Las nuevas figuras mediáticas que nacieron con la pandemia
Desde hace un año han aparecido en los medios de comunicación algunas nuevas figuras que van alertando a la población sobre nuevos peligros: el nuevo virus, la nueva cepa o variante, el aumento de casos, el aumento de ocupación de camas, etc. Es decir, a los comunicadores tradicionales o periodistas se han sumado los médicos con la función de comunicar. Sin embargo, en esa tarea se destacan por una característica en particular: mantener elevado el nivel de alerta y preocupación en el televidente. Mientras que en esta época del año, en 2020, la alarma era el nuevo virus desconocido, ahora el motivo de alarma se focaliza en la inminente segunda o tercera ola de Covid-19 y las nuevas variantes. ¿Que tan beneficioso o perjudicial es este tipo de comunicación basado en alarmar a la población? ¿Que tan empáticos son estos profesionales de la salud?
Según la Revista Conamed, de enero-marzo 2015, “la empatía consiste en situarse en el lugar del otro y ser consciente de sus sentimientos, sus causas y sus implicaciones personales”. El lenguaje permite la comunicación óptima, pues es el vehículo no sólo del saber traducido en narrativas, sino de lo emocional. “La emociones están presentes en todos los seres humanos; algunas son denominadas emociones primarias como el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el disgusto y la sorpresa, las cuales van acompañadas de respuestas faciales, motoras, vocales, endócrinas y autonómicas. En la relación médico paciente, la inteligencia emocional coadyuva en el establecimiento de una buena comunicación, en la cual se intenta analizar el papel de la intervención de las emociones en la comunicación durante el encuentro para generar empatía. Los pacientes esperan del médico, además de la resolución de su problema de salud, un soporte emocional y social”.
Si cada uno de los médicos mediáticos tuviera presente que el público que los escucha es similar al paciente que va en busca de curas, soluciones y tratamientos, quizás tuvieran más cautela y empatía al comunicar. Atemorizar a la población nunca es un instrumento adecuado.
En esta catarata de información que se vive día a día, hay algunos temas que no son mencionados por estas figuras mediáticas.
1) En primer lugar, un mismo virus circulando por distintas comunidades, con diferentes recursos sanitarios y composición demográfica tendrá diferente circulación, contagio y mortalidad.
Que la cepa de Manaos infecte más es una inferencia que se realiza en una región con características poblacionales atípicas. No hay evidencias científicas de que esa cepa produzca mayor mortalidad. “En el estado de Amazonas, apenas 14,95% de la población de más de 4,1 millones de personas, tanto en áreas urbanas y rurales, cuenta con una red de alcantarillado, tratamientos y otras alternativas para las aguas residuales, de acuerdo con la información del Sistema Nacional de Información de Saneamiento, una base de datos del gobierno. En Manaos, que se asienta sobre once cuencas hidrográficas, sólo 19,20% de la población está conectada a un sistema de alcantarillado. 53% de las viviendas son favelas.
Según la OMS, el agua y el saneamiento son uno de los principales motores de la salud pública. “Suelo referirme a ellos como «Salud 101», lo que significa que en cuanto se pueda garantizar el acceso al agua salubre y a instalaciones sanitarias adecuadas para todos, independientemente de la diferencia de sus condiciones de vida, se habrá ganado una importante batalla contra todo tipo de enfermedades”, señaló el doctor Lee Jong-wook, exdirector general de la OMS.
Hay regiones donde el problema principal lo genera la pobreza y la falta de acceso al agua potable.
2) La ocupación alta de camas de terapia intensiva se produce todos los años. Antes de la pandemia ya ocurría a causa de otras infecciones respiratorias. Históricamente, en junio, julio y agosto, el sistema de salud sufría estrés con picos que superaban el 70% de ocupación, que sólo eran observados por quienes tenían acceso a datos sanitarios.
3) Todos los años, especialmente en invierno, fallecen decenas de miles de personas a causa de infecciones respiratorias, este año el Covid-19 sustituyó a los virus de otros años y al neumococo. Respecto a las muertes, en 2017 por ejemplo, según las cifras reportadas por el DEIS, 33.504 personas perdieron la vida por gripe y neumonía, 10.264 por insuficiencia respiratoria y 1291 por infecciones respiratorias agudas, lo que arroja un total de 45.059. Es decir, en 2017 un 0,1% de la población falleció por estas causas. ¿Cuanto ha aumentado ese porcentaje en 2020?
Seguir comunicando con sorpresa el fallecimiento diario de personas como si se tratara de un hecho inédito que no sucedía con otros virus o bacterias, es realmente un modo sesgado de transmitir mensajes.
4) El aumento de casos de infecciones respiratorias de marzo a agosto es esperable y se repite históricamente. En un boletín epidemiológico de 2019 se puede observar el patrón estacional de este tipo de enfermedades que hace años conviven con nosotros sin ser mediatizadas. Adelantar sobre un “huracán o tsunami” de contagios, son estimaciones y opiniones que carecen de rigurosidad científica. En el hemisferio norte, aumentaron en el invierno los casos de Covid-19 en forma considerable pero no existió mayor stress en el sistema sanitario que en el 2020. En el Reino Unido, por ejemplo, en enero no se superó el 42% de ocupación.
5) Según el boletín epidemiológico, la mortalidad por Covid-19 se produce en los pacientes con enfermedades crónicas o factores de riesgo. “Pudo observarse que el 84,5% de los fallecidos menores de 60 años tenía al menos una comorbilidad, y entre los mayores de 60 años, el 91,8% registró al menos una comorbilidad”.
6) El rol fundamental del sistema inmune. Un estudio publicado el 3 de septiembre por la revista científica Jama, señala la importancia de la vitamina D. " La vitamina D es importante para la función del sistema inmunológico y se ha demostrado anteriormente que los suplementos de vitamina D reducen el riesgo de infecciones virales del tracto respiratorio”, dijo David Meltzer ( MD, PhD), jefe de Medicina Hospitalaria de la UChicago Medicine y autor principal del estudio. “Nuestro análisis estadístico sugiere que esto puede ser cierto para la infección por Covid-19”. Los hallazgos del estudio sugieren un mayor riesgo de infección por Covid-19 cuando hay deficiencia de vitamina D.
7) La tasa de letalidad del Covid-19 en menores de 70 años es muy baja. La OMS reconoce en su portal que “las tasas de letalidad por infección (por Covid-19) que se calculan tienden a ser mucho más bajas que las estimaciones realizadas a principios de la pandemia”. En personas menores de 70 años, las tasas de letalidad por la infección oscilaron entre el 0,00 % y el 0,31 % con medianas brutas y corregidas del 0,05 %.”
8) No hay evidencias de que “quedarse en casa” reduzca la mortalidad. Un modelo matemático reciente, publicado por la revista Nature, ha sugerido que quedarse en casa no jugó un papel dominante en la reducción de la transmisión de Covid-19.
9) Las infecciones respiratorias vienen siendo, desde hace muchísimo tiempo, la cuarta causa de muerte a nivel mundial: 2.56 millones de personas perdieron la vida en 2017 a causa de ellas y 3.91 millones de personas perdieron la vida a causa de enfermedades respiratorias. Durante esos años la humanidad sobrevivió, con escuelas funcionando y la sociedad trabajando y luchando por sus libertades.
El riesgo de morir a causa de infecciones respiratorias siempre fue elevado para las personas mayores de 65 años. Es especialmente a ese segmento al que hay que darle contención, tranquilidad, prevención y vacunas seguras y efectivas. Omitir comunicar ciertos datos (como los mencionados anteriormente) contribuye a generar una imagen escalofriante de la realidad. El médico debería transmitir calma y recomendaciones que apunten a un bienestar biopsicosocial, sin alterar el estado emocional de su audiencia. Generar pánico no ayuda. A simple vista, se puede observar que el miedo ha enfermado a más gente que el virus.
Ini, licenciada en Psicología, productora, exdirectora de Proyectos de Nielsen Company.
Pérez Baliño, médico, exsecretario de Salud del Ministerio de Salud de la Nación, expresidente de la Sociedad Argentina de Cardiología