La salud y el populismo
Se impone en la Argentina un debate sobre el verdadero aumento de los costos en salud
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Pierre Rosanvallon, en su obra denominada El siglo del populismo, logra con mucha eficacia analizar el progreso y elaborar simultáneamente una crítica para comprender al populismo en su plena dimensión de cultura política.
Rosanvallon se pregunta si existe una personalidad populista y elabora un ensayo al respecto. El prestigioso politólogo y pensador francés afirma que ningún estudio con rigor científico permite documentar la existencia de este tipo de personalidad. Pero se atreve, desde la razón, a adelantar una hipótesis sobre la centralidad que tiene el registro de las pasiones y las emociones en la construcción de la personalidad populista.
La ira y el miedo, afirma Rosanvallon (quizás desde su perspectiva de sociólogo), son los motores afectivos y psicológicos de la adhesión al populismo. Y concluye que por añadidura el populismo parece capaz de dar armas al resentimiento, de ofrecer la posibilidad de una venganza. Si a esto se suma la propensión a suscribir a “verdades polémicas” estos son los elementos claves para definir la personalidad populista.
Por estos días, y desde una plataforma que permite un número limitado de caracteres, desde el poder político (que tiene la responsabilidad de dirigir los destinos de la república), se afirmó de una manera tan contundente como polémica que resultaba francamente inaceptable el nuevo aumento, esta vez de dos dígitos (13,8%), que el propio gobierno autorizaba a las empresas de la medicina prepaga y que de esta manera se llegaba al 114% anual de aumento otorgado. Lo cual es cierto, pero no del todo.
Desde las entidades de medicina prepaga la respuesta no se hizo esperar y con mucha precisión se contestó con datos concretos extraídos de la información oficial que provee el mismo gobierno, que simultáneamente autoriza y critica su propia decisión. Una gota más en el mar de incertidumbre a las ya deterioradas condiciones de credibilidad, tanto ajenas como propias del mismo gobierno.
Lo enunciado por las entidades nucleadas en la Unión Argentina de Salud (UAS) es correcto: desde enero 2020 a diciembre 2022, las cuotas habrán aumentado 247,6%, mientras que la inflación proyectada, considerando el 6% aproximado de inflación mensual en el último trimestre del año, llegaría a 306,5%”.
La recaudación de la empresa de medicina prepaga sufrió una pérdida en los primeros dos años de gobierno contra la inflación. El incremento otorgado en 2020 fue de 10% (autorizado en diciembre de ese año, luego de un año de pandemia), contra un índice de precios (IPC) de 36,1%. En 2021, el incremento en las cuotas fue de 47,8% y la inflación finalizó en 50,9%. Por ende, si sólo consideramos 2022, esta verdad es polémica y relativa.
Desde el punto de vista técnico la inflación se mide en series denominadas históricas y de manera acumulada, detalle quizás que la vicepresidenta de la Nación pasó por alto o no fue advertida por sus asesores económicos.
Pero también es una verdad relativa que el costo de la salud se circunscribe a la evolución de las cuotas de la medicina prepaga. La evolución de los costos de las prestaciones médicas crecen en porcentajes superiores a los determinados en los aumentos de las cuotas autorizadas a la medicina prepaga. Esto, dicho sea de paso, a pesar de existir la resolución 1293/2022 emitida por el Ministerio de Salud de la Nación, donde se establece un índice de costos de salud y la proporción de aumento que debe otorgarse a los prestadores de la salud. De conformidad con lo establecido en las Resoluciones 867/2022 - MSAL , tal cual reza en su artículo 3, donde se refiere a “las entidades de medicina prepaga y los agentes del seguro de salud, los que deberán incrementar los valores retributivos de las prestaciones médico-asistenciales brindadas a sus beneficiarios, beneficiarias, usuarios y usuarias por los prestadores inscriptos en el Registro Nacional de Prestadores de la Superintendencia de Servicios de Salud, para los meses de mayo, junio y julio de 2022, en al menos un noventa por ciento (90%) del aumento porcentual de sus ingresos por vía de cuotas de medicina prepaga o negociaciones paritarias sindicales, para cada período considerado”.Y que tanto el citado aumento como otros posteriores del mismo tenor no han sido efectivizados en muchos casos en su totalidad a los prestadores de salud.
En este sentido, los verdaderos financiadores del sistema son los prestadores de salud. No sólo por el parcial cumplimiento de algunas entidades de medicina prepaga con las normas establecidas por la SSS (Superintendencia de Servicios de Salud) y el mismísimo Ministerio de Salud de la Nación, sino además por los plazos de pago que estas entidades desarrollan para con los prestadores (médicos), que alcanzan a un promedio de 120 días de demora.
Esta situación, en un marco inflacionario, con restricciones a la importación de insumos esenciales y lo que implica el aumento de los precios de estos insumos a nivel de dólar paralelo, lleva al sector prestador a un escenario de inviabilidad.
El tuit de la señora vicepresidenta solo es una percepción sesgada del problema, que la muestra como narradora de una realidad de la cual es directamente responsable. Y esta realidad resulta no solamente inaceptable, como ella misma lo manifiesta, sino imposible de absorber por los verdaderos efectores del sistema de salud, que son los consultorios, las clínicas y sanatorios, el personal que trabaja directamente con los pacientes.
Estamos convencidos de que es necesario fijar parámetros de actualización que contemplen la evolución de la inflación, del tipo de cambio y las paritarias. En ese camino se está desde la Superintendencia de Servicios de Salud y el Ministerio de Salud de la Nación. Por primera vez en la historia, y creemos que es un camino que no se debe desandar sino profundizar, ya que han existido abusos históricos de la posición dominante no sólo las entidades de medicina prepaga (que sólo compromete a alrededor del 10 %de la población), sino de los mal llamados financiadores del sistema de salud, entendiéndose como tales a las obras sociales y organismos del estado nacional y provinciales avocados a la tarea de administrar los fondos destinados a la salud.
Creemos fundamentalmente que debemos dar un debate técnico, transparente, alejado de posiciones electoralistas y comprometido con lo que debe ser el objetivo central de todo sistema de salud, que no es otro que garantizar la calidad y el acceso a la salud de la población. Y sin prestadores está claramente demostrado que no hay ni acceso y menos aún calidad a la salud que merecemos los argentinos.
Secretario General de la Cámara de Medicina Oftalmológica (Cameof)