¿La salud será lo último en recuperarse?
El sistema debe lograr consenso y el Estado garantizar el diseño de ámbitos institucionales que favorezcan la discusión pública
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La lucha contra el flagelo inflacionario es una realidad en la Argentina, que sufre de manera crónica este fenómeno, producto del despilfarro de los gobiernos que antecedieron al actual.
La inflación es el aumento sostenido en el nivel general de precios, lo cual trae aparejado que el dinero valga menos (depreciación de la moneda) y una consecuente pérdida progresiva del poder adquisitivo. Frente a esta situación, tomar medidas que frenen el proceso inflacionario es indispensable para desarrollar cualquier plan económico en un país.
Ahora bien, los procesos inflacionarios traen aparejadas consecuencias, como la distorsión de los precios relativos, que profundizan los problemas estructurales de cada sector de la economía y tornan mucho más complejo el constructo de medidas para que la baja de la inflación sea virtuosa y se generen condiciones necesarias para lograr crecimiento y desarrollo.
El sector de la salud tiene problemas estructurales propios que hacen que la inflación, modificaciones en el tipo de cambio y la escasez de insumos, por ejemplo, impacten de manera sumamente corrosiva sobre el sistema. Esto genera consecuencias directas sobre dos de sus actores fundamentales: pacientes y prestadores.
Comencemos por los pacientes, que sufren problemas serios de acceso a la salud por falta de alternativas y costos. Concretamente, disminución progresiva de las coberturas, aumentos importantes en las cuotas que pagan para estar cubiertos y falta de turnos o períodos de espera muy prolongados para acceder a un tratamiento necesario.
Sigamos por el segundo actor seriamente dañado, que es el prestador de salud, el efector de la prestación, dentro de la cual está el acto médico.
En especialidades como la oftalmología, por caso, la implicancia del factor tecnológico y el costo de adquisición y manutención de los equipos, como de los insumos, desequilibra cualquier ecuación económica, dadas las condiciones de la economía real que prevalecen en este momento. Los costos se incrementan a una tasa de crecimiento geométrica, y los ingresos de los prestadores crecen a una tasa aritmética.
La evolución de las variables considerando el legado de Alberto Fernández más el primer trimestre de Milei fue la siguiente:
Tomemos en perspectiva el modelo de crecimiento económico basado en las teorías de la Escuela Austriaca de Economía. Y combinemos las etapas de este modelo, como las presenta Jesús Huerta de Soto en su ya famoso tratado sobre el dinero, el sistema bancario y los ciclos económicos, con el modelo gráfico de Roger Garrison.
En una breve síntesis que podría desatar un jugoso debate, podríamos decir, en términos generales, bajo esta teoría que un aumento del ahorro voluntario, entendido como un cambio de las preferencias temporales orientadas hacia el futuro, termina generando numerosas consecuencias.
Los efectos serán un alargamiento en la estructura productiva, mayor inversión, mayor consumo, mayor salario real, un crecimiento económico sostenido, desarrollo y mayor bienestar. Este es el camino sano, concluyen los autores, que el capitalismo y el liberalismo clásico predican para todos los países en materia económica: un desarrollo cuya base se fundamente en un aumento de ahorro voluntario, por ende, la inversión, y no en una expansión crediticia artificial.
Sin embargo, la misma escuela y la mirada de Garrison prevén qué ocurre según este modelo frente a una economía de características regresivas. Tanto Ludwig von Mises como Murray N. Rothbard se refieren considerando las condiciones de retrogressing economy (economía regresiva). En ella, las preferencias temporales cambian, pero no orientadas hacia el futuro, sino hacia el presente. En otros términos, disminuye el ahorro y por consiguiente la inversión.
Y aquí es donde encontramos un vector común con la situación que impera en el sector salud y, específicamente, en el terreno de los prestadores de salud con foto en la oftalmología. Aquí se ve relegada la salud como prioridad y las asimetrías crecientes del sistema operan en perjuicio de los prestadores, efectores, en definitiva, los médicos.
Se produce un proceso de desinversión o de aplicación de capital propio para sostener la actividad. La inflación y otros factores que profundizan las asimetrías y el retraso en los ingresos de los prestadores propicia que ese proceso es finito en el tiempo y, en muchos casos, determinante de la quiebra o el cierre de clínicas, institutos y consultorios médicos.
En este sentido (y con la mirada del modelo de Garrison para economías regresivas), se produce un achatamiento de la estructura productiva, que tiene como resultado un empobrecimiento generalizado de la sociedad.
Es un cambio en la preferencia temporal orientada hacia el presente, las valuaciones subjetivas de los sujetos actuantes. Esto es no solo la disminución del ahorro, sino la de inversión, producto de que los aranceles que se le pagan a los prestadores de salud son insuficientes para cubrir sus costos, y a un plazo que licúa su valor en el tiempo por la inflación y llevará el tipo de interés hacia arriba, con la consecuente disminución del ahorro y la inversión.
En el corto plazo el consumo se verá incrementado, pero, simultáneamente, la estructura intertemporal de la producción se acortará, provocando un menor consumo en el largo plazo.
Se puede concluir, de acuerdo con la mirada de estos referentes de la escuela austríaca, que es necesario comprender que el único crecimiento económico sustentable es aquel que se apoya sobre un aumento en el ahorro voluntario y su traducción en inversión. Desde ese análisis podríamos afirmar que el ahorro y la inversión serán mayores cuando se preserve un marco institucional que resguarde los derechos de la persona, cuando exista respeto por las autonomías individuales y su propiedad, cuando las reglas de juego sean claras y estables y cuando se respete la seguridad jurídica
En definitiva, el sistema de salud de la Argentina tiene muchas materias pendientes: en principio, se debe lograr consenso en una mesa donde participen todos los actores relevantes del sistema y se garantice desde el Estado el diseño de ámbitos institucionales favorecedores de la discusión pública sobre estos aspectos.
Este debate debe realizarse sin compromisos corporativos y con rigor técnico. Ya que la situación de los prestadores de salud es crítica (diría terminal), y la salida del sistema de estos no afectará solo la oferta de los servicios en términos absolutos, sino, mucho peor, tendrá un alto impacto y costo sanitario, económico y social.
La medicina argentina tal cual la conocimos, llega a su fin.
El autor es Mgter. en Adm. de Servicios de Salud y Secretario Gral de CAMEOF