La voracidad por el poder pone en riesgo una fabulosa oportunidad
Parece que se minimizan los significativos costos del esfuerzo que viene haciendo la sociedad argentina y que podrían reflejarse en el debate y el comportamiento electoral de un importante segmento de la ciudadanía
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El Gobierno se apalanca en la notable recuperación del valor de los activos financieros, los datos de crecimiento del tercer trimestre, que marcan una muy fuerte recuperación económica luego de la gran caída de la primera mitad del año, y, sobre todo, la baja de la inflación, para plantear un horizonte expansivo y optimista de cara a los comicios del año próximo. Tiene un conjunto de robustos antecedentes para respaldar esa hipótesis, en especial considerando las experiencias de muchos gobiernos latinoamericanos que lograron buenos resultados electorales luego de implementar exitosos planes de estabilización, generalmente con una combinación de instrumentos ortodoxos y heterodoxos, como fue el caso de Milei (a pesar de la retórica ultralibertaria). Recuérdese, por ejemplo, el caso de la Argentina en noviembre de 1985, meses después del lanzamiento del plan Austral (14 de julio) o, con efectos mucho más poderosos, el plan de convertibilidad, que le permitió a Menem imponerse en 1991, 1993, 1994 (para elegir convencionales constituyentes) y 1995, cuando logró su reelección por un margen sorprendente.
Parece, sin embargo, que se minimizan los significativos costos del encomiable esfuerzo que viene haciendo la sociedad argentina y que podrían reflejarse en el debate y en el comportamiento electoral de un importante segmento de la ciudadanía. En este sentido, debe tenerse en cuenta la caída en el ingreso de los asalariados y, en particular, de jubilados y pensionados: en los últimos ocho años sufrieron una merma del orden del 40%, y al menos la mitad ocurrió como consecuencia de la consolidación fiscal implementada por el Gobierno. Tampoco aparece en las autoridades una preocupación por el fenómeno de la desocupación, que podría incrementarse en los segmentos más afectados por la apertura comercial, el parate en la obra pública y la retracción del consumo, que se recupera de manera heterogénea y parsimoniosa. Alarma en particular la situación de muchas pymes que enfrentan desafíos inéditos por el atraso cambiario, que se volvió aún más duro para las que exportan a Brasil. Están en crisis muchas de las típicas empresas familiares o unipersonales, esas historias de sacrificio y entrega que caracteriza a nuestra clase media y que antaño constituyeron fabulosas experiencias de movilidad social ascendente, aunque últimamente se hayan convertido en meras estrategias de supervivencia. Pero agonizan también emprendimientos muy sofisticados en términos de gerenciamiento y tecnología, parte de un entramado productivo moderno y competitivo en circunstancias más o menos normales.
En perspectiva, puede que el balance del primer año de gestión de LLA sea positivo. Pero para los sectores que se ven perjudicados, algunos de los cuales reconocen que el país está mejor, el paso del tiempo tenderá a cristalizar la frustración por el sacrificio extremo y por las privaciones en el marco de expectativas igualmente desfavorables o más. Hay un país que languidece y no sabe si tendrá la oportunidad de reinventarse, reorganizarse y formar parte del nuevo modelo proexportador y desregulado que pretende instaurar Milei. Pero esa Argentina emergente no parece capaz de ofrecer oportunidades suficientes para todos sus habitantes. Por lo pronto, no en el corto plazo.
¿Cuánto tardarán los dinámicos motores de la nueva economía (energía y minería) en generar oportunidades significativas con alcance más allá de las provincias donde se localizan los principales proyectos? Algunos observadores son cautos respecto de su incidencia en el empleo, dado que se trata de sectores capital-intensivos. Pero casos como los de Australia y Canadá ponen de manifiesto que modelos basados en la exportación de bienes primarios combinados con adecuados esquemas regulatorios y el respeto irrestricto a los derechos de propiedad pueden generar enormes oportunidades para el conjunto de sus habitantes y hasta de promover políticas de inmigración inteligentes.
En este sentido, puede postularse que la Argentina árida está en condiciones de disputarle a la pampa húmeda su lugar de privilegio como pilar del desarrollo nacional. Pocas veces un desafío de semejantes dimensiones habrá de interpretarse como una novedad extraordinaria para aquellos que, paradójicamente, ven amenazada su hegemonía e influencia: por primera vez en la historia, la cadena de valor agrobioindustrial dejará de ser la principal (si no única) responsable de traer divisas genuinas al país. Más: la postergada promesa de bajar las retenciones podría volverse realidad, de manera gradual, si el país comenzara un ciclo virtuoso de crecimiento sostenido por mucho tiempo, escenario que es visto como realista por prestigiosos analistas.
Esto tendría un impacto sistémico en las principales dimensiones de la vida pública nacional. ¿Está el país, tan acostumbrado a pensarse desde el cortísimo plazo, la conflictividad extrema, la inestabilidad, la incertidumbre e incluso el fracaso colectivo, preparado para plantearse los nuevos objetivos (y pensar las consecuentes problemáticas) de una sociedad que luego de largas décadas de estancamiento se embarca en la añorada aventura del desarrollo acelerado, aunque esto produzca disrupciones, temores y dificultades de adaptación? La “destrucción creativa” que tan bien analizó Joseph Schumpeter va a convertirse en un concepto crucial para comprender lo que se viene en nuestro país. Cuidado con suponer que los procesos acelerados de cambio, modernización y transformación no tienen costos y consecuencias negativas. Los cientistas sociales estaremos obligados, más temprano que tarde, a revisar los viejos textos de Samuel Huntington.
El peculiar y rápido éxito de Milei que lo llevó convertirse en una figura mediática global no se vislumbra hasta ahora de manera decisiva en el ánimo de los potenciales interesados en invertir en la economía real. “Si el Gobierno prefiere manejarse sin presupuesto es porque el Congreso no avala sus metas fiscales […] no dudamos de las credenciales de Milei, sino de con cuánto apoyo real cuenta dentro del sistema político”, afirmó el titular de un fondo europeo especializado en energías renovables. “La Argentina debería aprovechar los problemas que enfrenta Brasil, pero para eso debe demostrar que las posibilidades de una nueva reversión hacia el populismo son nulas o muy bajas”, afirma desde San Pablo un exfuncionario de Bolsonaro, preocupado por los cimbronazos políticos y económicos que vive su país. Pero el Presidente está mucho más enfocado en consolidar su proyecto político personal que en construir una coalición amplia y plural que le permita mostrar sustentabilidad, fortaleza, capacidad de gestión y credibilidad de mediano y largo plazo. El mejor ejemplo es la puja con Pro, que escaló en las últimas jornadas. ¿Pondrá en juego la competitividad de una eventual oferta electoral promercado en la provincia de Buenos Aires con tal de satisfacer su irrefrenable deseo de esmerilar a los Macri en la ciudad de Buenos Aires? “Cuidado con confundir la relativa facilidad para cooptar funcionarios con la capacidad efectiva para seducir votantes”, advierte un exgobernador. “Difícilmente cautiven al votante duro de Pro convirtiendo a Scioli y a Camau Espínola en referentes libertarios”, agrega. El país ya vio naufragar una experiencia de estabilización, modernización e integración al mundo por la ambición desmedida de poder y los caprichos de Menem. Las intenciones transformadoras de Macri eran similares, pero sucumbieron por horrores políticos antes de ser llevadas a la práctica. Sería una verdadera tragedia desperdiciar esta nueva oportunidad.