Las ambiciones personales deben ceder al interés común
La Constitución Nacional prescribe que los cargos de senadores y diputados se definen en una elección general que abarca a todos los distritos del país. En cuanto a la fórmula presidencial, si ninguna obtiene más del 45% de los sufragios, se decidiría entre las dos más votadas en una segunda vuelta. Las primarias abiertas instauradas en 2011 agregaron una ronda electoral que antecede a los comicios generales mencionados.
Como las primarias abiertas son simultáneas -se realizan en una misma fecha en todo el país- y obligatorias, cabe considerar a los resultados que se obtengan de ellas como un retrato auténtico de las preferencias políticas de los electores.
Esta duplicación electoral permite al ciudadano, después de haberse manifestado según sus convicciones, optar en la elección general definitiva por alguna de las fórmulas presidenciales más favorecidas en la primaria. Lo mismo sucede con las listas de senadores y diputados. Cabe considerar entonces el panorama político.
En abril de 2014, se instaló en la escena el Frente Amplio Progresista (FAP), lo que generó una amplia expectativa. Los candidatos presidenciales de ese sector - Cobos, Sanz, Binner, Carrió y Solanas - acumulaban una cantidad de sufragios que superaba la performance de Macri (Pro) y competían con las adhesiones que recibían Massa (FR) y Scioli (FPV). Además, tal posición armonizaba con que el FAP representaba a la agrupación opositora más numerosa en las Cámaras del Congreso, con la aclaración de que las bancadas radicales del Senado y de Diputados eran, y son, más amplias que las de sus socios. El radicalismo no hizo valer esta supremacía.
A partir de ese favorable punto de partida, el FAP cae en un retroceso debido, probablemente, a tres factores principales. El primero consiste en el hecho de que no logró definir una fórmula presidencial abarcadora del conjunto. Ello derivó en una fuerte desventaja en relación con sus competidores Pro, FR y FPV, que, desde hace tiempo, tienen consagradas sus candidaturas presidenciales. Pese a su inconsistencia se mantiene en el FAP, con la excepción de Binner, la puja para tales cargos tan relevantes, lo que es incomprensible ante el avance de sus rivales.
También la misma inexplicable situación existe en el seno del radicalismo. Parece no advertirse que acceder a la primera magistratura es una circunstancia absolutamente excepcional. Desde l854 hasta el presente han ocupado el sillón de Rivadavia 37 presidentes constitucionales. Por supuesto que la presidencia es una función relevante. Pero no es menor la configuración de los equipos que deben integrarse con personalidades que serán la base del gobierno entrante. Mantener la disputa entre varios candidatos a la presidencia dentro de un mismo segmento político genera incertidumbre, tiene sabor a mezquindad y muestra despreocupación por lograr la instalación de un nuevo proceso democrático vigoroso y amplio.
En segundo lugar, se destaca la intempestiva y abrupta salida del FAP de Elisa Carrió y su acercamiento a Pro, favoreciendo así la postulación de Macri, acentuada por la reciente alianza con Reutemann.
En tercer lugar, en el seno del radicalismo alcanzó creciente dimensión una disputa interna entre quienes quieren configurar una primaria abierta amplia que englobe al FAP, Pro y FR, que incluiría un acuerdo del conjunto para votar en la elección general a la fórmula presidencial que logre la mayor cantidad de sufragios en la primaria abierta.
Esta propuesta ha suscitado fuerte rechazo en el socialismo, en Pro y en un sector de la UCR. Se aduce que no se trata de amontonarse, sino de unirse con quien existe afinidad de ideas y objetivos. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que no será posible algún cambio si el FPV quedara con un margen de poder que le permitiera obstaculizar la gestión de un gobierno fragmentado, pues no es suficiente ser opositor para poder erradicar las secuelas del régimen kirchnerista. Además, ninguna fuerza política que asuma el gobierno en diciembre podría, por sí sola, realizar una gestión eficaz, por lo que el diálogo y los acuerdos serán una característica de la próxima etapa política.
Una alternativa que puede evitar un eventual quiebre de la UCR sería que el FAP, Pro y el FR hagan, cada uno, su propia primaria abierta, y convenir que en la elección general el conjunto de estas agrupaciones apoye a la fórmula presidencial que lograra la mejor posición en la primaria abierta. También debería contemplarse un pacto de gobernabilidad y de reparto de áreas ministeriales. De esta manera, el afiliado de cada partido votaría en la primaria de acuerdo con su convicción y, en la general, por opción, pero sin peso para su conciencia, porque fueron los ciudadanos los que decidieron el lugar de cada candidato.
Se preservaría, así, una noble y estimulante rivalidad debido a que cada agrupamiento se esforzaría por obtener el mejor resultado y ganar un mayor espacio en los acuerdos que deban realizarse.
En este sentido, le cabe a la Convención Nacional de la UCR programada para el sábado asumir una decisión trascendente que asegure la unidad del partido que surgió para consolidar la democracia, la libertad, la igualdad, la honestidad, la unión de los argentinos y garantizar una justicia independiente.
Sin un cambio profundo de la situación actual, la Argentina seguirá su marcha hacia el deterioro a que la sometió el régimen kirchnerista. Debemos velar por el fortalecimiento de las instituciones y dejar atrás, aunque legítimas, las ambiciones personales. Es oportuno recordar la consigna de Nicolás Avellaneda: "Nada hay en la Nación superior a la Nación misma".
El autor es constitucionalista