Letras, como mantras
¿Habrá surgido Javier Milei de un repollo? Esa es la impresión que me llevé tras las largas dos horas que seguí con atención anteayer los agradecimientos de los ganadores en Letras de los premios Konex.
Lo hice desde un lugar privilegiado: desde el mismísimo escenario en el que se entregaban las estatuillas (a mí me tocó dársela a Daniel Guebel, el elegido en el rubro novela).
Allí permanecimos sentados durante la ceremonia los miembros del jurado y Marcelo Stiletano y yo, en calidad de antiguos laureados con ese prestigioso trofeo, en reemplazo de dos jurados ausentes.
En ese lapso tuve dos impresiones contradictorias. En primer lugar, una muy positiva: la recuperación del espíritu contestatario, que es lo que uno menos espera del mundo intelectual, después de años de flojeras en ese sentido. Pero, en segundo lugar, me decepcionaron bastante las maneras repetitivas y lineales, con palabras calcadas, para denostar al actual gobierno. No porque no tuviesen razón en varias de sus afirmaciones sino por lo burocrática de la queja, suerte de mantras previsibles lejos de la creatividad esperada. Y nadie, con valor suficiente, como para preguntarse: “¿Qué habremos hecho para conseguir esto?”