Let Me Be Frank
Kevin Spacey es un actor extraordinario. De una arrogancia demoledora solo comparable a su osadía. O a su narcisismo. Solo un actor de esas dimensiones es capaz de plantarse frente a una cámara, tras ver cómo se ha desmoronado su carrera artística después de ser acusado de abus o, como el personaje que lo puso en boca de todos: Frank Underwood. El video con el que decidió reaparecer un año después de los hechos es una prueba de ingenio (se titula Let Me Be Frank, aprovechándose de un juego de palabras que alude al mismo tiempo al nombre de la criatura y a la idea de franqueza) y también de perversión, una de las marcas del personaje central de House of Cards . "Puede que hayan intentado separarnos, pero lo que tenemos es demasiado fuerte, demasiado poderoso", empieza diciendo, los ojos clavados en la cámara, como si se tratase de una de sus confidencias al espectador. Y concluye así, tres minutos después: "Pero tú no creerías lo peor sin pruebas, ¿verdad? Tú no te precipitarías a juzgar sin hechos, ¿verdad? ¿Lo hiciste? No, tú no. Tú eres más listo que todo eso".
Cuando casi todo Hollywood le ha dado la espalda, Spacey muestra los dientes . Solo el pérfido Frank Underwood hubiera sido capaz de llegar tan lejos.