La sonrisa de Instagram
“Creatividad es cualquier acto, idea o producto que cambia un campo ya existente o que transforma un campo ya existente en uno nuevo” (Steve Jobs puro). La definición es del profesor en psicología Mihály Csikszentmihalyi, autor del libro Creatividad (1998). En el exhaustivo ensayo, este profesor de apellido impronunciable analiza las características de la creatividad, su escasez, su ubicación, su historia, la forma en que fluye, la forma en que envejece.
Para hacerlo, además de basarse en documentos e investigaciones, entrevistó a personalidades creativas de todas las áreas, desde científicos hasta escritores, por ejemplo, a Madeleine L’Engle. En su testimonio, la autora remarca el valor fundamental del riesgo en la tarea creativa: la capacidad de fallar. Dice: “Si no soy libre para fallar, nunca comenzaré otro libro, nunca comenzaré algo nuevo”. No hay creación posible sin riesgo. Tal vez por eso muy pocas compañías y organizaciones son creativas, aun entre aquellas que están en el centro de la energía cultural. Temen fallar.
Hace unas semanas, Instagram copió literalmente a Snapchat. Para muchas publicaciones especializadas, el caso fue un escándalo. En concreto, Instagram presentó “Stories”, una nueva función en su aplicación que permite a los usuarios crear historias efímeras con fotos y videos ordenados cronológicamente, totalmente idéntica a las historias de Snapchat. Y no sólo idéntica en sus características, sino también en una idiosincrasia que no le es propia: la falta de interacción en los contenidos (likes), la ausencia de comentarios y la publicación de contenidos perecederos. Nada de eso tiene que ver con la cultura de Instagram; todo es parte de la más profunda identidad de Snapchat.
En la portada del último número de la revista Forbes aparece Kevin Systrom, CEO de Instagram. En la entrevista que le hicieron a este empresario de 32 años se analiza el éxito de Instagram y el peso estratégico adquirido por esta compañía mundial, valuada por algunos especialistas en 50.000 millones de dólares, equivalente casi a un 10% del PBI argentino. Pero la pregunta no formulada por Forbes es: ¿por qué una compañía de 350 empleados y recursos económicos casi infinitos sólo puede presentar como novedad una copia de Snapchat? Extendiendo la pregunta a otras marcas: ¿por qué Google Duo copia a FaceTime o Samsung Galaxy a iPhone o Twitter usa stickers como Snapchat? Si creatividad es algo que cambia un campo existente o crea uno nuevo, ¿qué son las copias?
Guillaume Duchenne fue un investigador francés que en el siglo XIX estudió las expresiones faciales. Entre otras cosas, descubrió que la sonrisa verdadera no puede ser imitada. Hay dos músculos que se resisten a actuar cuando el estímulo no es auténtico, el cigomático mayor y el menor, que al contraerse elevan las mejillas y producen típicas arrugas alrededor de los ojos. Estas arrugas no aparecen ante una sonrisa falsa. A la sonrisa franca se la llama, en honor a su descubridor, la “sonrisa de Duchenne”. La sonrisa falsa no tiene nombre. Pero para esta columna podríamos llamarla la sonrisa de Instagram, o de Twitter, o de Samsung, o de Google...