Leo Milei: el país le va quedando chico
Javi, ya tenés una ley, que son como 10 leyes juntas, todas grosas: tu primera estrella. Metiste un 4,2% de inflación en mayo, la más baja desde febrero de 2022, segunda estrella. El FMI dice que sos Gardel y manda 800 palitos, la tercera. La cuarta: se subieron a la ola los chinos –vaya a saber cuáles, porque son muy parecidos– y renovamos por un año el swap de 5000 palitos. El célebre papelón de los troskos y los kirchos en la revuelta frente al Congreso, el miércoles, la quinta. Colonizaste las urnas europeas con tu prédica facha, la sexta. Please, ¿podés dejar de humillarnos?
Gardel, sí, y también Duki, el trapero al que acaban de aclamar 65.000 personas en el Bernabeu. Y Messi, por qué no. ¡Quién te ha visto y quién te ve, campeón! De Dios dicen que escribe derecho sobre renglones torcidos: empiezo a creer que hay algo sobrenatural en lo que estamos viviendo. Ese estilo caoticón, dado a improvisar y pendenciero parecía conducirnos a una tragedia griega, y de pronto el último penal, ya de madrugada, le queda a Cachete Villarruel y la clava en un ángulo. Más respeto por Victoria, por favor. OK, en algún momento sufrió brotes independentistas, te trató de “jamoncito” y no tuviste más remedio que disciplinarla con una legión de trolls; pero a la hora de los bifes, se puso la camiseta. Su voto por la afirmativa, acompañado con una sonrisa made in Leonardo (Vinci en español es Victoria: todo tiene que ver con todo), de pronto la convirtió en ícono y en un pedazo de historia. Vicky, qué linda estabas: qué bien te sienta el sí positivo.
Antes, el que horadó las filas enemigas fue Guille Francos. Le tocó el bardo de tener que convencer… al Presi, para el que la política no es un arte, mucho menos una profesión; es un fast track que conduce al infierno. En la primera horneada de la ley, este verano, el Presi supo mandar de emisarios al Congreso a Santiago Caputo, a Nicolás Posse (el Señor lo tenga en su gloria), a Karina La Hermanita. Ahora envió a un político, que hizo política con los políticos. Un espectáculo desolador; pero tenemos ley. Ya en vuelo a la cumbre del G-7 en Italia, Milei escribió un mensaje de gratitud a los senadores que aprobaron la ley: “Vaya para ustedes mi reconocimiento. Han sentado las bases de la nueva Argentina. Ya no los llamaré ratas, degenerados fiscales. Ya no los llamaré casta inmunda. Ya nos los llamaré porque no puedo: tengo el teléfono en modo avión”.
A los chinos les arrancó el swap, a un precio algo caro: tendrá que visitar a Xi Jinping, su primer cara a cara con un comunista. Ojo, ojito, no descartaría que pueda evangelizarlo. Muy atentos a las declaraciones de Xi cuando termine la cumbre; si en algún momento menciona la palabra “libertad”, listo, pan comido: otra víctima de la atracción fatal de Javi. Y si Javi pide perdón por los arrumacos que venimos de tener con Taiwan, listo: La Libertad Socialista Avanza.
El 4,2 de inflación es una fiesta. En general pasa eso, ¿no? Cuando “no hay plata”, no hay consumo, no hay inflación. Todo no se puede. Ya llegaremos al 5,8 anual de Uruguay, al 4,6 de Brasil, al 3,7 de Paraguay, al 7,5 de Chile, al 2,1 de Bolivia. Calculo que será cuando gobierne Karina, la amada hermanita. Los mercados tomaron nota de que Leo Milei es cosa seria y ya están gastando a cuenta. También pueden ser perversos. Dicen que supieron del triunfo en el Senado cuando lo vieron a Lousteau al frente de la tropa kirchnerista. Sean más considerados: ¿y si Martín termina siendo candidato en 2027 de una alianza peroncho-radicheta? Más peroncha, en realidad, porque Martín es el primer presidente de la UCR que al mismo tiempo reviste en condición de disidente: votó en contra de todo su bloque. En esa alianza, Massita podría ir de vice. Proyectemos: Malena Galmarini, a Jefatura de Gabinete; Scioli, canciller; Lijo, a Justicia; Máximo, a Interior; Milani, a Defensa; Stiuso, jefe de la Agencia Federal de Inteligencia. No sigo: se me hace agua la boca.
Está flotando en el aire la sensación de que a Milei el país empieza a quedarle chico. Se le inclina el FMI y en cualquier momento le pide la fórmula del ajuste; lo espera un abrazo sincero de Xi en Pekín; los europeos dijeron en las elecciones del domingo que se acabó el zurdaje; en Sillicon Valley quieren premiarlo como “el emprendedor del siglo”, y la agenda oficial del G-7, donde los líderes del mundo siguieron la votación de la Ley Bases por streaming, decía que el encuentro iba a comenzar “cuando arribe el presidente Milei”. Desde Alberto Fernández que no se vivía algo así.
El Papa está en otra frecuencia. Lo tiene ahí cerquita y no solo no lo invita, sino que el miércoles se sacó fotos con gremialistas de Aerolíneas Argentinas y, al día siguiente, con Kichi.
Francisco acaso no percibe que Dios escribe derecho y, por estos tiempos, con la derecha.