Las fatigas de la democracia preocupan a los expertos
Más de dos mil especialistas reunidos en el Congreso Nacional de Ciencia Política reflexionaron sobre los problemas actuales del sistema democrático, gestados en su propia dinámica
Más de dos mil científicos expertos en diversos aspectos de la política y la gestión estatal se reunieron hace poco más de una semana en una nueva edición del Congreso Nacional de Ciencia Política, para intercambiar el conocimiento acumulado en sus investigaciones y estudios. Organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), asociación que nuclea a los politólogos a nivel nacional, se trata de uno de los congresos más importantes de toda América Latina en el ámbito de las ciencias sociales.
¿De qué hablaron estos expertos? De muchos temas, puesto que como cualquier otra disciplina científica, la ciencia política (incluyo en ella a los estudios de las relaciones internacionales) ha desarrollado variados campos específicos de especialización. Sin embargo, todos sus temas de estudio tienen, salvo contadísimas excepciones, el objetivo de preservar y mejorar la democracia, la eficacia del Estado y la calidad de vida de sus ciudadanos y ciudadanas.
Una de las preocupaciones que sobrevoló todo el congreso es que tanto en la Argentina como en otros países, los problemas de la democracia son ahora producidos por la propia democracia, y por lo tanto es difícil encontrar soluciones sin afectar de alguna forma al propio sistema que se busca defender y profundizar.
Ciudadanos críticos
Por ejemplo, existe un gran consenso entre los especialistas en que, por diversas razones, la democracia necesita partidos políticos fuertes en su organización y coherentes desde el punto de vista programático. Sin embargo, hoy la democracia produce partidos que, buscando lógicamente ganar las elecciones, apuestan al desarrollo mediático o digital en desmedro de lo territorial, y a los liderazgos personales con discursos ambiguos e incoherentes en lugar de propuestas claras y consultadas. El resultado muestra ciudadanos democráticos cada vez más críticos de la representación democrática.
Un destacado invitado europeo sostuvo que la democracia latinoamericana está fatigada. Hay malestar, malos resultados económicos, desigualdad persistente, volatilidad electoral, dilución de las identidades. Pero en algún punto estos problemas son análogos a los de otros países del mundo en los que también hay, como entre nosotros, alternancia en el gobierno, corruptos presos, alta participación y mayor participación de las mujeres.
Sin embargo, hay que estar atentos, porque la fatiga puede abrir la vía al triunfo electoral de líderes con discursos y prácticas autoritarias, o en el extremo, al desgaste y la asfixia de la democracia y sus derechos más básicos a partir de procesos originariamente democráticos, como en el caso del chavismo venezolano.
¿Cómo cuidar entonces a la democracia de sus propios hijos? La cuestión es bien difícil y crucial. Máxime en nuestra región, cuando lo que sabemos que hay que hacer es prácticamente imposible de implementar. Por ejemplo, sabemos que fortalecer las instituciones es importante para disminuir la discrecionalidad de los que tienen el poder y para generar órdenes legítimos perdurables, pero en más de tres décadas de democracia hemos visto que las instituciones no son suficientes si, por conveniencia política o por incapacidad estatal, los propios gobernantes no las aplican o las cambian demasiado seguido, o imparten sus sanciones solo a los grupos que no se resisten a la autoridad.
Mejor burocracia
Esto nos lleva a otra área de especialización de los politólogos: la de los estudios de la administración pública. En este campo hay gran consenso en que la Argentina necesita profesionalizar su burocracia, aunque eso no será suficiente.
Sabemos, por ejemplo, que las políticas públicas dan mejores resultados si todas las oficinas del Estado implicadas de alguna forma con ellas están comprometidas e intercambian información y recursos para mejorar la efectividad del Estado en su implementación. Pero hasta ahora no se ha podido abrazar del todo esa idea porque luego cada oficina privilegia sus objetivos particulares y descuida el diálogo con otras dependencias de un Estado tremendamente complejo y heterogéneo. El resultado es la fragmentación de la acción estatal, la ineficacia y el derroche de los recursos públicos.
Por otro lado, la democracia argentina ha dado resultados económicos desastrosos, pero ha logrado algunas políticas paliativas exitosas: los expertos coinciden en que la Asignación Universal por Hijo superó los esquemas precedentes en cuanto a la seguridad y la certeza en los ingresos de las familias receptoras, pero no respecto de las condicionalidades sanitarias y educativas.
Otro aspecto esencial para la estabilidad y la salud de la democracia es el de las políticas de seguridad, que necesita evitar generalizaciones rápidas y sesgadas. A los debates sobre la "militarización" de la seguridad y la "mano dura" se suman inconsistencias operativas de medición que deberían ser revisadas, como por ejemplo asumir que una mayor población penitenciaria es un indicador de un mejor desempeño policial.
Finalmente, otro tema importante son las reglas electorales con las que tendremos que, en el mejor de los casos, seguir dirimiendo nuestras diferencias. Si bien la ley de financiamiento de la política y la de paridad de género son avances, hay consenso entre los expertos en la pertinencia de avanzar tanto hacia la profesionalización de la administración electoral en las provincias como hacia un instrumento de votación donde las boletas (en el formato que se decida) sean provistas por el Estado. El actual sistema de financiamiento estatal para que los partidos las impriman ha aumentado las sospechas y las desconfianzas de la ciudadanía hacia la política.
En suma, tenemos un país lleno de males. Por supuesto, no es el único país con problemas, pero los nuestros son, al menos a los ojos de los observadores extranjeros, increíblemente autoinfligidos. Nuestra cuadratura del círculo consiste en encontrar los remedios a la democracia dentro de la democracia. Pero ¿es posible esto en medio de un escenario electoral polarizado y polarizante?
Intolerancia
La ciencia política sabe que la fragmentación excesiva del poder político es negativa, y entonces es saludable la concentración de preferencias en alrededor de cinco o menos alternativas, según los casos. Sin embargo, la división en dos campos, añorada por décadas, puede engendrar hijos perversos si es más centrífuga que centrípeta: cuando la patria, la equidad o la república dependen exclusivamente de mi triunfo, estamos en la antesala de la intolerancia y otros males mucho peores, que nosotros y otros países ya hemos conocido.
En definitiva, no hay muchas reuniones de expertos que tengan la importancia estratégica para nuestro país que tienen los congresos nacionales de ciencia política. Si bien allí no hay recetas mágicas ni todos sus participantes convergen absolutamente en los remedios o la posología, científicos y académicos encuentran en sus intercambios muchos elementos de nuestras frustraciones.
En las horas difíciles, las dirigencias tienen la oportunidad de eludir los atajos y buscar alternativas para comprender, interpretar y explicar los problemas en busca de mejoras aceptadas por todos y sustentables en el tiempo.
Un congreso convocante
. El XIV Congreso Nacional de Ciencia Política se realizó entre el 17 y el 20 de este mes, bajo el título "La política en incertidumbre. Reordenamientos globales, realineamientos domésticos y la cuestión de la transparencia".
. Fue organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) y la Universidad Nacional de San Martín, a cuyo campus asistieron más de 2000 politólogos y politólogas, provenientes de más de 300 instituciones, de más de 20 países.
. Se realizaron 598 paneles, entre los cuales se contaron 73 mesas especiales y 12 conferencias magistrales. Además, el congreso contó con la participación de más de 40 políticos, funcionarios y periodistas invitados.
Licenciado en Ciencia Política y doctor en Ciencias Sociales; presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP)