La semana más militante de los clubes de fútbol
Intimidades de un pronunciamiento de los clubes en el tramo final de la campaña política. Los movimientos que mezclaron a los candidatos con las instituciones deportivas
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Un tuit en público y varios llamados en privado alcanzaron para involucrar a los clubes de fútbol en la arena electoral. Una pregunta del periodista Alejandro Fantino al candidato Javier Milei sobre las sociedades anónimas deportivas y la postura a favor del libertario desencadenaron una andanada de repudios cibernéticos y un hashtag que ya había sido usado en otros tiempos: #NoalasSADs. Dijeron que se trataba de un “debate público”, o bien de una “polémica por el ingreso de los capitales privados en el fútbol”. Eufemismos para no llamarlo por su nombre: operación política.
Los dirigentes de los clubes prestaron los escudos y los colores al servicio del candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa. Lo hicieron luego de que la AFA les pidiera que se involucraran en el repudio al libertario. Les exigieron participación activa. Nada nuevo: las redes sociales se inundan de felicitaciones a Claudio “Chiqui” Tapia para su cumpleaños, o de muestras de agradecimiento cuando desde el edificio de la calle Viamonte les consiguen un aumento en los ingresos de TV. Es un fútbol de hashtags: para estas cuestiones existe #GestiónTapia.
Casi todos los clubes del fútbol argentino respondieron al llamado de la AFA como si fueran bomberos voluntarios. A su postura contraria a las SADs le siguió su apoyo explícito a Massa. El mismo ministro de economía que un par de semanas antes había morigerado las cargas sociales y patronales que las entidades tienen que pagar por cada uno de sus empleados. Una decisión que mejoró, sobre todo, la situación económica de aquellas entidades con colegios propios, que son los que más personas en relación de dependencia tienen. Se trató de la versión 2023 del decreto 1212/03, promulgado originalmente por Eduardo Duhalde y uno de los temas que los dirigentes buscaron modificar con más insistencia durante la presidencia de Alberto Fernández: pagaban mucho más de lo que habían abonado con Mauricio Macri.
Al final, y después de casi cuatro años de gestiones, Massa los escuchó y consiguió la publicación del nuevo decreto en el Boletín Oficial. Pero, como favor con favor se paga, la AFA les recordó la gestión del ministro-candidato a la hora de convencerlos de su participación en la cruzada antiSAD. Y allí estuvieron. Después de todo, el tigrense no es un desconocido para los clubes de primera división, los más convocantes del país. Fue en su propia casa que se firmó el certificado de defunción de la Superliga, en 2019, y la categoría más importante del fútbol argentino volvió al yugo de la AFA, dejando atrás sus intenciones independentista. “Son los vientos que corren”, dejó trascender en aquel momento un presidente de la renombrada Liga Profesional. La frase no es perecedera y bien puede volver a aplicarse ahora.
La realidad, archiconocida por todos los integrantes del fútbol argentino, es que los clubes están blindados bajo siete llaves contra un eventual avance de los capitales externos. O de la “ola privatizadora”, como dicen algunos fanáticos de la “cosa pública”. Por un lado, las sociedades anónimas deportivas deben ser habilitadas como modelo posible de gestión de clubes a través de una ley del Congreso. En 2018, y con un gobierno todavía fuerte, Macri lo intentó. Apenas llegó a un anteproyecto que jamás vio la luz. Aquella vez -como ahora- se encontró con un “no” rotundo por parte de los clubes y sus dirigentes. La idea quedó cajoneada.
En el hipotético caso de que un gobierno avance para que el fútbol pueda ser gestionado por sociedades anónimas deportivas, además de la ley que las habilite se precisa: un cambio del estatuto de la AFA, de la Liga Profesional y de los propios clubes interesados en crear la SAD. Después, recién después, una Asamblea de socios tiene que aprobar la creación de esa sociedad anónima para que pueda gestionar las actividades profesionales del club. Hasta acá, el fútbol argentino sólo acepta asociaciones civiles sin fines de lucro. No hay ni un resquicio para las SAD.
Entonces, no hay debate ni polémica posible. Y de haberlo, sería la prioridad número mil en un país con otras muchas necesidades básicas insatisfechas. La participación de los clubes, direccionada por una AFA que juega su propio partido a favor de Massa, lo transformó en un tema de agenda. Tanto, que quisieron meter en el lodo al mismísimo entrenador del seleccionado campeón del mundo en Qatar 2022. Pero Lionel Scaloni, que ni siquiera vive en la Argentina, optó por no sentar postura sobre el tema. Le reprocharon, al instante, que no se la haya jugado por los clubes, esos en los que él mismo se formó de chiquito en su Pujato natal. Para Scaloni, sin embargo, el silencio fue salud.
La semana también tuvo a Boca como protagonista. El club que preside en las sombras Juan Román Riquelme se unió a la ola antiSAD. Y también definió sus candidatos de cara a las elecciones del próximo mes. Se trata de una mini provincia con más de 200 mil socios y una resonancia nacional. De un lado, el exnúmero 10. Del otro, Macri, Andrés Ibarra y Daniel Angelici. Macri sabe como nadie que las SADs son tabú en el fútbol argentino. En 1999, en Ezeiza, el comité ejecutivo de la AFA votó sobre el ingreso de los capitales privados. Julio Humberto Grondona, entonces presidente, le había prometido su apoyo. Perdieron 39 a 1. El fallecido caudillo de Sarandí lo miró entonces y le dijo, en tono derrotista: “Perdimos, Mauricio”.