Las ciudades, ante el cambio climático
En diciembre último se realizó en Madrid la 25° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU, más conocida como COP 25. Las negociaciones entre los líderes mundiales evidenciaron la brecha entre lo que la ciencia y los ciudadanos demandan y los compromisos que los Estados están dispuestos a asumir. Mientras millones de jóvenes se movilizan junto a la activista Greta Thunberg para reclamar políticas frente al cambio climático, los líderes de los principales países emisores no logran generar compromisos suficientes para frenar la crisis climática.
En este complejo escenario internacional, las ciudades deben decidir cómo posicionarse. Si bien ocupan el 3% de la superficie terrestre, representan más de dos tercios del consumo de energía y el 70% de las emisiones de carbono. Los autos, la basura que generamos y la energía que consumimos en oficinas, comercios y hogares impactan en el clima. Por eso, las transformaciones que logremos en el mundo urbano pueden generar un cambio a nivel global.
En los últimos años, ciudades de todo el mundo decidieron protagonizar la batalla frente al cambio climático. Tal como hicieron París, San Francisco y San Pablo, Buenos Aires se comprometió a ser una ciudad carbono neutral para 2050. Esto quiere decir que la ciudad se comprometió a reducir drásticamente las emisiones que contribuyen al calentamiento global.
Para lograrlo, estamos elaborando un nuevo plan de acción climática alineado con el Acuerdo de París, que fija el objetivo de limitar el aumento de la temperatura media a nivel global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales. Este compromiso implica profundizar las políticas de movilidad limpia y de bajas emisiones, como la red de Ecobici, y continuar promoviendo las mejores opciones de transporte público, como el subte y el metrobús. También exige un consumo más eficiente de la energía, que comenzará por todos los edificios públicos de la ciudad. Entre otras medidas, seguiremos impulsando el reciclaje y sumaremos 100.000 nuevos árboles, que contribuirán a absorber los gases que causan el calentamiento global. Estas son algunas de las iniciativas de un plan mucho más ambicioso que implementará la ciudad en los próximos cuatro años. Pero frenar la crisis climática exige un compromiso mucho mayor, que involucra a gobiernos, empresas, universidades, organizaciones de la sociedad civil y a todos los ciudadanos.
La transición hacia un modelo más sostenible es un camino que todas las ciudades del país debemos recorrer. Aunque los efectos del cambio climático impactan de manera desigual en las regiones, en cuestiones como la energía, el transporte o la gestión de residuos podemos implementar políticas públicas alineadas con estándares ambientales más ambiciosos. De hecho, en la Argentina ya tenemos muchas ciudades con experiencias exitosas, que van desde innovaciones en materia de energía solar y eólica hasta incentivos para que cada vecino pueda generar su propia energía limpia. Esta es, sin dudas, una agenda en la que las ciudades podemos cooperar en todo el país.
La cooperación de las ciudades frente al cambio climático no es nueva. Cuando, en 2017, Donald Trump anunció que retiraría a los Estados Unidos del Acuerdo de París, los alcaldes de Pittsburgh, Nueva York, Boston y Los Ángeles, entre otras urbes, ratificaron los compromisos en sus ciudades.
En noviembre de este año, Buenos Aires presentará su propio Plan Carbono Neutral 2050 en la COP 26, en Glasgow. Será la primera vez que las ciudades presenten sus planes y un primer paso clave para saldar una brecha urgente.
Secretario general y de Relaciones Internacionales de la Ciudad