¿La variante ómicron retrasará el control global de la pandemia?
El nuevo coronavirus está demostrando que no tiene intenciones de parar de mutar, y esto se ve favorecido por la gran cantidad de individuos inmunosusceptibles (no vacunados) en distintas partes del mundo. Sars-CoV-2 acumula unos dos cambios al mes entre sus 30.000 sitios posibles para ello. Cuantas más personas infectadas haya en el mundo, mayor probabilidad de que surja, por azar, una versión más contagiosa o virulenta.
Gauteng es la provincia más pequeña de Sudáfrica, pero está altamente urbanizada, con una población de 12 millones de habitantes. Es asiento de importantes ciudades como Johannesburgo, la capital del país. El nombre Gauteng proviene de la lengua sesotho que significa “tierra del oro”, haciendo referencia a la minería de ese metal precioso. En esta pequeña provincia minera del norte de Sudáfrica, el 22 de noviembre se detectó una nueva versión del virus SARS-CoV-2. Pocos días después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la clasificó como una “variante preocupante” y la denominó ómicron.
Su aparición está íntimamente ligada a un aumento diario exponencial de casos de Covid-19 que viene sufriendo ese país últimamente, en el contexto de una población africana con bajos índices de vacunación.
La nueva variante posee alrededor de 30 mutaciones. Algunas de estas, como alfa y delta, se asociaron con una mayor transmisibilidad y cierta capacidad para eludir las defensas proporcionadas por las vacunas actualmente disponibles. No obstante, ello no necesariamente significará que ómicron escape completamente a los anticuerpos generados por las vacunas o por una infección previa porque, además, las defensas humanas disponen de otras armas, como los linfocitos T.
Se cree que ciertos cambios que posee le facilitan unirse mejor a los receptores de las células humanas, incrementando sustancialmente la capacidad infectiva del virus y haciendo que su transmisibilidad sea alta. Los anticuerpos preexistentes en la población puede que no reconozcan a estos cambios, lo que potencialmente reduciría su potencia y la eficacia de la vacunación previa. Existe conocimiento de infecciones en Sudáfrica y algunos países europeos entre personas que habían recibido cualquiera de los tipos de vacunas disponibles.
Mientras se encienden, como corresponde, alarmas mundiales frente a una nueva amenaza y puede desalentarnos la cantidad de mutaciones que posee ómicron, aún están pendientes resultados científicos definitivos y las reales implicancias de esta nueva versión del virus restan por dilucidarse.
Todavía no sabemos si ómicron sustituirá a otras variantes, ni si es más virulenta y causará enfermedad más grave, si podrá afectar la eficacia de las vacunas vigentes ocasionando reinfecciones más fácilmente, ignoramos si será más peligrosa en niños pequeños, si habrá que ajustar la composición de las vacunas para hacerle frente. Lo que correspondería hacer para tratar de controlar estas reemergencias y puede afirmarse sin ambages es que se debe vacunar contra Covid-19, en forma completa, a la mayor cantidad de gente posible en el menor tiempo factible y alrededor de todo el planeta.
Por otro lado, la población debería aceptar vacunarse con confianza, no solo por un bienestar sanitario propio y de la familia, sino también como un bien social para proteger a la comunidad de la aparición de nuevas variantes.
Médico especialista en Clínica Médica e Infectología. Profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral