La UCR vuelve a asumir la responsabilidad del cambio
El partido celebra hoy 130 años en un momento decisivo para la Argentina
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Futuro, desafíos, liderazgo, renovación y competitividad. En cada noticia, artículo o análisis que habla del radicalismo en estos días se repiten estas palabras que revelan la nueva etapa que atraviesa el partido de la democracia y de la paz. El aniversario 130º llega en un momento decisivo para el país que nos vio nacer, madurar y resurgir más de una vez.
El lenguaje es una dimensión central de la política. No es para nada menor el cambio al que me refiero. A fuerza de trabajo, convicción, y por sobre todas las cosas, visión de futuro, desempolvamos páginas del diccionario que muchos creían parte de un prestigio perdido. Hoy la UCR interpela a la ciudadanía desde una posición de relevancia, y lo más saludable es que recuperamos nuestra capacidad de influir en la realidad mirando para adelante y no clavando el ancla en el pasado.
La reconfiguración del sistema político argentino hacia un modelo inédito de coaliciones marcó el regreso del radicalismo a los escenarios principales. La decisión que adoptamos en 2015 impidió la consolidación definitiva de una democracia deficitaria, en el que un solo partido tenía expectativas ciertas de llegar al poder. La inestabilidad que experimentan varios países de la región, fruto de la fragmentación de la oferta política, habla a las claras de la importancia de haber recuperado el equilibrio y la alternancia a tiempo.
Hay dos variables esenciales que explican la vigencia de un partido político. En primer lugar, la agenda concreta que propone, por supuesto. Somos conscientes de que la pandemia corrió la alfombra y dejó al descubierto fallas estructurales que reclaman decisiones trascendentales. Nos hacemos cargo de la impostergable modernización del sistema educativo, de la reforma del sistema de salud, de la ineptitud del Estado para darle seguridad y tranquilidad a la gente, de la importancia de poner en debate la matriz energética y de traer al siglo XXI el mundo del trabajo y la producción.
Pero la cuestión no termina allí. Junto al qué está el cómo. Estamos convencidos de que esta agenda debe sostenerse en dos pilares fundamentales: la revisión profunda del federalismo y la promoción de la participación ciudadana en todas las instancias. Con municipios dependientes y provincias débiles no vamos a llegar a ningún lado. Sin involucrar a la sociedad en los asuntos públicos, tampoco. Sabemos adónde queremos llegar y cómo vamos a hacerlo: estas certezas hacen del radicalismo una fuerza política de su tiempo, pertinente y dinámica.
Queremos un Estado competente y previsor, con funcionarios públicos que tomen decisiones basadas en información confiable y no en prejuicios. Necesitamos gobiernos que entiendan que la unidad es el camino para sacar al país adelante, que comprendan el valor del equilibrio, el diálogo y el consenso en el diseño de políticas públicas.
Es fundamental generar un círculo virtuoso entre el sector público y los privados a partir del conocimiento, de la capacitación, del acceso a la ciencia y a la tecnología. Necesitamos una juventud que empuje, que cuente con herramientas y estímulos para plasmar sus sueños acá, en la Argentina.
Y para eso la cuestión educativa debe ser la prioridad del país. La educación es uno de esos ejes que hilvana nuestra historia con nuestra expectativa de futuro, como lo son también la lucha por la justicia, el rechazo al autoritarismo y la concentración de poder, la defensa de las libertades individuales.
En este tiempo que vivimos, un partido con esa tradición no puede ser indiferente a la angustia por el trabajo, al que hay que cuidar y crear para ampliar oportunidades, y ante una pobreza escandalosa, principal afrenta a la libertad y a la igualdad que son para nuestro partido principios irrenunciables.
Durante toda su historia la Unión Cívica Radical siempre entendió a quiénes debía hablarles y qué necesitaba el país de una fuerza política federal y popular de sus características. Esta etapa no es la excepción. Tenemos claro que representamos a una sociedad angustiada y desesperanzada ante el abismo que separa las prioridades de quienes gobiernan de las necesidades de los que menos tienen.
Nuestras banderas históricas de diálogo, participación e institucionalidad cotizan en alza en esta actualidad incierta y volátil. Asumimos la responsabilidad de liderar el cambio en la Argentina y de contribuir en todos los aspectos para construir un futuro distinto y clausurar para siempre la ruta de la mediocridad a la que nos quieren acostumbrar.
Vamos a transformar las oportunidades en certezas para saldar la mayor deuda de nuestra democracia: reducir la desigualdad y lograr una mejor calidad de vida para nuestros compatriotas.
Presidente de la UCR Buenos Aires