglesa), creada en París (1981), con sede en Madrid, que regula las competencias internacionales.
El profesor de educación física Enrique Nardone, activo entrenador de fútbol, redactó un reglamento con colegas de Brasil y España (1996) que mereció la aprobación de IBSA y de la FIFA, federación del fútbol internacional. El reglamento atiende especialmente las necesidades de los ciegos: disminuye la medida de las canchas a 40 metros de largo por 20 de ancho; si llueve se juega en ámbitos cerrados; cada equipo tendrá 5 jugadores titulares y 5 suplentes (4 ciegos y un arquero con visión normal); el arquero tendrá un área restringida alrededor del arco para no acceder al resto de la cancha; los jugadores se colocarán parches oculares o gafas cegadas para equipararse entre ellos, pues la discapacidad visual es distinta en cada persona; los partidos se jugarán en dos tiempos de 15 minutos cada uno, con un intervalo de 10 minutos; cada jugador deberá decir en forma clara y audible “voy”, “go” u otra palabra similar según el país, cada vez que busca o disputa el balón para evitar choques; el sonido de las pelotas será interno, pues las chapitas de gaseosas lastimaban a los jugadores; los árbitros podrán amonestar (tarjeta amarilla) o expulsar (tarjeta roja) y serán designados por IBSA.
Los discapacitados visuales que desean aprender y participar de este deporte son personas que tienen afinidad con el fútbol, pues siguen semanalmente los torneos en las transmisiones radiales. El profesor Nardone explica que, asistiendo dos o tres días a la semana a los entrenamientos, están en condiciones de jugar en pocos meses.
Fadec creó el seleccionado nacional de fútbol para ciegos, denominado Los Murciélagos, el mejor nombre que pudieron elegir. Participa cada 4 años de los Juegos Paralímpicos y del Campeonato Mundial de Fútbol para Ciegos. Desde 2001 logró los primeros puestos en 35 torneos internacionales. En los últimos Juegos Paralímpicos de Tokio 2021 obtuvo la medalla de plata. El argentino Silvio Velo es considerado el mejor futbolista ciego del mundo. Hay también un equipo femenino llamado Las Murciélagas. Y desde 2011 funciona en Fadec la Escuelita de Fútbol para Ciegos, para niños de 6 a 16 años.
La inteligencia que en 24 años aportaron Fadec y sus organizaciones afiliadas mereció desde su creación el apoyo del Estado argentino. Organismos como el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), el Consejo Nacional del Menor y la Familia o el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación aportaron instalaciones para concentraciones y torneos, becas de enseñanza y deportivas, inscripciones a competencias internacionales, traslados terrestres y aéreos, seguros médicos de viaje y alojamientos. La capacidad de los profesores en educación física y en educación especial fue tan eficaz que ubicó a la Argentina entre los países más avanzados en esta actividad. Lo más destacable es que, desde el punto de vista humano, los discapacitados visuales adquieren una capacidad que mejora notablemente sus vidas. Lo que hace décadas parecía imposible fue posible.
Director ejecutivo de la Fundación Sales