Llegó el mes de la alergia a la realidad
“Es septiembre y ya huele a Navidad” (De Nicolás Maduro)
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Tímidamente empiezan a florecer los lapachos y los jardines dan las primeras señales de la primavera. Con este bello panorama, también afloran estornudos, lagrimeos, sarpullidos y otros síntomas de las alergias por la suspensión del polen en el ambiente. Algunos optan por surfear la incomodidad pasajera con algún fármaco. Otros recurren a preparados alternativos. Pero nadie les gana a las recetas que emplean los políticos. ¿No me cree? Me remito a algunas pruebas.
Donde usted, querido lector, huele unas incipientes fresias coloridas y alguna que otra rosa, Nicolás Maduro sentencia: “Es septiembre y ya huele a Navidad”. Impresionante que hacia fines de julio, el mandamás venezolano no haya “olido” el fraude electoral perpetrado por él mismo y convalidado por el sistema judicial chavista sin mostrar ni un acta, hasta desoyendo el pedido de su socia de la Patria Grande, Cristina Kirchner. Maduro tiene nariz de amianto.
Mientras unos 8 millones de venezolanos “huelen” el amargo perfume del exilio y otros se conforman con el recuerdo del aroma de lo que pudo ser un país próspero sobre la base del petróleo, Maduro se da el lujo de adelantar más de 80 días una de las fechas más caras a buena parte de Occidente. Y para mostrar que no solo maneja los resquebrajados hilos institucionales de su país a su antojo –si gana se queda en el poder y si pierde, también–, acomoda el almanaque gregoriano como le venga en gana. Es que, si “septiembre ya huele a Navidad”, para diciembre el hedor puede llegar a ser tan insoportable como el fraude electoral perpetrado. Hay que adelantar la llegada del niño Jesús, aunque el capitalista Papá Noel crea que el hijo dilecto de Chávez desvaría por la típica alergia primaveral.
Pero no veamos en Maduro al único político afectado por la alergia. Por estas pampas también tenemos algún afectado por el clima primaveral y el polen suspendido en el ambiente. Quizás por las flores que empiezan a disfrutarse en la quinta de Olivos es que para el presidente Javier Milei, su candidato a la Corte, Ariel Lijo, “es el único que conoce a la perfección cómo funciona el sistema judicial”. Años de causas dormidas, en todas las estaciones y los climas, lo estarían desmintiendo y dejando una estela de reacciones alérgicas en muchos integrantes de la Justicia que –algunos más mediáticos, otros más anónimos– cada día tratan de cumplir con su función como corresponde, aunque estornuden, lagrimeen o tengan sarpullidos.