La tecnología puede afectar nuestra memoria
¿Cuántos números de teléfono lográs recordar? ¿cumpleaños? ¿y reuniones? ¿cómo llegar a ese lugar que seguro marcaste en la Guía Filcar en el pasado? Sin mirar tu teléfono, ¿de cuántos números te acordás? ¿qué pasa con tus reuniones, vencimientos, aniversarios? El uso generalizado de la tecnología está teniendo efectos tanto positivos como negativos en la capacidad de atención y en el uso de nuestra memoria.
El “efecto Google”, las “lagunas digitales” y el “automatismo hiperconectivo” son nuevos fenómenos que se vinculan y asumen asociaciones con la posibilidad de hacer extensiva nuestra capacidad de almacenar en dispositivos electrónicos lo que antes guardábamos en nuestra memoria. La tendencia es depositar plena confianza en la capacidad de almacenamiento de nuestro teléfono y que allí los datos serán preservados in-ethernum, en las mismas condiciones. Los cuestionamientos surgen al producirse un daño (a partir de un hackeo o que simplemente perdemos nuestro amado smartphone) y todo lo que esto conlleva: cuentas bancarias, RRSS, relaciones amorosas, negocios, trabajo, diversión, vacaciones, fotos, etc.
A algunas personas les preocupa depender demasiado de lo que guardan en sus dispositivos, pero en general luego de que sufren un incidente, muchos lo ven como una mejora; una oportunidad que les permite administrar sus esfuerzos de memoria entre sus cerebros y sus entornos y que eficientiza el gasto intelectual. Pero otros tantos mascullan estar perdiendo la capacidad de ejercitar el uso de la memoria: “ya no me acuerdo de…”. Lo que evidencia y agudiza la alta dependencia de la tecnología.
Los dispositivos externos utilizados como repositorios adicionales de nuestra memoria colaboran supuestamente con fines episódicos y al mismo tiempo, se supone que reemplazan la memoria interna por semántica, es decir: contraseñas o trivias y la memoria prospectiva, como recordar hacer algo en el futuro: avisos, alarmas, citas en el calendario. Pero el cerebro humano no se llena y no se queda sin espacio como un disco duro; la capacidad de la memoria humana a largo plazo es ilimitada, y cuanto más conocimiento obtenga, mejor será su capacidad para aprender.
Un claro ejemplo respecto de cómo la tecnología actual podría afectar a la memoria o la capacidad de recordar son nuestros chicos, nuestros pandemials. Luego del Covid, la cuarentena y del cierre de las escuelas, la hiperconectividad a la que fuimos y fueron obligados globalmente, este es solo un efecto colateral que algunos estudios lo explican acuñando al término: “efecto Google” o “amnesia digital”. Consiste en que nuestros cerebros no recuerdan un dato porque sabemos dónde podemos encontrarlo fácilmente.
Los “nativos digitales” interactúan con su entorno, están aprendiendo cómo buscar información de manera eficiente y rápida. ¿Por qué hacer el esfuerzo de recordar algo que podés buscar en tu teléfono? Y que además le podés pedir a SIRI. Ya no recordamos los números de teléfono, no podemos recordar una ruta que recorrimos porque usamos GPS. El aprendizaje requiere atención. Sin él, todos los demás aspectos del aprendizaje, como el razonamiento, la memoria, la resolución de problemas y la creatividad, están en riesgo. Cuando los estudiantes re-enfocan su atención, el cerebro tiene que reorientarse hacia la nueva tarea, “gastando” aún más los recursos neuronales. Y debido a la capacidad limitada de la memoria de trabajo, parte de la información de la primera tarea se pierde, a medida que ingresa nueva información de la segunda tarea. Además, el cambio provoca una sobrecarga cognitiva, una condición en la que el flujo de información excede la capacidad del cerebro para procesarla y almacenarla.
Muchos estudios coinciden con que, si pasás tiempo tratando de recordar información de memoria primero, en lugar de buscarla en tu dispositivo, es más probable que la recuerdes más tarde. El mismo acto de ejercitar tu memoria fortalece la conexión entre nuestras neuronas o células cerebrales; cuanta más información o hechos haya en tu cerebro y en tu memoria, más posibilidades tendrás de tener una idea o un invento creativo. Prepandemia la gente revisaba sus teléfonos un promedio 50 veces por día, en el pico de Covid-19 esta cifra escaló a 150 veces, con topes de 200 diariamente.
No se trata de que no podemos concentrarnos, es que nuestros cerebros están continuamente distraídos y el esfuerzo por resistir las distracciones requiere importantes recursos mentales. Si el cerebro está tratando de resistir las distracciones, está teniendo dificultades para procesar lo que realmente desea lograr. En definitiva, resulta inverosímil que las empresas más valiosas del planeta (Facebook, Instagram, Whatsapp, Google y otras que ofrecen servicios similares) no nos manden una factura todos los meses y que estemos pagándoles por sus servicios con lo más valioso que tenemos, nuestra memoria.
CEO de BTR Consulting, especialista en ciberseguridad, riesgo tecnológico y negocios