Las mujeres que vieron demasiado
Cuando Candie Frazier fue contratada como moderadora de contenidos en TikTok, creía que su tarea consistiría en mirar videos de adolescentes haciendo coreos o de influencers diciéndonos qué hacer con nuestras vidas. Pero terminaría siendo expuesta a videos de abusos infantiles, suicidios, accidentes y asesinatos. En estos días, Frazier demanda a la empresa subcontratante, ByteDance, por los trastornos de estrés postraumático y los graves síntomas de malestar producidos por esta tarea.
Sasha, otra extrabajadora, agrega que su departamento era llamado “el departamento de las pesadillas” y estaba lleno de lo peor de lo peor. Eran obligadas a mirar esos videos hasta el final. Ella y Candie se convirtieron en involuntarias especialistas en maldad humana. Esclavas virtuales de freaks, terroristas y perversos cuyos mensajes circulan por las redes. En tiempos de exhibicionismo, donde la intimidad ya no es lo que antes era y el lado oscuro de lo humano se esconde a la vista de todos.
Y además:
“Ser moderadora de TikTok me hizo daño”, explica Candie, testigo forzado de la caleidoscópica capacidad de maldad humana. No podía dejar de pensar en lo que había visto durante el resto del día y en su cabeza no paraban de sonar las canciones del ISIS. “Me ha hecho perder la confianza en la gente”, concluye.