La visita de Carlos y Camilla a Cuba
MIAMI.- El príncipe Carlos de Gran Bretaña y su esposa, Camilla, anunciaron que harán una visita oficial a Cuba el mes próximo para reunirse con el presidente Miguel Díaz-Canel, visitar granjas de comida orgánica, ir a un estudio de música y reunirse con dueños de automóviles antiguos británicos.
A juzgar por lo que sabemos hasta ahora, la visita será un golpe propagandístico para la dictadura más antigua y obsoleta de América Latina. El príncipe de Gales, que será el primer miembro de la familia real británica en visitar Cuba en 50 años, no tiene planes, que se sepa, de reunirse con disidentes o familiares de presos políticos.
Un alto funcionario británico ha sido citado diciendo que será una visita de "diplomacia práctica", que describió como "la mejor manera de defender los derechos humanos". El sitio web del príncipe dijo que el viaje del 24 de marzo a la isla "destacará... los vínculos culturales entre los dos países".
Aparte del hecho de que tanto Carlos como Díaz-Canel heredaron sus cargos y son considerados por muchos de sus compatriotas como parásitos que viven del Estado, es difícil ver cuáles son los vínculos que supuestamente unen a los dos países. Gran Bretaña es una democracia. Cuba es una dictadura que no ha permitido una elección libre en 60 años, prohíbe por ley que exista ningún partido político independiente y no autoriza el funcionamiento de un solo periódico, radio o estación de televisión no gubernamental.
Lo que es igual de contradictorio, el gobierno británico anunció recientemente el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, rechazando la dictadura de Nicolás Maduro en ese país. Teniendo en cuenta que los viajes de la familia real generalmente son organizados por la Oficina de Asuntos Exteriores del Reino Unido, es difícil entender la lógica de Gran Bretaña de romper relaciones con la dictadura de Maduro, que lleva seis años, mientras busca mejorar las relaciones con la dictadura de Cuba, que lleva seis décadas. La única explicación podría ser el caos reinante en el gobierno británico ante la próxima fecha límite para el Brexit, dentro de pocas semanas.
El príncipe de Gales y la duquesa Camilla parecen estar muy entusiasmados con su viaje a Cuba. "Camilla, de 71 años, dijo que estaba deseando escuchar la música y ver la arquitectura del país, pero confesó que no estaba tan segura sobre la comida", informó el periódico Daily Mail. Eso dio lugar a muchos mensajes en las redes sociales -algunos de ellos sarcásticos- aconsejando a la duquesa qué comer en Cuba.
Para que no haya malentendidos, no me opongo a que los jefes de Estado o miembros de la familia real visiten Cuba, siempre y cuando -además de reunirse con funcionarios del régimen- hablen públicamente sobre los abusos de derechos humanos y civiles en la isla. Cuando el expresidente Barack Obama anunció su apertura comercial a Cuba en 2014, apoyó cautelosamente su plan siempre y cuando cumpliera con su promesa de simultáneamente aumentar las presiones públicas para una apertura política en la isla.
Lo mismo debería esperarse del príncipe Carlos. El príncipe de Gales debería, por ejemplo, reunirse con el activista opositor José Daniel Ferrer, de la misma manera en que los jefes de Estado se reúnen con funcionarios de gobierno y líderes de la oposición cuando visitan otros países. Ferrer fue detenido durante varias horas el domingo pasado, cuando estaba pidiendo a la gente en un parque en Santiago de Cuba que votara en contra de la nueva Constitución redactada por Díaz-Canel y su mentor político, Raúl Castro. La nueva Constitución mantiene el monopolio del Partido Comunista sobre todos los poderes del Estado.
Ferrer fue liberado luego de que los agentes de seguridad le advirtieron que dejara de hacer campaña contra la nueva Constitución. Ferrer y otros 120 miembros del grupo opositor Unpacu están ahora en huelga de hambre, exigiendo su derecho universal a la libertad de expresión.
¿Se tomará un momento el príncipe Carlos durante sus visitas a granjas modelos y sus reuniones con dueños de automóviles antiguos para encontrarse con Ferrer? ¿Superará la duquesa de Cornualles sus preocupaciones culinarias para poder acompañarlo?
Si no planean hacer nada de eso, como lo sospecho, deberían cancelar su visita a Cuba. Enviaría el mensaje equivocado y sería un soberano papelón de la familia real.