Liliana Porter: "El poder del arte está en su capacidad de cuestionar lo establecido"
Tras haber participado en la feria ARCO, la artista argentina radicada en Estados Unidos impulsa este año varios proyectos en distintos países. Según ella, el "atropello etnocentrista" de Trump reforzó la solidaridad latinoamericana
"Necesito administrar mi energía. De todas formas, lo importante es la obra", escribe Liliana Porter desde su casa-taller en Rhinebeck, rodeada de ciervos y pájaros a sólo dos horas de Manhattan. La artista argentina, radicada en Nueva York desde 1964, explica de esta manera su ausencia en la 36a edición de la feria madrileña ARCO, donde nuestro país participó la semana pasada como país invitado.
Allí no sólo estuvo representada por las galerías Ruth Benzacar (Argentina), Espacio Mínimo (España) y Mor Charpentier (Francia); también fue seleccionada por la curadora Sonia Becce para proyectar sus videos en el prestigioso centro cultural Caixa Forum, junto con los de Jaime Davidovich y Sebastián Díaz Morales, como parte del programa paralelo a la feria. Porter y Díaz Morales, a su vez, se cuentan entre los artistas elegidos por la curadora de la 57a Bienal de Venecia, Christine Macel, para integrar en los Arsenales la muestra principal, Viva Arte Viva.
"Mi participación en Venecia consiste en una instalación en un sector que la curadora tituló Tiempo e infinito -adelantó Porter a LA NACION-. La obra que presentaré, obviamente, tiene que ver con el tema del tiempo, algo bastante recurrente en mi trabajo. Será un intento más de reestructurar el orden de las cosas".
Las cosas, para una artista que constantemente alude a lo lúdico en su trabajo, parecen más que ordenadas este año. En los próximos días llegará a Buenos Aires para presentar su video más reciente en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Allí expuso en 2013/14 y está representada en la muestra de la colección permanente, Verboamérica. El lunes 13, un diálogo con el actor y dramaturgo Rafael Spregelburd seguirá a la proyección de Actualidades/Breaking News, exhibido a fines del año pasado en Espacio Mínimo. Fue la séptima exposición individual que la galería madrileña le dedicó a Porter a lo largo de casi dos décadas.
Cuestionar la naturaleza de la representación y sus consecuencias es, según Inés Katzenstein, la "preocupación filosófica fundamental" del trabajo de Porter, que abarca diversas disciplinas. Durante su escala porteña, junto con la artista uruguaya Ana Tiscornia, comenzará a ensayar su tercera obra de teatro. Seis funciones de Domar al león y otras dudas integrarán en junio, en un espacio especial montado en el Parque de la Memoria, la programación de la segunda Bienal de Performance.
Después viajará a España para preparar una exposición curada por la académica Estrella de Diego. En el museo Artium de la ciudad Vitoria-Gasteiz, en el País Vasco, Liliana Porter. Diálogos y desobediencias reunirá desde el 7 de abril más de un centenar de obras que abarcarán trabajos sobre tela, fotografías, dibujos, videos e instalaciones. Reflejarán así la variada producción de esta artista de gran proyección internacional, que aconseja a sus colegas más jóvenes forzar los propios límites y apostar a "la felicidad como un acto extremo de rebeldía".
-Tus abuelos eran de origen rumano y ruso. ¿Cómo te sentís viviendo en Nueva York en la era Trump como latinoamericana?
-La experiencia de vivir en Nueva York hace que uno deje de sentirse solamente argentina para empezar, casi inconscientemente, a percibirse como latinoamericana. Es decir, a identificarse con las otras nacionalidades de América Latina. Con Trump, esa conciencia se intensificó. Su atropello etnocentrista no hizo otra cosa más que fortalecer la noción de identidad y reforzar la solidaridad.
-Hace unas semanas el MoMA exhibió obras de artistas de países musulmanes en protesta por las restricciones de la política inmigratoria de Trump. ¿Dónde creés que está hoy el potencial crítico y de cuestionamiento del arte?
-El acto del MoMA es una muestra de ese potencial crítico del arte, en este caso desde la institución. Aparte de estas manifestaciones, que en estos días se han multiplicado, pienso que el poder crítico del arte está siempre en su esencia, en su capacidad de expandir el conocimiento y, consecuentemente, de cuestionar lo establecido.
-¿Por qué decidiste radicarte en Estados Unidos?
-Cuando llegué a Nueva York en 1964, el plan era quedarme una semana para luego visitar París y sus museos. Me di cuenta de que una semana era nada, y decidí alargar mi estadía. Todavía estoy aquí. Se ve que esta ciudad me fue atrapando de entrada. No hubo un día en especial en el que haya decidido radicarme; lo que no hice fue abandonar Nueva York.
-¿Cuáles son los pro y los contra de vivir lejos de la Argentina?
-Hoy en día el concepto de lejos y cerca ha cambiado. Francamente, no me siento nunca lejos de la Argentina. Viví en México desde 1958 hasta 1961, y extrañaba muchísimo. Pero hay que acordarse de que en ese momento la comunicación era muy lenta, no existían la computadora ni el móvil. Hablar por teléfono desde larga distancia era lento y costoso, y las cartas tardaban más de una semana en llegar a destino. Entonces, allí sí uno se sentía lejos. Eso ya no me ocurre más.
-¿Volverías a radicarte en la Argentina?
-Estoy demasiado encariñada con mi casa y mi taller en Rhinebeck como para imaginarme tener que abandonarlo... Es un lugar ideal para trabajar, donde además ocurren seguido cosas sorprendentes, como la aparición de "bambis" en el jardín o de pájaros que parecen salidos de ilustraciones de algún zoológico extranjero.
-Tenés un departamento en Buenos Aires. ¿Cada cuánto lo visitás?
-Últimamente, bastante seguido. Hubiera sido muy complicado trabajar en las obras de teatro sin contar con un espacio propio, tranquilo y cómodo, donde aislarme y poner en orden las ideas. En los últimos tiempos (2015 y 2016) se sumaron también las exposiciones en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, el Museo de Bellas Artes de Neuquén y el Museo Emilio Caraffa de Córdoba, que fueron para mí tres experiencias muy felices y positivas. Viajé a las tres provincias, donde además me invitaron a dar algunas charlas, y realmente tuve una conexión muy linda con la gente de cada lugar. En especial con los artistas jóvenes. En todo esto me ayuda también la parada en mi casa de Buenos Aires.
-¿Qué opinás sobre la escena artística porteña?
-La escena artística porteña siempre ha sido muy activa, llena de interés y energía. Todo el tiempo veo que se presentan nuevas propuestas. En el ámbito del teatro nuestro país es bastante ejemplar, tanto en la cantidad de espacios como en la de los espectáculos. Podemos estar muy orgullosos de esto.
-¿Cómo te parece que incidirá en la escena argentina la decisión de Art Basel de lanzar en Buenos Aires su programa Art Basel Cities?
-No lo sé, pero deseo que positivamente.
-¿Quiénes son los artistas argentinos que más te interesan y por qué?
-Hay muchos que me interesan. No voy a nombrar a nadie porque seguramente me van a quedar varios que también me gustan afuera. Sobre todo muchos nuevos, cuyos nombres a estas alturas me cuesta memorizar. No quiero ser injusta o parecer desamorada. Yo trato de estar siempre atenta a los que van surgiendo. Por supuesto hay varios artistas ya establecidos que siempre me interesaron mucho, pero mi curiosidad está puesta en lo que va surgiendo, en lo que me falta conocer.
-Las ideas de centro y periferia, o de "ciudades faro", fueron muy habituales para explicar la circulación internacional del arte durante décadas. ¿En qué medida esas categorías tienen vigencia hoy?
-Todas estas aproximaciones a un análisis de la dinámica social en relación con el arte van teniendo más o menos vigencia en distintos momentos, porque la realidad no es estática. En este sentido, esas categorías pueden perder o ganar relevancia y ser simplificadoras o complejizarse. Dicho esto, igual pienso que desafortunadamente sigue existiendo un desequilibrio entre los centros de poder económico que fomentan esa dinámica y los países llamados "periféricos". Sin embargo, la conciencia de este orden nos ha ido llevando a cuestionarlo, y a reprogramar la percepción y los valores que reafirmaron esas categorías. El interés por operar saliéndose de ellas crece, y quién sabe podamos empezar a reescribir la historia, poniendo más atención en las actividades y propuestas que se crean en lugares no considerados centrales.
-Comenzaste tu carrera artística con el grabado, que más tarde definiste como "un corsé para las ideas". ¿Por qué te inclinaste por el arte conceptual?
-Lo del corsé para las ideas tiene que ver más bien con una tendencia a dejarse atrapar por la cocina técnica del grabado, en lugar de elaborar sobre el contenido. El grabado siempre me interesó, y en particular en esa época tenía un sentido político para nosotros, que era la relación de la edición (multiejemplar) con lo que nos gustaba llamar la "democratización" del arte. Si definimos como "arte conceptual" la obra que empecé a hacer a fines de los años 60, hay que aclarar que eran grabados casi en su mayoría. Siendo una característica importante del grabado hacer obras en edición, esto era perfecto para desmitificar el objeto único en el arte y apoyar la idea de su desmaterialización. En ese momento hago las exposiciones por correo, las obras de las sombras y las instalaciones. Eran obras transitorias. Es decir, no estaban pensadas para conservarlas como objeto.
-Experimentaste con grabado, pintura, dibujo, escultura, video, instalaciones y teatro. ¿Por dónde seguirá tu búsqueda creativa?
-¿Escribir un libro? ¡No lo tomes en serio!
-¿Por qué el humor está tan presente en tu obra?
-Porque el humor es como una tabla de salvación con respecto a lo complicado de la realidad.
-Sos una de las artistas argentinas con mayor visibilidad internacional. ¿Qué consejo les darías a los artistas argentinos que están iniciando su carrera?
-Que para que las cosas resulten, hay que tener disciplina y trabajar mucho. Es muy importante, como actitud, tratar de hacer las cosas lo mejor que uno pueda. Llegar al límite posible de uno mismo. O sea, llegar a sentir que si la cosa no me sale mejor, es porque no sé hacerlo mejor o porque ése es mi límite. Si uno piensa así, crea autocrítica, y eso ayuda mucho a crecer. Por otro lado, creo que es muy importante tratar de ser feliz. Me refiero a la felicidad como un acto extremo de rebeldía.
¿POR QUÉ LA ENTREVISTAMOS?
Porque es una artista argentina con gran proyección internacional y tiene varios proyectos en marcha
BIOGRAFÍA
Liliana Porter nació en 1941 en Buenos Aires, donde se formó. En 1958 viajó a México, donde estudió grabado, y desde 1964 está radicada en Nueva York. Obtuvo la Beca Guggenheim (1980) y el premio Konex de Platino (2002), entre otros. Su obra está representada en colecciones de importantes museos del mundo.