La variante Lurton
Eran dos y ahora quedó uno solo: un seductor de estilo fuerte, distante a la francesa y sumamente cartesiano
Ante todo un cacho de prosapia. Jacques y François son los únicos hijos varones de André Lurton, un empresario de Bordeaux que llegó a operar siete bodegas importantes. En 2000, una de ellas, el Château tamaño medio (8000 cajas anuales) Grand Cru Classé Clos Fourtet, se vendió por 42 millones de dólares.
De tal padre, ¿qué hijos?
Desde joven, François fue sagaz en el marketing de los vinos. A los treinta años (1988) fundó, con su hermano menor Jacques, la empresa J&F Lurton. Pronto tuvieron bodegas en Villeneuve les Corbières (Francia) y en la ribera del Duero (España).
Allí aparece, golpea la puerta y entra Michel Rolland. Son coterráneos de Burdeos, compañeros de generación, probablemente amigos.
Justo cuando los hermanos estaban creando J&F, Rolland empezó su experiencia argentina, fascinado por la concentración natural del Malbec Etchart de Yacochuya. Habrá hablado de eso y Jacques lo habrá escuchado, porque en 2000 viajó a Mendoza para hacer negocios con Catena. El perspicaz scholar Nicolás Catena es número uno de la industria por ser eficaz y expeditivo donde otros titubean.
El siguiente paso no lo conozco bien, pero los Lurton ya estaban instalados en dos zonas mendocinas claves: Tunuyán y Barrancas. Con 130 hectáreas bien implantadas con los cuatro cepajes argentinos inmediatos y con más posibilidades: Malbec, Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Syrah. En ese orden.
La bodega construida en Tunuyán es mediana (2.500.000 litros) y nada show-off, sino híper inspirada en términos de equipamiento. Por ejemplo, posee piletas de cemento chicas y chatas. Los hermanos saben.
Saben de verdad; por eso armaron un grupo multinacional heavy con base en Bordeaux, Ribera del Duero y Argentina, más otras aperturas en el chileno Valle de Colchagua, eventualmente en Uruguay, e incluso un emprendimiento chico en Australia.
No hace mucho, por razones que no conozco, Jacques se abrió del negocio. Ahí François me citó en el Hyattt Duhau para no contármelo, cosa que encontré impecable. Me impresionó su estilo personal: no seduce, como Hervé Joyaux (Fabre Montmayou), con elegancia amable, ni con la confianza afectuosa e inmediata de Hervé Birnie Scott (Chandon). Seduce con un estilo fuerte, distante, francés, cartesiano, sin condescendencias.
La operación Mendoza, según me dijo entonces, ha sido la más importante para el grupo después de la francesa, y estuvo dirigida desde el vamos al negocio export. Inicialmente la falta de estructura comercial doméstica le impidió sumarse al grupo de bodegas locales líderes. Entonces, hizo pata ancha en el mercado externo. Fue con alta gamas blancos de acidez elevada (Gran Corte Friulano, $ 69) y tintos New World Wine púrpura violetas, de impactos aromáticos afrutados. Con ese paladar denso de extrema concentración que el ex gurú en receso Robert Parker propiciaba, como de melted asphalt, asfalto derretido.
Tales como el Gran Lurton (Cabernet 80% y Malbec 20%, a $ 85), el Piedra Negra Malbec (195) y el blend ícono Chacayes (Malbec 80%, Cabernet 20%), todos de aromas neutros por la mucha sangría y paladar de resonancias asfálticas. Sea donde fuere que uno los pida, la disponibilidad de estos alta gamas es infrecuente y azarosa.
Mayor presencia tienen en cambio los varietales que, merodeando los 30 pesos -y pese a sus tonalidades, innecesariamente luctuosas- tienden a procurar consumos gradualmente más difundidos. Poco fragantes, pero con un paladar más de por aquí. Se dejan tomar y son razonables compagnons de la table enmascarados por el azúcar residual.
1. Manzanas para tener en cuenta
En catas de vino lo habitual es acompañar con plato lateral de quesos que realzan su paladar. Catas honestas sirven, además, manzanas verdes cuya función es detectar posibles defectos. Es pauta de hábiles comerciantes ingleses comprar con manzanas y vender con queso. Cheddar de ser posible. Preste atención a este detalle.
2. Recomendado de corazon
Con los tagliolini de SottoVoce -amasados con harina de trigo candeal, y salseados con mera oliva y tomates crudos frescos- combina súper bien el San Felipe Roble Sangiovese de La Rural, tinto módico ($ 40) rojo granate, elegantísimo de aromas carnosos y paladar amable. De no estar en la carta, pida San Felipe Cepa Tradicional.
3. Patas cortas
Ojo con lugares que, por razones espúreas, empiezan cada vez más a no tener en su carta vinos que los wine lovers mayoritarios locales prefieren y piden tupido. A la tercera vez, estos lovers hacen un switch y resuelven habituarse a otros lugares que sí los tienen. Así he visto eclipsarse a más de un famoso.