Latinxs writers. Historias de inmigración y desarraigo
Reseña de Desierto sonoro, de Valeria Luiselli
Migrar es vivir en estado de transición. Si es difícil cambiar el territorio, los lazos, las costumbres, resulta más complejo aún abandonar la lengua materna para escribir en un idioma extranjero. Sin embargo, el desafío ya conforma una categoría, los llamados latinxs writters, una serie de autores de origen latino que viven en los países anglosajones y eligen el territorio de una lengua ajena para contar sus historias. La elección personal, claro, se vuelve política.
Por lo pronto, en un tuit de fin de año el expresidente Barack Obama eligió entre sus libros favoritos del 2019 The Lost Children Archive, novela que la autora mexicana Valeria Luiselli (México, 1983) escribió primero en inglés y meses más tarde tradujo como Desierto sonoro. La historia propone un viaje a lo largo de Estados Unidos. Una pareja de documentalistas sonoros y sus dos hijos pequeños atraviesan el país en auto, en plena crisis matrimonial, para captar los sonidos del desierto en la frontera con México. Mientras ella busca documentar la crisis de los niños migrantes, él está obsesionado con la cultura apache y va detrás de los ecos que quedaron de esa civilización diezmada.
Dentro de la tradición de la road novel, pero sin quedar atrapada en ella, la historia avanza en la voz de la mujer como si la cabina del auto fuera una cápsula del tiempo creada para ser abierta siglos más tarde. Es decir, la protagonista cuenta los momentos más significativos de la pareja, de la familia, escucha la música que los marcó, reflexiona sobre las lecturas que la acompañan y deja a la vista el léxico familiar que conforma el mapa de la vida común. Y en esa suerte de nave aislada del paisaje, los ojos de los cuatro personajes se abren al universo íntimo de los vínculos personales en el siglo XXI, y a la vez, exponen el conflicto de las migraciones de niños desde América Latina a Estados Unidos.
El tema de las migraciones parece obsesionar a la autora. Es cierto que, en circunstancias menos crueles, Luiselli fue también una niña migrante. Su papá era diplomático y tuvo que seguirlo de chica por Corea del Sur, India y Sudáfrica. Ya adulta se radicó en Nueva York y actuó como interprete de los niños migrantes en los tribunales, y gracias a esa experiencia directa, escribió en el 2017 el celebrado Los niños perdidos, que le valió el American Book Award. Un ensayo estructurado alrededor del cuestionario estándar que se hace a los niños al pasar la frontera para decidir si merecen recibir refugio o ser deportados. Cuanta la autora que empezó a escribir primero la novela, pero el ensayo se le impuso por la urgencia de una situación de una injusticia atroz.
Las injusticias que padecen los migrantes también fueron el impulso del escritor dominicano Junot Díaz, uno de los primeros autores que se volvió un hito dentro de los latinxs writters. Su novela La maravillosa vida de Óscar Wao recibió el Pulitzer en 2008 y lo consagró como una voz imprescindible. Hoy ya es su sello de estilo el modo en que trafica palabras en español dentro de una cuidadosa prosa en inglés. Claro que su obra reveló en la escritura lo que ya sucedía en la vida: la migración incesante de latinoamericanos estaba transformando la forma de decir en Estados Unidos.
A diferencia de Junot Diaz, Luiselli casi no incorpora palabras en otro idioma. Pero su narradora lee y comenta la tradición literaria relacionada con la documentación y el viaje, en una intertextualidad cristalina que pone al lector frente a las obras centrales en castellano y en inglés. El mecanismo es efectivo y borra otra frontera: la de lo vivido y lo leído. Las lecturas de los personajes forman parte de la experiencia vital de los cuatro protagonistas, y también del lector. En ese sentido es crucial La carretera, de Cormac McCarthy. Cada vez que la familia sube al auto y se enciende el motor, se conecta el celular y suena en la cabina el inicio de esa novela sobre el viaje de un padre y su hijo por un país devastado: "Al despertar en el bosque, en medio del frío y la oscuridad nocturnos, había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado". Bajo la frase laten la soledad y la incomunicación que la trama mantiene silenciadas.
El recurso de la repetición es uno de los tantos pliegues que revelan los discursos antagónicos que conviven hoy en día sobre la infancia. A lo largo del viaje aparecen los niños de Las elegías de los niños perdidos, un libro inventado que leen madre e hijo; los niños migrantes deportados; los hijos de la pareja; dos nenas desaparecidas en un centro de deportación; el niño de la novela de McCarthy; los nenes de El señor de las moscas, la novela de William Golding, y también los "Guerreros águilas", un grupo de niños apaches que nombra el padre en las historias que cuenta mientras "se concentra en la autopista que se extiende ante él como si estuviera subrayando una frase larga en un libro muy difícil".
De ahí que uno de los grandes aciertos en la arquitectura de la novela sea el cambio de narrador en la segunda parte: el hijo mayor de la pareja continúa en primera persona el relato que había iniciado su madre. La voz directa del chico, con la vulnerabilidad y lucidez propia de la infancia, precipita la última parte del recorrido en una secuencia que evoca las escenas desoladoras y poéticas del Comala de Juan Rulfo. El calor, las voces fantasmagóricas, los encuentros inexplicables exponen mejor que cualquier teoría la hipocresía que se mantiene sobre el tema.
Hay cierto abandono del lugar de origen para avanzar tierra adentro en una lengua ajena, que incluso le impidió a Luiselli volver al español para traducir sola su propia obra. Debió pedirle ayuda para hacerlo a su amigo, el también escritor Daniel Saldaña París. En el fondo, elegir una lengua extranjera puede ser un acto de conquista.
DESIERTO SONORO
Por Valeria Luiselli
Sigilo. Trad.: D. Saldaña y V. Luiselli. 476 páginas, $ 940
LA MARAVILLOSA VIDA DE ÓSCAR WAO
Junot Diaz
Random House. Trad.: Achy Obejas
200 páginas$ 799