"Las guerras preventivas van a ser necesarias"
El prestigioso politicólogo italiano considera que, ante el desarrollo de las armas químicas y bacteriológicas, tarde o temprano deberá ponerse en práctica la doctrina Bush; sin embargo, se opone a un eventual ataque unilateral norteamericano contra Irak porque, en su opinión, la reacción del mundo islámico será muy superior a lo visto hasta ahora
ROMA.- Apenas abre la puerta de lo que él llama su pied á terre romano, se le escapa la primera ironía: "Me gustaba la Argentina... antes de que los propios argentinos se ensañaran con ella", dice Giovanni Sartori, politicólogo de prestigio mundial y precursor de la enseñanza de las ciencias políticas en Italia. ("Todos los demás son como hijos míos", se jactará más tarde, en referencia a la Facultad de esa disciplina que impulsó en los años sesenta.)
Liberal y conocedor como pocos de la arquitectura constitucional de las democracias modernas, el pensamiento lúcido y temerario de este clásico de las ciencias políticas ha suscitado siempre un sinnúmero de polémicas. La más antigua data de cuando en tiempos de Enrico Berlinguer calificó al Partido Comunista Italiano (PCI) como un "antisistema" político, apoyándose en el hecho de que su otrora adhesión al marxismo-leninismo lo reducía a esa figura.
Inmediatamente después del Mayo Francés, Sartori advertía sobre el advenimiento de la asnocracia, es decir, el triunfo de los asnos. Una postura que volvió a enfatizar en Homo Videns , al referirse a la supremacía de la imagen por sobre el hábito de la lectura; ergo, de la abstracción.
Intelectual combativo, cuestionó la apertura indiscriminada a la inmigración, ya que las "culturas de difícil asimilación o las religiones fuertemente dogmáticas son incompatibles con las sociedades pluralistas y abiertas de Occidente". Y sin amilanarse, le apuntó directamente al islam.
Las más recientes de sus provocaciones convulsionaron el agitado escenario político italiano cuando, desde su columna del Corriere della Sera, primero, dio por muerta a la coalición de El Olivo. Una lectura que la centroizquierda no le perdonó y que en este caso, por tratarse del partido opositor a Berlusconi, del que Sartori es visceralmente crítico, fue como una chispa lanzada en terreno inflamable. Pero para atizar aún más el fuego hizo pública su adhesión a la teoría de la guerra preventiva, en un país de arraigada tradición católica y dividido "entre pacifistas ciegos y pacifistas pensantes". "Tarde o temprano, la guerra preventiva será necesaria", sentenció.
Como un chico travieso, Sartori parece divertirse con las consecuencias de sus palabras. Y se lo reconoce a LA NACION, en su búnker romano a metros del Tevere: un histórico edificio sobre un pasaje pétreo y estrecho, donde la música de Mozart expulsa el barullo de la vecina plaza Campo di Fiori. Allí, sin solemnidad ni protocolos, este florentino vital, deslumbrado por la "agudeza e inteligencia" de José Ortega y Gasset, sirve una copa de vino blanco en el momento de comenzar el diálogo: "Vamos a conversar mejor así", impone, con cierta picardía.
-Entre los argumentos con los cuales defiende la rabia de Oriana Fallaci contra el mundo islámico, usted señala que "nunca es lícito comparar la violencia del que empieza con la violencia del que se defiende..."
-Antes de que siga le aclaro que sólo digo que Oriana tiene razón no por lo que ella sostiene, lo cual sería ya muy fuerte, sino por los argumentos estúpidos que usan sus detractores para refutarla. Si con esto demuestran que ella está equivocada -pienso-, entonces Fallaci debe tener razón... (larga una carcajada) .
-¿Es de los que se "divierten" buscando las fallas del pensamiento ajeno?
-Claro, soy muy croceano (por el escritor y filósofo Benedetto Croce), que ha escrito que algunos piensan contra otros. Yo pienso contra los estúpidos, tengo un pensamiento lógico-filosófico, pero sobre todo lógico. Así que las barbaridades que encuentro en el diario de un día me sirven para divertirme durante toda una semana. Pero, además, los florentinos tenemos un gran espíritu crítico y somos bastante malitos en nuestros juegos dialécticos...
-Decía que la noción de guerra preventiva contra Irak rompe ese orden del que primero actúa con violencia...
-La guerra preventiva es una noción nueva, aunque siempre existió: antes de la Guerra del Golfo, cuando Israel destruyó con sus dos aviones el reactor nuclear iraquí, no se desató una guerra, pero eso fue claramente un acto de guerra preventiva, justo y útil. Federico II de Prusia, antes de ser atacado, atacaba primero. También Napoleón. Es en la doctrina moderna del derecho internacional cuando la guerra preventiva desaparece, porque entra en la categoría de guerra de represión. Aceptamos las guerras defensivas pero no las ofensivas, porque luego del baño de sangre de las dos guerras mundiales, Europa se volvió pacifista...
-Pero la UE está ostensiblemente dividida frente a la cuestión iraquí... Inglaterra, España y hasta hace muy poco Italia apoyaban incondicionalmente a Bush...
-Hay que distinguir entre el problema concreto de Estados Unidos con Irak y la teoría de la guerra preventiva. Porque en la guerra contra Irak entra en discusión el histórico antiamericanismo dentro de los países europeos y el control del petróleo. No me voy a meter en eso, sino en la teoría de la guerra preventiva. Yo sostengo que la guerra preventiva no es que sea necesaria en este momento, pero sí que tarde o temprano, nos guste o no, lo será. Nos enfrentamos al nuevo fenómeno, al que Umberto Eco y yo llamamos "la guerra difusa": no hay más enemigos ni fronteras identificadas, no se sabe de dónde provienen las amenazas; se sabe sólo que te pueden masacrar en un instante por el poder destructivo que tiene la tecnología hoy. Esto es lo nuevo y viene con la tecnología de las armas químicas y bactereológicas, cuyos efectos, como lo hemos visto, no son controlables. Ante este nuevo escenario, es lógico que se legitime la teoría de la guerra preventiva, la cual yo justifico plenamente. Porque este tipo de guerras hace de los ataques algo peligrosísimo y de la defensa algo muy difícil. Ahora, que esta teoría se aplique concretamente para el caso de Irak es una discusión completamente distinta con la cual no estoy de acuerdo.
-¿Por qué?
-Soy contrario al ataque unilateral de Estados Unidos y no porque crea que Saddam Hussein sea bueno, esté desarmado y no tenga armas químicas y bactereológicas, que seguramente las tiene y no dudaría en usarlas. Me opongo porque creo que la reacción del mundo islámico será aún más terrible de lo que venimos viendo en Bali, Yemen, Kuwait, Filipinas. Berlusconi no tomó en cuenta eso cuando se alineó con Bush. Los "Estados canallas", como Bush los llama, unidos, pueden ser la gran amenaza de Occidente, con el arsenal de armas de destrucción masiva. No se puede decir que todo el islam participa de este terrorismo global. Pero sí que el islam ha producido un fundamentalismo que es belicoso y que alimenta el terrorismo global y la guerra difusa.
-Después de años de pensar en el progreso y de discutir sobre los efectos nocivos o no de la tecnología, ¿ahora ese debate llegó a su fin?
-No. La tecnología, como el saber, influyen tanto en el bien como en el mal. En el contexto de la violencia y la guerra, la tecnología es pésima, porque ha multiplicado en millones de veces su poder destructivo. Esto lo he escrito en los años setenta; lamentablemente he sido buen profeta cuando dije que habría una gran desproporción entre la capacidad de ofensa, que sería fortísima, y defensa, mucho más limitada.
-¿Lo preocupa la división en la que puede caer la UE por una posible acción unilateral de Estados Unidos?
-No, ésa no es una herida grave. Occidente se ha desarmado y le ha hecho pagar por su seguridad a la única superpotencia que puede usar este instrumento de la guerra preventiva. Ahora no se puede lamentar por no tener voz ni voto. No se puede querer todo: que el armamento lo pague otro, que te proteja y luego decirles que no, que contra Irak no pueden actuar. Los americanos no son belicistas. Hacen la guerra sin muertos. No tienen un instinto imperial, todas las guerras del siglo pasado las han hecho sin quedarse con ningún territorio y han ayudado a liberar a Europa. A mí no me preocupa si el ejercicio de la guerra preventiva apunta a las naciones democráticas, que tienen autocontrol sobre la guerra. Son las dictaduras las que son peligrosas.
-¿Fue un error en su visión que países como Italia, por ejemplo, hayan renunciado a su carrera armamentística?
-No lo sé. Sólo digo que la supremacía militar de Estados Unidos se debe al hecho que ningún otro país se ha armado. Pero si no hubiese sido por Estados Unidos, ahora seríamos todos Estados conquistados por los países comunistas y de la Unión Soviética... Ahora, si Europa quiere hacer valer su voz, deberá armarse en el futuro.
-Usted fue uno de los primeros en advertir que el mundo había cambiado después del 11 de septiembre. Concretamente, ¿de qué manera cambió?
-Lo que cambió es la conciencia de la gente: se entendió finalmente que vivimos en un mundo terriblemente inseguro, peligroso y bajo la amenaza de ataques que cada vez pueden ser peores.
-¿Qué influencia les atribuye a los medios norteamericanos, por ejemplo, en el apoyo de gran parte de la opinión pública de ese país a Bush, respecto de que los ataques preventivos son necesarios?
-Estados Unidos se convence de que la guerra es necesaria cuando ve el desplome de las torres; el terrorismo como espectáculo no hizo que la gente comprendiera lo que es el fundamentalismo religioso, pero la gente se sensibilizó frente a ese problema. En el mundo islámico sucede otra cosa: es la propia TV la que incentiva el odio y la venganza del islam, cuando lo único que ven son las imágenes de los israelíes aplicando represalias a los palestinos. Así el odio se exacerba. Pero detrás de todo eso hay algo muy grave: un analfabetismo de las audiencias en temas de política exterior que hace a las masas muy manipulables.
-¿Esa es la gran contradicción?
-Sí. Hoy prácticamente no hay una opinión pública rigurosamente formada en los asuntos internacionales. Eso es culpa de la TV en mayor grado y de los diarios también. Así se forman audiencias analfabetas en temas decisivos. La política exterior existe, como dice Walter Lipman, sólo en el público fantasma. Y esto se podría revertir en algún sector importante, por ejemplo, si los diarios brindaran más información sobre estos temas. Porque si uno tiene la suficiente información para comprender un problema, se crea el interés por comprenderlo. Pero si uno no la tiene, directamente pierde el interés. Así que vivimos la paradoja de estar frente a un suprapoder a espaldas del cual hay una opinión pública que no sabe nada del mundo. Si los italianos no lo saben, está bien..., pero si no lo saben los propios americanos, la cosa es mucho más grave.
-A partir de los sucesos del teatro Dubrovka, ¿cree que fueron válidos los severos cuestionamientos que le hizo la izquierda europea a Putin por el modo de actuar?
-Hay una cosa clara: la ética rusa es dura y cruel, tiene una tradición estalinista, que no tiene nada que ver con el instinto natural de compasión occidental y con el valor que aquí se le da a la vida humana. La primera preocupación de Putin fue la eliminación de los terroristas, eso está claro; sólo después, todo lo demás. Sin embargo, nadie puede asegurar que hubo desde un principio un desprecio manifiesto por la vida de los rehenes, como dijeron muchos diarios europeos. Hubo errores involuntarios, técnicos, los cuales en Italia, es cierto, pondrían a un premier y a sus colaboradores directos bajo proceso criminal. Pero ciertas críticas son injustas porque en ese caso toda negociación con los terroristas resultaba imposible...
-Pero desde un punto de vista ético, ¿puede y debe un Estado actuar vulnerando los derechos individuales de los propios ciudadanos, como es el derecho a la vida?
-Ese es un falso dilema ético, porque fueron primero los terroristas los que les violentaron ese derecho. No hubo alternativa ni otra solución posible. El que no acepta esto es porque verdaderamente no entiende el problema.
-Si algo bueno se puede extraer de los sucesos rusos, ¿no es precisamente el hecho de que se sinceró el tema de la producción de armas químicas por parte de otros Estados que no son precisamente los pertenecientes al llamado "Eje del mal"?
-Sí, la opinión pública entendió finalmente que son bastantes los países que las tienen, y que llegado el caso las usarán. Lo que hay que diferenciar claramente es quiénes son los que las tienen, para entender de qué modo están dispuestos a usarlas.
-Por último, ¿qué otros debates importantes cree que se están perdiendo los intelectuales italianos, absortos excluyentemente en dos cuestiones: Irak y Berlusconi?
-Los intelectuales ven lo que pueden ver, pero en este momento todo es secundario respecto de estos dos elementos que se unen y son muy intensos: guerra y paz; Berlusconi, conflicto de interés o no. Esto polariza las pasiones y la intensidad de los sentimientos. Seguramente, hay otras cuestiones a las que se debería prestar atención. Pero con estas dos juntas, ¿quién desea hacerlo?
Perfil
- Giovanni Sartori es un clásico de la ciencia política en el nivel mundial. Nació en Florencia en 1924. Esta separado y tiene una hija, Ilaria, médica, que reside en Nueva York.
- Como buen florentino, está habituado a las cosas bellas. En su ciudad natal vive a pasos del Ponte Vecchio, sobre el Arno; en Nueva York, hace años reside en un antiguo edificio frente al Central Park. Pero pasa muchas jornadas en Roma, "para observar más de cerca el escenario político".
- Graduado en Ciencias Sociales en 1946, en la Universidad de Florencia, fue uno de los impulsores de la creación de la primera Facultad de Ciencias Políticas en Italia, la Cesare Alfieri. Hasta entonces había enseñado Historia de la Filosofía Moderna, Lógica y Doctrina del Estado.
- Ejerció también la docencia en las universidades estadounidenses de Stanford, Harvard, Yale y Columbia, de la que es actualmente profesor emérito.
- Es doctor honoris causa de la Universidad de Georgetown, Washington.
- En 1971 fundó la Rivista Italiana de Scienza Política (RISP), una publicación de prestigio mundial en la especialidad.
- Desde 1988 es vicepresidente de Societá Libera, una institución que tiene como fin el estudio y la promoción de los ideales liberales en los diferentes sectores y ramas de la sociedad.
- Lleva publicados más de 30 libros traducidos a varias lenguas: Qué es la democracia, Ingeniería Constitucional Comparada, Teoría de la democracia, Partidos y sistemas partidarios. Elementos de teoría política, Homo Videns y La sociedad multiétnica .
- Actualmente prepara el lanzamiento de su nuevo libro: Las fallas de la Tierra , en el que analiza los desastres ecológicos y habla de un plan de reducción de la población mundial. "Me opongo enfáticamente al Papa en esta cuestión y considero su postura en contra del control de natalidad injustificada teológicamente; además, está destruyéndonos."
La Argentina y Brasil, países ingobernables
"América latina se ha equivocado de una manera pertinaz en el pasado en su teoría de desarrollo -afirma Giovanni Sartori-. Yo veo como una gran preocupación el Brasil de Lula, porque si se cae, América del Sur no se levanta más. ¿Que me expliquen con qué recursos Brasil va a combatir la pobreza, que es la razón por la cual el electorado brasileño votó a Lula? Hay algunas cuestiones fundamentales a las cuales parecería que Brasil y la Argentina no les prestan atención, que radican en el hecho de que, desde el punto de vista constitucional, ambos son países ingobernables. Han diseñado una Constitución que no los ordena, sino que los vuelve ingobernables: su federalismo impide frenar el gasto. No se controla el déficit ni en la Argentina ni en Brasil porque no tienen el instrumento constitucional para hacerlo. Si yo tuviera que darles un consejo, les diría que revisaran este punto en su Constitución."