Las lecciones de una visita
WASHINGTON
La llegada de Alberto Fernández a Washington en marzo último sorprendió a muchos en esta ciudad. En los más de tres años que llevaba como presidente, nunca antes había visitado la capital norteamericana, y en ese período la relación entre Estados Unidos y la Argentina ha tenido altibajos.
Sin embargo, la breve visita del presidente excedió las expectativas en EE.UU. Mejor aún, la visita demostró que hay un gran potencial para mayor cooperación entre dos de los países más grandes del hemisferio. Los valores que Estados Unidos y la Argentina comparten son fundamentales para la relación entre ambos países, aunque el gobierno de Fernández ha sido inconsistente en su apoyo a la democracia y los derechos humanos en el extranjero. La administración de Fernández demuestra solo ocasionalmente su inconformidad con la represión en Nicaragua, el aumento del número de presos políticos en Cuba y la tortura en Venezuela. A Fernández parece no molestarle la erosión democrática en El Salvador y Guatemala. Peor aún, ha usado la presidencia temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) para hacer a los dictadores sentirse más cómodos en la región, proclamando la “unidad en la diversidad”. Particularmente notorio fue el aparente apoyo de Alberto Fernández a la invasión de Rusia a la democrática Ucrania, habiendo viajado a Moscú mientras las tropas se preparaban para la guerra y ofreciéndole la Argentina a Vladimir Putin como la “puerta de entrada a América Latina”. En su agenda doméstica, los enfrentamientos de Fernández con la Corte Suprema desafían la separación de poderes justo en el año en el que la democracia argentina cumple 40 años.
En Washington, sin embargo, Fernández y Biden parecían estar en perfecta sintonía. Un comunicado de la Casa Blanca resaltó que los dos países acordaron “cooperar y fortalecer las instituciones democráticas”. Aunque este lenguaje no es nada extraordinario para los Estados Unidos, Fernández fue excepcionalmente claro con sus comentarios en esta materia. “Condenamos la invasión de Rusia a Ucrania, que ha traído graves consecuencias”, dijo Fernández en Twitter tras su reunión con Biden en el Salón Oval. “El gobierno del presidente Biden, como nuestro gobierno, ve a la democracia y los derechos humanos como objetivos centrales para el desarrollo”, resaltó Fernández en una conferencia de prensa.
Por lo general, Fernández ha tendido a devaluar la relación bilateral entre Estados Unidos y la Argentina, o quizás ha sobrepuesto ciertas consideraciones de la política interna a esta relación. En junio de 2022, Fernández solo asistió a la Cumbre de las Américas cuando se le prometió una invitación a la Casa Blanca, y usó la conferencia para insultar al anfitrión por no invitar a los caudillos latinoamericanos. En Washington, sin embargo, Fernández se mostró entusiasmado con la relación entre la Argentina y EE.UU. “Estoy convencido de que se han abierto las puertas para un trabajo estratégico y en conjunto con los Estados Unidos”, dijo Fernández. “Nada está fuera de nuestro alcance si trabajamos unidos”. Esa actitud pragmática del Presidente lo ha ayudado a generar buena fe con Estados Unidos. Biden recibió a su homólogo en el Salón Oval y luego pasó una hora con él en la Sala del Gabinete, acompañado por su asesor de Seguridad Nacional y los secretarios de Estado y del Tesoro. La visita, aseveró Biden, sentó las bases para el “próximo siglo” de esta relación bilateral. Ya se están moviendo hacia los próximos pasos; días después del viaje presidencial, la subsecretaria de Estado de EE.UU. visitó Buenos Aires.
Fernández presumió del apoyo de Estados Unidos a la Argentina en el Fondo Monetario Internacional. El tono cordial de la conversación entre Fernández y Biden también permitió un diálogo sobre cómo Estados Unidos puede apoyar al liderazgo de la Argentina a nivel global sobre todo en materia de agricultura, energía y producción de minerales para la transición energética.
Al fin y al cabo, es probable que la visita termine siendo inconsecuente. A Fernández le queda menos de un año en el poder y la Argentina está sumida en el caos. La inflación de tres dígitos y la falta de crecimiento económico limitan las posibilidades de que la Argentina pueda asumir un rol de liderazgo de cualquier tipo en el futuro cercano. Aun así, el éxito de la visita le deja varias lecciones a la Casa Rosada. Primero, como el embajador argentino en EE.UU., Jorge Argüello, y el ministro de Economía, Sergio Massa, han mostrado, Estados Unidos le da la bienvenida con bombos y platillos a cualquier dirigente de la Argentina, peronista o no, dispuesto a cooperar con Estados Unidos. Segundo, la relación bilateral es más productiva cuando la Casa Rosada está dispuesta a ir más allá de los tradicionales temas de conversación, la deuda y las Islas Malvinas. Tercero, el apoyo a la democracia y a los derechos humanos son valores compartidos y deben guiar la relación bilateral. Finalmente, las relaciones entre la Argentina y Estados Unidos tienen un gran potencial y no deben de depender de los objetivos de la política interna de la Argentina.
Director del programa América Latina del Woodow Wilson Center y exdirector para América del Sur del Consejo de Seguridad Nacional de Barack Obama