La tecnología que permite llevar a cabo cuidados sanitarios adecuados para situaciones seleccionadas ya estaba disponible mucho antes de que nos golpeara la pandemia inesperada.
Un neurólogo hace guardia desde una sala virtual para conducir, en contacto con médicos paramédicos de los servicios de emergencias, el proceso de diagnóstico y tratamiento precoz de Accidentes Cerebrovasculares que están ocurriendo a cientos de kilómetros. Un físico especialista en ciencia de datos coordina la sala de computación desde la cual se monitorean 400 camas de terapia intensiva, distribuidas en varios hospitales. El ingreso de las variables fisiológicas en tiempo real permite, mediante un algoritmo, detectar signos de alerta aún antes que los profesionales que están en la sala.
En el ambiente médico existía cierta resistencia y morosidad en la instrumentación de la telemedicina por diversos factores que incluían cuestiones regulatorias, administrativas, prácticas pero también una resistencia por parte de prestadores y usuarios del servicio a cambiar su clásica modalidad.
La pandemia modificó el escenario en una forma drástica, a punto tal que un experto decía que la implementación de la telemedicina durante la misma era "Virtualmente Perfecta" y repasaba las múltiples posibilidades y ventajas que el acceso a la asistencia médica virtual representaba en tal contexto.
Como primera medida, cumplimiento a rajatabla del distanciamiento social garantizando la atención, ya que protege al paciente, al personal sanitario y a la comunidad de la difusión del virus. La segunda ventaja, es la posibilidad de un pre ordenamiento del grado de urgencia potencial de la consulta sobre la base de breves cuestionarios automatizados. Aunque pueda sonar antipático cuando hablamos de la salud de las personas, asistentes virtuales automatizados -cómo los que odiamos en la banca virtual- pueden contribuir a paliar la escasez de personal médico. Una persona que contesta que tiene fiebre, tos y falta de aire será derivada al primer profesional de la salud disponible para asistirle y orientarla. Consultas por motivos más rutinarios, se pondrán en lista de espera, con la ventaja que el robot puede informarle de cuánto será su espera o avisarle que se le devolverá el llamado en un tiempo prudencial.
En nuestro medio el seguimiento virtual en domicilio de pacientes leves fue instrumentado con éxito. Por otro lado, durante la internación, se han utilizado en forma intensiva teléfonos y tablets para mantener contacto con los pacientes, disminuyendo el riesgo de contagio de las enfermeras y médicos. En momentos críticos, han sido de utilidad para contactar a los familiares y mitigar la dolorosa distancia impuesta por el aislamiento.
En el campo de la salud mental, la atención virtual parece haber llegado para quedarse. Pese a que se disponía de evidencia seria que indicaba claramente que la atención psiquiátrica y psicoterapéutica virtual podía ser tan efectiva como la presencial, el equipo de salud mental se resistía. Una vez decretada la cuarentena y en forma inmediata, enorme cantidad de psicólogos y médicos tomaron conciencia de la ventaja de esta prestación: rápida, eficiente y segura desde el punto de vista de infeccioso. Un beneficio inesperado es la comodidad, tanto para el profesional como para el paciente. Muchos colegas han notado que sus pacientes se encuentran más relajados en su medio y sin apresuramientos para llegar a horario a su entrevista. En muchos casos para los profesionales echar una ojeada al entorno de su paciente con la anuencia del mismo, será de utilidad clínica. Todo indica que hay varios tratamientos que seguirán en formato virtual, mucho más allá de la culminación de la cuarentena. Por supuesto que existen situaciones clínicas que por su gravedad y cuidado tornan irreemplazable una entrevista presencial.
Los profesionales han desarrollado un decálogo de recomendaciones útiles tanto para sus pacientes como para los colegas, destinadas a lograr que las entrevistas se lleven a cargo en forma fluida y sin interrupciones. Seleccionar el lugar, ubicar el teléfono o la computadora a la altura de los ojos y con apoyo para evitar el cansancio; es ideal que se vea no solo nuestro rostro, sino también parte del torso y las manos para captar la gestualidad, estar seguros de que el teléfono tiene carga suficiente, silenciar otras aplicaciones, etc. Muchas personas han encontrado muy práctico, cómodo y privado, llevar a cabo sus consultas desde su automóvil estacionado. Utilizar auriculares ante la imposibilidad de tener la adecuada privacidad. Por otro lado, la posibilidad de intercambiar mensajes con los pacientes, así como información de valor, se agrega a la prestación. Aunque muchos profesionales manifiestan tener sus dispositivos saturados de mensajes de audio y texto que exceden sobradamente sus obligaciones y los sobrecargan. Sin duda estas cuestiones deberán acomodarse una vez pasada esta situación crítica para garantizar la calidad y sanidad de los trabajadores de la salud mental.
Mucho se ha dicho de la existencia de una cuarta ola de la pandemia, que involucra las consecuencias sobre el bienestar psíquico de las personas, la cual se preanuncia como masiva y persistente.
La telemedicina ha sido una excelente herramienta para lidiar con la pandemia, pero en muchos casos ha llegado para quedarse y sin duda, instrumentada en forma adecuada, potenciará la capacidad del sistema sanitario de llegar a personas que no tienen acceso por otros medios.
Es coautora María Roca, Subdirectora Operativa de CITES-INECO; Dr. Marcelo Cetkovich, Director Médico y del Departamento de Psiquiatría de INECO