La salud y nuestra permanente vocación por atajar penales
Hace algunos días, The Lancet, revista británica de medicina, publicó un estudio donde se afirma que en 2019 más de 1,2 millones de personas murieron como resultado directo de infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos. Dicho trabajo resalta que la cantidad de fallecidos a causa de la resistencia antimicrobiana ya superó a las víctimas del VIH y de la malaria.
Cabe destacar que los antimicrobianos son medicamentos esenciales para la salud humana y animal y su aplicación ha permitido salvar millones de vidas. Sin embargo, su uso indebido y el abuso en su consumo, trajo como consecuencia la aparición del fenómeno de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), que es uno de los mecanismos que tienen los microorganismos para defenderse en un medio hostil o desfavorable, como lo es la presencia de los antibióticos. Es decir, los microorganismos, como pueden ser los parásitos, virus o bacterias, van mutando a través del tiempo y generan una resistencia a los medicamentos que antes eran efectivos para su tratamiento.
El análisis publicado en The Lancet sostiene que la resistencia antimicrobiana es una gran amenaza para la salud humana en todo el mundo. Si bien ya se habían realizado estudios, los resultados y las estimaciones de este trabajo revelan que la situación es mucho más preocupante de lo que se pensaba, y no debemos dejar pasar el tiempo para enfocar nuestras políticas públicas a la acción.
En este sentido, desde mi lugar como presidente de la Comisión de Salud del Senado de la Nación, vengo proponiendo desde 2019 una ley para la prevención y control de la resistencia antimicrobiana que jerarquice, organice adecuadamente los recursos, articule eficazmente la acción de las áreas con competencia, promueva los desarrollos de investigación necesarios y priorice el problema y las estrategias de abordaje para una prevención y acción eficaz.
La iniciativa, que volví a presentar en 2021 -al haber perdido estado parlamentario- tiene como fin fortalecer la vigilancia de la RAM y el uso de antimicrobianos, implementar programas de prevención y control de infecciones asociadas al cuidado de la salud en las instituciones sanitarias y promover el uso apropiado de los antimicrobianos para minimizar su utilización innecesaria sin comprometer la salud humana y animal; siempre desde el enfoque de “Una Salud”, promovido por distintos organismos internacionales, incluida la OMS, que implica un enfoque colaborativo que reconoce y trabaja sobre la interdependencia que existe entre la salud humana, animal y ambiental.
El proyecto también adhiere a la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de Antibióticos, instituida por la OMS para la tercera semana del mes de noviembre de cada año, e instituye el 21 de junio como el Día Nacional del Uso Responsable de Antibióticos, para realizar acciones que generen el reconocimiento del problema y su prevención. Considero esto un aspecto fundamental, ya que necesitamos que la población tome conciencia del uso inapropiado de antibióticos y del riesgo de la automedicación. El compromiso debe ser de todos porque las acciones individuales impactan sobre la salud colectiva. Ya hemos tenido oportunidad de aprender esto golpeados por la pandemia.
Cabe resaltar que esta iniciativa durante el año 2019 contó con un exhaustivo trabajo en el que participaron áreas del Ministerio de Salud, de Agricultura, el Senasa, el Instituto Malbrán, entre otros, y está enfocada en las recomendaciones de la 68° Asamblea Mundial de la Salud desarrollada en 2015, donde se acordó darle un marco legal a esta problemática y desarrollar planes de acción nacionales para combatirla.
Son muchos los motivos que nos muestran que no podemos esperar más. Lamentablemente los números de la investigación publicada en The Lancet no son para nada alentadores, y nuevamente donde peores resultados se observan es en los países con menos recursos. Sumado a esto, también se destaca que quienes mayores riesgos corren son los niños y niñas.
La resistencia antimicrobiana se convirtió en un problema de salud pública, y entiendo que para enfrentarla se requiere no sólo una estrategia política y científica, sino también un marco jurídico sólido que proporcione el contexto adecuado para abordar este desafío.
Por eso espero que, con el comienzo del año parlamentario, podamos impulsar y trabajar en esta iniciativa antes que como nos sucede lamentablemente en salud, nos encontremos de nuevo atajando penales.
Senador nacional