La vuelta de Macri al barrio de la política
Desde La Boca, el expresidente retomó la centralidad con un acto que estuvo cuidadosamente preparado
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Mauricio Macri está de buen humor. Se reclina en su silla e intercambia chanzas con Cristian Ritondo en un ángulo oscuro del “Arenas Estudios” en el corazón de La Boca, cerca del Puerto de Buenos Aires. Eligió volver al barrio que había usado como trampolín en su primer salto hacia la alta política para relanzar a Pro. Quiere recobrar el espíritu disruptivo del origen.
A veinte años de su fundación, la obra del ingeniero lidia con una crisis existencial, derivada de las últimas grandes frustraciones en las urnas pero, sobre todo, de la amenaza palpable de que Javier Milei le arrebate la base de adhesión en el universo de votantes antikirchneristas.
Es jueves a la tarde y el recinto aledaño al puerto de Buenos Aires está prácticamente colmado por unos mil invitados. Ya desfilaron sobre el escenario Clara Muzzio, Martín Yeza y Soledad Martínez, miembros de la nueva generación de referentes políticos que intenta promover Macri. Entre los asistentes hay diputados, senadores, intendentes, concejales y figuras taquilleras de las provincias más pobladas del país, que bosquejan, en charlas informales, narrativas de autocrítica, mientras rememoran viejas hazañas y discuten el destino de Pro. En sus semblantes se cristalizan sentimientos de pertenencia y de fidelidad hacia Macri. Pero ocultan los dilemas y la incertidumbre que experimentan frente a la nueva centralidad de Milei y sólo admiten en privado. “Basta de internas”, imploran mientras se animan unos a otros en un clima de camaradería.
De pie, las segundas y terceras líneas de la fuerza están expectantes por el tono que empleará Macri como nuevo conductor de Pro y las chances de que prospere una negociación con Milei para avanzar con el plan de co-gobierno o armar un frente electoral en 2025.
Pese a que los organizadores le habían asignado un camerino en una de las alas laterales del salón, Macri prefiere escuchar las exposiciones frente a los hablantes. Se muestra enérgico, como si intentara recobrar el pulso de un acto político. “Vayan redondeando”, susurra el expresidente cuando habla el anteúltimo orador, con la mirada clavada en su primo, Jorge, Ignacio Torres y Rogelio Frigerio, protagonistas del último panel. El tiempo apremia: tras la presentación de la hoja de ruta que trazó para los partidarios de Pro, deberá correr para llegar a las entrevistas periodísticas que pactó previamente con Todo Noticias y La Nación +.
El acto parece una postal de otra época. La estética y la ambientación llevan a los primeros tiempos del macrismo en la Ciudad, su cuna política. Las pantallas proyectan el logo amarillo y negro de Pro, y los feligreses, sin banderas ni bombos, ven pasar por los pasillos al “Mago sin dientes”.
Jaime Durán Barba y Marcos Peña ya no están a cargo de digitar el mensaje y mover los hilos de la estrategia de Macri. Esta vez, la puesta en escena del acto quedó en manos de Gabriela Ricardes, ministra de Cultura porteña y una de las diseñadoras, junto con Hernán Lombardi, de las marchas del “Sí, se puede” de Macri en 2019. Recién 78 horas antes del evento decidieron abrir el salón a militantes que arribaron, sobre todo, desde Vicente López, histórica base de Jorge Macri, y la Capital. No hay cánticos ni pancartas. Apenas se ven dos pasacalles que le dan la bienvenida a Macri. Afuera del recinto se respira un aire de descontento. Y el secretario de Seguridad de la Ciudad, Diego Kravetz, debe salir del salón para monitorear que no escale una protesta de vecinos para rechazar los desalojos en la zona y reclamar viviendas.
Después de la disputa entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta (los grandes ausentes en el relanzamiento de Pro), “halcones” y “palomas” se funden mientras caminan en las calles adoquinadas del patio aledaño al predio. Tan leal a Macri como a Bullrich, el intendente de San Isidro, Ramón Lanús, apenas se asoma al sector destinado a la dirigencia. Concurren decenas de exlarretistas, como Eduardo Macchiavelli o Silvia Lospennato, a pesar de que el exjefe porteño optó por no asistir porque no comparte la decisión de Macri de acompañar a Milei.
Atento a la inquietud del Gobierno o de emisarios del “círculo rojo” por su relanzamiento, el expresidente buscará calibrar cada palabra del discurso que preparó junto con sus colaboradores más íntimos. Julieta Herrero estuvo a cargo de escribir el mensaje, con ayuda de Mora Jozami, Fernando De Andreis, Fátima Micheo, Darío Nieto o Iván Petrella. El lunes, durante una reunión de cuatro horas en la quinta de Olivos, el ex presidente le había adelantado a Milei el contenido de las críticas que lanzaría el jueves, a la falta de método en la gestión, a la apuesta por Ariel Lijo y a los destratos de Santiago Caputo.
Cuando retumba la melodía de Queen -We Will Rock You se convirtió en un clásico del cancionero de Pro-, Macri se prepara para su número. Unos segundos después, los primeros acordes de Back in black, de AC DC, hacen tronar los parlantes y el expresidente camina hasta el atril para brindar su discurso. “Llegamos a la política con la obsesiva idea del cambio y el hacer, no somos un experimento”, enfatiza Macri, parado detrás del atril.