Las dos opciones de Cambiemos: Macri y Larreta o Macri vs Larreta
Un año después, Juntos por el Cambio vive del recuerdo del 41 por ciento, especula con los resultados del gobierno de Alberto y Cristina, se ilusiona con la resistencia a banderazos de su núcleo duro y sufre los dolores de la reconstrucción de su liderazgo. Y, además, juega una parte significativa de su destino en la puja o el entendimiento de sus dos hombres claves: Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.
Esa mezcla contrapuesta sostiene la ambición de recuperar el poder en un sistema de dos fuerzas que remeda, pero no repone, al viejo bipartidismo.
Falta un elemento y se mantiene otro de aquel tiempo en el que Mauricio Macri derrotó por muy poco a Daniel Scioli, en la lejana primavera de 2015.
La cohesión del peronismo no es necesariamente la de todo su electorado, como tampoco las penurias económicas, que tanto pueden agravarse como recibir la bendición de un viento de cola
Son dos variables claves. Por una parte, la división del peronismo, el decisivo cambio político que hizo posible la llegada al poder de Mauricio Macri, se esfumó cuando Cristina Kirchner logró rearmar bajo su jefatura ese rompecabezas. La fórmula se completa con la recesión y el empobrecimiento, los factores económicos que debilitaron al kirchnerismo, que se mantienen ahora alimentados por la pandemia y por los barquinazos del peronismo reunificado.
Pero nada es eterno. Y la cohesión del peronismo no es necesariamente la de todo su electorado, como tampoco las penurias económicas, que tanto pueden agravarse como recibir la bendición de un viento de cola –vía commodities– que compense el hundimiento del sistema productivo interno.
No son los únicos factores a considerar para la supervivencia de Juntos por el Cambio. Si es verdad que su propia existencia parece no correr riesgo, lo que es sí es una enorme duda es si tiene la habilidad y la decisión para volver al poder. Hay por lo menos dos vías sobre las que trata de construirse ese regreso: la reafirmación del liderazgo de Macri y la proyección presidencial de Horacio Rodríguez Larreta. En un punto más próximo que lejano, esas rutas se cruzarán.
Macri se alimenta de las diferencias con Cristina y su condición de contracara lo sostiene como el líder que pone frenos a la radicalización; Larreta, en cambio, hurga en el peronismo moderado
Macri desearía que Rodríguez Larreta esperara más tiempo bajo su mando. Como los viejos políticos que tejían su candidatura en la intimidad de múltiples reuniones, el jefe de gobierno porteño explica su proyecto y trata de subir gente a su propio tren.
El expresidente se alimenta de las diferencias con Cristina y su condición de contracara lo sostiene como el líder que pone frenos a la radicalización de la Argentina. Larreta, en cambio, hurga la posibilidad de recuperar el voto centrista que se fue con Alberto y Cristina. Son los votos que alguna vez representaron peronistas como Sergio Massa y algunos caciques del interior, pero que no necesariamente siguen bajo su control.
La situación también podría resumirse así: Macri concentra el antikirchnerismo y Rodríguez Larreta quiere atraer los votos peronistas y hasta independientes que fluctúan en cada elección y definen el resultado. Lo que pueda retener Macri servirá como punto de partida; lo que consiga Larreta se descontará del caudal del actual oficialismo.
En medio de una cultura política en la que predominan el personalismo, una administración inteligente de la escasez sería el único remedio que evite un choque entre los líderes de Juntos por el Cambio
A Macri lo sostienen factores políticos y una idea de resistencia y rechazo en defensa de valores republicanos. Larreta, en cambio, tiene por delante demostrar –otra vez, como tantos otros– que un no peronista cuenta con una propuesta económica y social atractiva para votantes que cambian de alianza partidaria según la circunstancia. Eso se suele llamar pragmatismo.
¿Es ese un juego que estallará por dos egos enfrentados o ambos encontrarán que, al fin, pueden resultar complementarios? En medio de una cultura política en la que predominan los personalismos, una administración inteligente de la escasez sería el único remedio que evite un choque.
Hay además otros jugadores por ahora complementarios, pero igualmente importantes si Juntos por el Cambio quiere ser algo más que un episodio efímero. Y, por si fuese poco, tiempos que no pueden ignorarse.
Para saber si tiene futuro de nuevo gobierno, la oposición primero debe demostrar en 2021 que es mucho más que lo que fue y que lo que es. Nada menos.