Límites de la conciencia
"La democracia es negociación permanente y flexibilidad teniendo en cuenta los derechos de los ciudadanos".
(De Elisa Carrió.)
Lilita Carrió rehúye la paz. Irrumpió en el primer plano de la política nacional durante el gobierno de la Alianza denunciando la corrupción menemista y también hechos y figuras de aquella alianza de corta vida que ella integraba. Primero denunció en soledad y luego con un equipo con el que produjo un informe sobre lavado de dinero que no tuvo la difusión merecida porque incorporaba el costado empresarial de los negociados, incluidos algunos grandes bancos.
Continuó con la corrupción kirchnerista, más hermética, concentrada y monárquica que la del menemismo y más árida que la estepa patagónica. Muchos se aburrieron. El kirchnerismo surcaba su cenit y en 2011 la candidatura presidencial de Carrió obtuvo el 1,8 por ciento de los votos y la reelección de Cristina el 54 por ciento.
De cara a un seguro ocaso la salvó la vencedora absoluta, que en algunos sectores infundía el temor a un kirchnerismo imbatible en 2015. El fin -derrotarlo- justificaba los medios -las alianzas-. Que el radicalismo se aliara con Macri no llamó la atención. Solos, los radicales no iban muy lejos. Tampoco Lilita, pero lo suyo sí sorprendió. Siempre enfática e ignorando las vueltas del destino, ¿no había afirmado en 2007 que "Macri es un límite moral infranqueable"?
Franquearlo no fue difícil y allí quedó su aliado, el pobre Pino Solanas, discurseando contra Macri en un acto mientras a sus espaldas ella tomaba su cartera y lo abandonaba.
Más problemático resulta permanecer de aquel lado del límite moral convertida en la (buena) conciencia de Cambiemos, su salvoconducto ético pues, con una carrera política forjada en la lucha contra la corrupción, ¿cómo no iba a cuestionar en voz alta o baja designaciones y decisiones del Gobierno difíciles de explicar?
Días atrás, algo en el tarifazo le habría olido a poco transparente y pidió explicaciones y reclamó la flexibilidad que caracteriza a la democracia. ¿La tendrá ella para seguir cuestionando y conciliando una y otra vez sin caer en la parodia? ¿Aguantará arriesgando su trayectoria? ¿Aguantará Cambiemos? ¿O el Gobierno resolverá, si decide no diferenciarse de los anteriores en materia de corrupción y conflictos éticos, que es mejor perder la conciencia?