Reseña: Baño de damas, de Natalia Rozenblum
La tercera edad ya no es necesariamente una etapa de reposo. Por el contrario, para algunos se volvió hoy el momento de alcanzar los sueños postergados. Aún así, persiste la vieja idea de asignarle a los adultos mayores un lugar pasivo. Contra ese prejuicio, Natalia Rozenblum (Buenos Aires, 1984) cuenta en su segunda novela, Baño de damas, las aventuras de Ana Inés, una jubilada de 75 años que no para de hacer gimnasia, tener proyectos, jugar, disfrutar de la comida, y sobre todo, desear.
La historia se centra en un momento clave en la vida de Ana Inés, los días previos a la fiesta que celebra los 90 años del club de barrio "25 de Mayo" al que asiste desde su juventud. No solo es socia, sino que el club es su segunda casa. Su vida cotidiana sucede entre clases de gimnasia, natación, aquagym, encuentros con sus amigas en el vestuario y el restaurante.
Contra lo que podría esperarse, casi no hay reflexiones, ni vueltas al pasado para saber cómo fue la vida de la protagonista. El relato, de hecho, se centra en un presente de idas y vueltas en un club que debate su futuro. De golpe, la rutina se ve alterada por el regreso de su hija de cincuenta años, que vuelve a vivir con ella. La convivencia altera a Ana Inés. Esquiva a su hija, le miente, le oculta su vida personal y llega a sacarle en secreto la tarjeta de crédito para apostar. De ese modo, los papeles entre madre e hija parecen invertirse. Ella es la rebelde.
El presente constante de la narración muestra que la vida continúa, aún cuando existe más pasado que futuro. El gesto esperanzador se ve algo opacado, sin embargo, por una mirada que pretende ser humorística, y muchas veces, ridiculiza el territorio que intenta retratar. Por momentos, las escenas quedan a medio camino entre la ironía y el grotesco.
El cuerpo aparece en primer plano: los pliegues, los rollos, las arrugas, la falta de flexibilidad, la incontinencia, el insomnio. La historia se centra en el efecto del tiempo, en la carne que se cae y la piel que se marchita, como si los espejos de ese baño de damas quedaran eclipsados por la belleza convencional de la juventud; incapaces de captar la infinidad de ocres que solo se revelan en el otoño de la vida.
Más allá de eso, la narración consigue mostrar el deseo de Ana Inés, que es el verdadero núcleo de la trama. El deseo por los dulces, por las apuestas, por dirigir el club y, sobre todo, el deseo pasional que todavía le tensa la piel y la hace palpitar. En ese placer inesperado se revela una fuerza vital capaz de barrer cualquier tabú.
BAÑO DE DAMAS
Natalia Rozenblum
Tusquets}
192 páginas
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