Las cinco frases más memorables de Svetlana Alexiévich al recibir el Nobel
La escritora bielorrusa hizo gala de su ácida visión de la cultura rusa al aceptar el máximo galardón literario, entregado hoy en Estocolmo
Voces de Utopía es una "obra maestra literaria y moral", en la que la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich traza "la historia mental de los ciudadanos soviéticos que ella asocia a una tumba, a un baño de sangre y a un diálogo interminable entre verdugos y víctimas lo más oculto posible", explicó el presidente del Comité Nobel de Literatura, Per Wästberg, al entregar esta tarde en Estocolmo el máximo galardón literario a la escritora. La autora de Voces de Chernóbil es "como una taquígrafa en un alto tribunal, enumera las injusticias (...) Aquí están las palabras de cientos de testigos por primera y única vez. Sin ella, nunca habrían visto la luz".
En su discurso de aceptación del premio en ruso, anteayer, la escritora demostró una vez más su ácida visión de la cultura de ese país, de ese homo sovieticus que domina su obra, dejando un puñado de frases contundentes. Alexiévich describió el momento actual como "un tiempo de segunda mano". Un tiempo de esperanza que "ha sido sustituido por el momento del miedo", donde "es difícil hablar de amor".
La ceremonia de premiación no será retransmitida por la televisión pública bielorrusa. Aquí los pasajes salientes.
"Los rusos no entienden de libertad".
"Las dos palabras más importantes de Rusia son guerra y prisión".
"Nadie tiene energía para una nueva revolución".
"Nuestra vida se debate entre caos y cuarteles".
"El comunismo no ha muerto, su cadáver está vivo".
"Los rusos hacen la guerra a los ucranianos. A sus hermanos. Mi padre es bielorruso y mi madre ucraniana. Hay muchos en esta misma situación. Los aviones rusos están bombardeando Siria".
"¿Cuándo se nos derrumbó el imperio? Anteriormente, el mundo estaba dividido: había verdugos y víctimas —que fue el gulag; hermanos y hermanas— que era la guerra; el electorado —era parte de la tecnología y el mundo contemporáneo—. Nuestro mundo también había sido dividido en quienes fueron encarcelados y quienes encarcelaron; hoy hay una división entre eslavófilos y occidentalistas, ‘fascistas-traidores’ y patriotas. Y entre los que pueden comprar las cosas y los que no pueden. Esto último era lo más cruel de las pruebas para seguir el socialismo, porque no hace tanto tiempo que todos habían sido iguales. El hombre rojo no fue capaz de entrar en el reino de la libertad que había soñado alrededor de su mesa de la cocina."