La tentación de jugar a ser Dios
El fenómeno tal vez más complejo e importante sobre el que se pueda tener conocimiento, la vida humana, será el tema que pasado mañana tratarán, en sesión conjunta, la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas y la Academia Nacional de Periodismo. Será un encuentro abierto que se desarrollará en el Aula Magna de la Academia Nacional de Medicina. El prestigio y la diversidad de los disertantes se corresponden con una agenda en la que estarán presentes muchos de los dilemas éticos, jurídicos, médicos y sociales que acompañan al ser humano desde el momento en que comprendió que es la única especie que toma su vida y la de los demás como objeto de investigación.
Siro de Martini, abogado y especialista en ética biomédica, disertará sobre el inicio de la vida y la protección jurídica del embrión. Armando García Querol, sobre civilización y respeto a la muerte. Eduardo Sambrizzi, sobre eutanasia, distanasia o ensañamiento terapéutico en la ley. Miguel Larguía abordará la cuestión del fin de la vida humana en neonatología. Nelson Castro, médico y periodista, hablará de sus dos vocaciones al referirse a los aspectos éticos en la formación del periodismo científico. Alberto Rodríguez Varela expondrá sobre el comienzo de la vida humana. Nora Bär cerrará la jornada analizando los aciertos y errores en los medios al divulgar temas de la ciencia.
Como en todo ámbito en el que se ejerce la docencia, el debate y la controversia son instrumentales para ayudar a tomar conciencia acerca de la necesidad de proteger la vida desde la concepción hasta el último día. Es la prédica que defienden las grandes religiones, salvo casos excepcionales, por considerarla un valor supremo, irrenunciable, de la especie. Manuel Luis Martí, experto en bioética y diabetes, advierte que hay situaciones dramáticas, como quitarle el soporte vital a un paciente, estados de prolongada vida vegetativa o suicidios asistidos, cuya vigencia nadie ignora, pero para cuya resolución no existen normas comunes de conducta. Las decisiones a menudo responden a creencias, costumbres, leyes y mandatos no siempre aceptados por el paciente o los familiares. Martí advierte, además, acerca de una suerte de contradicción que acompaña el extraordinario avance de la medicina. "La misma tecnología que permite la utilización de métodos que aportan innumerables soluciones a los pacientes -sostiene- lleva en sí misma nuevos problemas que deben encararse teniendo en cuenta la ética y los efectos no deseados de estas acciones."
Dos noticias recientes, controvertidas y de amplia repercusión en los medios, bastan para exponer la abismal diferencia de criterios con la que los seres humanos son capaces de observar y reaccionar ante un mismo hecho. El primero ocurrió en Gran Bretaña cuando más de un centenar de madres presentaron 104 demandas judiciales por no haber sido advertidas de que sus bebes tendrían alguna discapacidad durante el embarazo. Alegaban que los errores de diagnósticos médicos, al no advertir la discapacidad de los niños por nacer, les habían impedido interrumpir a tiempo su embarazo. El objeto del reclamo, desde otra mirada extrema, era que no se les había permitido abortar a tiempo. En otras palabras, se estaba ante casos que son claramente eugenésicos y discriminatorios hacia niños que son concebidos con alguna discapacidad. Quienes comparten ese criterio recurren a dos preguntas cuyas respuestas son todo un desafío a la ética. ¿Cuál sería el parámetro de perfección que permitiría eludir la demanda iniciada por las madres a los médicos? ¿Qué derechos tienen las personas por nacer y quiénes son los responsables de defenderlos?
El otro hecho que sobresaltó al mundo de la ciencia lo protagonizó un equipo de investigadores chinos que, a comienzos de este año, modificó el ADN de 87 embriones humanos con la intención de comprobar si podían modificar el gen HBB, cuya mutación es responsable de una enfermedad llamada beta-talasemia. Colegas notables de varios países reaccionaron haciendo llamados urgentes para detener la manipulación de los embriones humanos, al menos hasta que se demuestre que no encierra peligros y, otra razón de peso, hasta que la sociedad pueda opinar si el procedimiento es ético o no. Con la intención de minimizar la controversia, los investigadores chinos admitieron que se utilizaron embriones que no son viables, de los cuales 71 sobrevivieron y sólo en 28 la modificación del ADN funcionó.
El temor a que la experiencia se repita fue puesto en palabras por Gina Kolata, prestigiosa periodista científica de The New York Times. "Lo que les preocupa ahora a los investigadores -sostiene- es que los intentos continúen. Temen que el resultado no sea otro que el nacimiento de bebes con todas las células alteradas por científicos apresurados en ser los primeros en lograrlo."
Avanzar por ese camino es una forma de aceptar que se puede jugar a ser Dios.
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