La Repregunta. Víctor Mijares: “Si EE.UU. le levanta las sanciones a Venezuela, Rusia puede usar a Venezuela como puente a un sistema financiero internacional”
Aunque ve una ventana de oportunidad en el acercamiento de Biden al país caribeño, el politólogo venezolano dice que eso no implicará una democratización del modelo encarnado por Maduro
“Venezuela vuelve como petroestado pero no necesariamente como un país que proyecte la posibilidad de convertirse en el corto plazo en una democracia”, afirma. “Un desacople geopolítico entre Venezuela y Rusia es muy poco probable. La relación con Rusia se ha venido tejiendo desde 2005, primero entre Putin y Chávez y luego entre Putin y Maduro. También hay una relación muy estrecha con las fuerzas armadas venezolanas. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, es muy cercano al ministro de Defensa ruso y al gobierno ruso. Puede ser considerado el hombre de Moscú en Caracas”, desarrolla. “Las autocracias también han aprendido mucho a cómo sobrevivir. Parte de ese aprendizaje de supervivencia tiene que ver con la transferencia de ese conocimiento, el know how autoritario. Por eso a Venezuela le cuesta tanto desacoplarse de Rusia”, explica. “Existe la posibilidad de que Rusia aproveche esta reinserción de Venezuela y la use como backchannel para acceder al sistema financiero internacional. Insisto, los autoritarismos aprenden, aprenden de experiencias ajenas, se intercambian información y cooperan entre ellos entre otras cosas, para aliviar sus sanciones”, plantea. “China va a terminar teniendo una influencia muy importante en y sobre Rusia”, sostiene y agrega: “Se está consolidando un nuevo orden bipolar. Las esferas de influencia en el mundo se están reconstruyendo”.
El politólogo venezolano Víctor Mijares estuvo en La Repregunta justo cuando Estados Unidos apunta a restablecer relaciones con Venezuela en busca de nuevas fuentes de petróleo ahora que prohibió las exportaciones desde Rusia en el contexto de las sanciones por la invasión a Ucrania.
¿Llegó la hora de la venezuelización de Occidente? ¿Vuelven Venezuela y el régimen de Maduro al mapa occidental? ¿Cómo impacta en la oposición venezolana y en las democracias liberales de América Latina que enfrentan al régimen de Maduro? El lazo que une a Venezuela con Rusia, ¿se debilita o todo lo contrario? La cooperación internacional autoritaria y el sistema financiero global. Venezuela, ¿testaferro de Rusia? El peso de China.
Mijares es Doctor en Ciencia Política, especializado en Estudios Globales, por la Universidad de Hamburgo. También es profesor de la Universidad de los Andes en Colombia.
Aquí, la entrevista completa.
-Hay corrimientos dilemáticos, inquietantes e interesantes en el mapa global. Se habla de la posibilidad de que Venezuela vuelva a lo que se llama esfera de influencia de Occidente. ¿Cómo ve esta cuestión desde su perspectiva de experto en estudios globales?
-La situación es naturalmente muy llamativa porque en los últimos años y sobre todo luego de la elección de Nicolás Maduro en 2018, las relaciones de Occidente, y muy particularmente los Estados Unidos e incluso buena parte de la región latinoamericana, con Venezuela han sido francamente muy malas relaciones. Ha habido desconocimiento, reconocimiento de un gobierno paralelo, sanciones cada vez más severas. Eso ha tenido una repercusión importante en la economía venezolana. Se llegó a casi 6 millones de emigrantes venezolanos. Los últimos acercamientos llaman mucho la atención porque se dan precisamente en una especie de carambola geopolítica, con la invasión rusa que termina generando esta aproximación. Pero esta es una aproximación basada en energía, en intereses puramente materiales. No creo que tenga algún tipo de repercusión directa en un proceso de democratización en Venezuela. Venezuela vuelve como petroestado pero no necesariamente como un país que proyecte la posibilidad de convertirse en el corto plazo en una democracia.
No creo que tenga algún tipo de repercusión directa en un proceso de democratización en Venezuela. Venezuela vuelve como petroestado pero no necesariamente como un país que proyecte la posibilidad de convertirse en el corto plazo en una democracia
El regreso de Venezuela a Occidente. ¿O no tanto?
-¿Cómo ve la novedad de que Venezuela retomaría las negociaciones en México para reordenar su escenario político?
-Pareciera que lo que quiere Nicolás Maduro es, primero, reconocimiento, que primero supone desconocimiento del gobierno interino de Juan Guaidó. A su vez, reconocimiento por parte de él de una oposición que se va a ajustar y que debe ajustarse a las nuevas reglas de este juego, con elecciones, pero bajo un sistema que no es de partido único pero sí de partido hegemónico. La llave que tiene Maduro en este juego en particular sigue siendo la herramienta clásica de la política tanto doméstica como externa de Venezuela, la llave petrolera: la posibilidad de un alivio con un acceso y al mundo ahora que las sanciones a Rusia son tan pesadas que van a sacar millones de barriles de petróleo del mercado internacional.
-Estados Unidos había roto relaciones con Venezuela en 2019 durante la presidencia de Donald Trump, cuando retiró a su embajada en Caracas e impuso sanciones tanto a la exportación de petróleo desde Venezuela como a figuras clave del régimen político venezolano. Este acercamiento de Biden con el envío de funcionarios de alto rango de la Secretaría de Estado que se dio hace una semana en Venezuela, ¿cambia el panorama político en Venezuela? ¿La oposición puede sentirse obligada a un acercamiento, a un reconocimiento del régimen de Maduro?
-Sin duda. Aquí estamos hablando de reconocimiento en todas las direcciones. Un reconocimiento de EE.UU. hacia Maduro; un reconocimiento de Maduro hacia la oposición y naturalmente, un reconocimiento de la oposición a Nicolás Maduro. La oposición está muy fragmentada pero una parte importante sigue dependiendo de sus lazos directos con la comunidad internacional, de su reconocimiento internacional, muy especialmente por parte de Washington. En este movimiento geopolítico desde luego hay un reacomodo de fuerzas dentro de Venezuela. Todo indica que algunas fuerzas tratarán de empujar hacia la democratización; otras, van a tratar de mantener la situación tal y como está, la del régimen de Maduro con este sistema autoritario de partido hegemónico, no de partido único. Y EE.UU., en una jugada absolutamente pragmática y realista, está tratando de resolver un problema de seguridad energética, un problema fundamental para EE.UU. y para todo Occidente: volver a tener acceso a esas enormes reservas de petróleo de Venezuela. Para eso tendrá que haber una importante inversión externa. La inversión extranjera que se requiere para que Venezuela vuelva a tener una producción petrolera a niveles que sean efectivamente un paliativo para la situación rusa es de miles de millones de dólares y un plazo de entre 2 y 5 años para volver a tener una producción semejante a la que tenía antes de 2016. Es una operación de mediano plazo que no necesariamente conduce a la democracia pero que sí está directamente vinculada a intereses geopolíticos de los Estados Unidos. Y aquí hay que señalar una contradicción bastante obvia: en el discurso del Estado de la Unión, el presidente Biden planteó la confrontación entre democracias y autocracias pero con autocracias que podría resolver algún asunto de seguridad energética va a ser mucho más tolerante.
La inversión extranjera que se requiere para que Venezuela vuelva a tener una producción petrolera a niveles que sean efectivamente un paliativo para la situación rusa es de miles de millones de dólares y un plazo de entre 2 y 5 años para volver a tener una producción semejante a la que tenía antes de 2016.
-Por ejemplo Arabia Saudita, Irán, Venezuela.
-Exactamente.
Venezuela y su vuelta al mundo, ¿para qué? Entre el petróleo y América Latina
-Hay datos interesantes en relación a ese aporte o no de Venezuela al tráfico global de petróleo. Son de Francisco Monaldi, también venezolano, experto en el sector energético. Si este objetivo de reforzar la seguridad energética que busca EE.UU. a la hora de retomar las relaciones con Venezuela, no se va a dar, ¿quiere decir que el objetivo es otro, por ejemplo, geopolítico? El New York Times sostenía en una nota la semana pasada que la invasión de Rusia a Ucrania era la oportunidad de Estados Unidos para tener argumentos muy indiscutibles para su acercamiento a los países de América Latina que todavía están alineados con Rusia. ¿Cómo ve usted esto?
-Primero, hay que tener en cuenta lo siguiente: ningún país por sí solo puede sustituir a Rusia como proveedor de crudo. Rusia es el segundo país exportador de petróleo del mundo. No estamos hablando de un actor menor en el mercado petrolero. Por eso no podemos esperar que simplemente por establecer relaciones con Venezuela o por impulsar la industria petrolera venezolana, se pueda resolver este problema. Venezuela tiene enormes reservas pero también tiene una industria decaída y arruinada. Hay dos capítulos en esta novela. Por el lado de la seguridad energética, Venezuela puede contribuir a subsanar lo que, por las sanciones, será la pérdida de más de 7 millones de barriles de petróleo en el mercado petrolero mundial.
-Estas son las exportaciones de Rusia al mundo.
-Exactamente. Van a quedar gravemente afectadas, aunque no todas. China podrá consumir parte de ese petróleo pero tampoco tiene capacidad infinita para consumir todo el petróleo ruso. No es simplemente desviar el flujo energético del Occidente al Oriente, no opera así de fácil. Sin embargo, a pesar de que sea poco y se vea como algo menor, el aporte de Venezuela puede ser muy importante para los refinadores del estado de Texas que refinan el petróleo pesado venezolano. Es fundamental para la industria pesada, la metalúrgica, que en este contexto de reactivación económica post pandemia va a ser fundamental. Entonces, Venezuela no va a sustituir a Rusia pero puede contribuir.
-El interés de Biden por acercarse a Maduro pasaría por ese interés comercial más puntual.
-Hay un interés económico más puntual, que tiene que ver con la seguridad energética en general. También hay que tener en cuenta el otro capítulo, el capítulo geopolítico. El capítulo de la seguridad energética es muy difícil por la cantidad, el tiempo y el dinero que cuesta. Sin embargo, el asunto geopolítico puede ser igual o mucho más complejo. Se trata del desacople de una relación que se ha venido tejiendo desde el año 2005, primero entre Putin y Chávez y luego entre Putin y Maduro, y una relación muy estrecha con las fuerzas armadas venezolanas. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, es muy cercano al ministro de la Defensa ruso y es muy cercano al gobierno ruso. Puede ser considerado el hombre de Moscú en Caracas. Y hay una relación entre el aparato de defensa ruso y el aparato de defensa venezolano que no va a ser tan fácil de romper. Además, debemos recordar algo: Moscú ha sido un aliado, socio cercano, que ha tenido el gobierno chavista durante todos estos años en las buenas y en las malas. Va a ser muy difícil para Washington, luego de tanta presión, simplemente romper ese vínculo. Hay presencia militar y de inteligencia rusa en Venezuela. No es una operación sencilla .Entiendo que la tengan que ensayar, entiendo que hay interés por parte de EEUU de reabrir la embajada en Caracas. Pero la posibilidad de una ruptura o un desacople geopolítico entre Venezuela y Rusia es muy poco probable.
Debemos recordar algo: Moscú ha sido un aliado, socio cercano, que ha tenido el gobierno chavista durante todos estos años en las buenas y en las malas. Va a ser muy difícil para Washington, luego de tanta presión, simplemente romper ese vínculo. Hay presencia militar y de inteligencia rusa en Venezuela. No es una operación sencilla
Rusia y Venezuela. La trama de las autocracias y las esferas de influencia
-Javier Corrales, también Doctor en Ciencia Política por Harvard y profesor del Amherst College, que se dedica a estudiar las autocracias, plantea que ese desacople de Venezuela respecto de Rusia es difícil por un espíritu de colaboración entre autocracias. ¿Su señalamiento va en ese sentido? ¿Cuánto de eso se relaciona con el ordenamiento mundial basado en las esferas de influencia de las grandes potencias? ¿Ese es un escenario pasado que vuelve?
-Vamos a empezar por lo último. Efectivamente, las esferas de influencia fueron históricamente una institución informal, una práctica informal pero aceptada, legitimadas por las grandes potencias en el marco de sus relaciones mutuas o con estos estados menores basados en su periferia geográfica inmediata.
-¿Esto se dio sobre todo durante la Guerra Fría?
-En la Guerra Fría quedó en evidencia pero siempre fue así. En la Guerra Fría, el mundo quedó dividido literalmente en dos grandes esferas de influencia. Después de la Guerra Fría se suponía que las esferas de influencia se rompían y se daba la posibilidad de ciertas libertades de los estados para relacionarse con quien quisieran.
-¿Esto es la multipolaridad?
-Lo que se intentó como multipolaridad aunque no llegó a ser tal. Cuando vemos los resultados preliminares de esta invasión y los efectos que está teniendo, surgen dos grandes ganadores. Por un lado, EEUU que está galvanizando nuevamente a la OTAN en función de su presencia en Eurasia. Del otro lado China, que va a terminar teniendo una influencia muy importante sobre Rusia. Los dos grandes polos que empezaban a constituirse, ahora se aceleran con la consolidación de un orden bipolar. Me estoy adelantando mucho pero eso estoy viendo. Las esferas de influencia se están reconstruyendo. No sólo Moscú sino también Washington están viendo que pueden reconstruir esas esferas de influencia y que tiene que tolerar algunas cosas. En el caso de Washington, que Venezuela sea un país que no rompa del todo con otra potencia y que sea un gobierno autoritario. Todo para tener, a la larga, mayor incidencia sobre los asuntos políticos venezolanos. Para eso se necesita tener presencia directa con una embajada por ejemplo y con inversiones. pHay empresas como Chevron que están empujando al Departamento de Estado a esta operación de seguridad energética. En materia de cooperación internacional autoritaria, la literatura nos dice que esos lazos se han hecho cada vez más sólidos. Hay un retroceso de las democracias en el mundo pero no sólo en términos cuantitativos, que hay menos democracia o que hay democracias de menor calidad, sino que las autocracias también han aprendido mucho a cómo sobrevivir. Parte de ese aprendizaje de supervivencia tiene que ver con la transferencia de ese conocimiento, el know how autoritario. Por eso a Venezuela le cuesta tanto desacoplarse.
-Es decir, que este acercamiento de Estados Unidos no va a obligar a Venezuela a desacoplarse de Rusia. ¿Pero Rusia no se lo va a demandar tampoco? ¿Rusia no le va a pedir a Venezuela mayores pruebas de fidelidad a la relación que han estado construyendo?
-En este escenario internacional que estamos viendo, de acciones tan directas, de geopolítica tan descarnada, deberíamos esperar efectivamente que Rusia le solicite, le pida, le exija al gobierno de Maduro mostrar algunas señales de lealtad. Y ya lo está haciendo. Inmediatamente después de la reunión de los delegados del gobierno de EEUU con Maduro, hubo en Caracas una gran manifestación movilizada por el Partido Socialista de Venezuela, con el embajador ruso, en apoyo popular de Venezuela a Rusia. Se está tratando de mantener este vínculo, no se está rompiendo porque Moscú sabe que hay presiones externas para debilitarlo, para socavar la cooperación autoritaria Moscú y Caracas.
-¿Venezuela todavía depende de inversiones rusas en territorio venezolano?
-Las inversiones energéticas rusas fueron en algún momento muy importantes. En el año 2020, la petrolera rusa Rosneft salió huyendo de Venezuela precisamente por las sanciones. En este contexto particular, esas empresas rusas sancionadas tienen mucha dificultad para volver a Venezuela “desancionada”. Para Maduro, la idea es sustituir inversiones rusas por inversiones norteamericanas e incluso sustituir la capacidad y las actividades de exploración, explotación y comercialización de la propia PDVSA (petrolera estatal venezolana) por empresas estadounidenses.
Maduro, ¿el testaferro de Rusia?
-Después de las sanciones de Estados Unidos, Venezuela derivó hacia rutas financieras que pasan por Rusia y por China. La renta del petróleo venezolano está guardado en cuentas de esos países. ¿Cuánta presión implica sobre Venezuela y cuánto lo ata de manos para despegarse de Rusia y efectivamente acercarse a EEUU? ¿O es una oportunidad para que Estados Unidos le permita reinsertarse en el sistema financiero?
-Pareciera mucho más lo segundo, una oportunidad importante para Venezuela. Obviamente muchos jerarcas de Venezuela podrían pedir mucho dinero en esos circuitos financieros rusos. Muchos países sancionados han usado no solamente el sistema financiero sino también su red de distribución de hidrocarburos de Rusia. En el caso de Venezuela, por medio de buques rusos que han sacado petróleo de Venezuela para llevarlo a refinerías de la India y desde allí, llevar productos refinados para China, por ejemplo, o al resto de Asia Oriental. Esta interrupción es muy dolorosa para la mancillada economía venezolana pero abre también una posibilidad de reinsertarse en un sistema financiero más robustos como el de EE.UU. y el del mundo occidental. Pero todavía falta mucho. No sabemos todavía qué le va a ofrecer EE.UU. a Venezuela y Venezuela a EE.UU. Lo que se filtró de la primera reunión es que las posiciones fueron absolutamente maximalistas. En esta primera reunión, no parece haber posibilidad de tanteos respecto de en qué podrían cooperar. Quiero añadir otra cosa: en medio de estas sanciones, también hay una oportunidad, aunque no de forma inmediata, para que Venezuela pueda tener mayor libertad y mayor margen de maniobra financiera en el mundo por un ablandamiento de sanciones. Eso implica que tendrá que mostrar algún tipo de buena voluntad para darle cabida a la oposición en su sistema político. También existe la posiblidad de que Rusia aproveche esa reinserción de Venezuela y la use como backchannel para usar el sistema financiero internacional. Insisto, los autoritarismos aprenden, aprenden de experiencias ajenas, se intercambian información y cooperan entre ellos entre otras cosas, para aliviar sus sanciones. Rusia lo hizo con Venezuela y muy probablemente Venezuela tenga que hacerlo con Rusia para honrar esa relación tan estrecha.
La oposición venezolana, ¿acorralada por entre Maduro y Biden?
-Con esta posible reinserción de Venezuela en el mundo occidental y en el sistema financiero occidental, la oposición venezolana puede perder fortaleza. Pierde peso Venezuela como ese arquetipo de la autocracia latinoamericana en el que se había convertido ahora que entra en diálogo con el mundo libre. Adquiere una legitimidad que había perdido. Y por otro lado Venezuela ha salido de su peor crisis económica, tiene menos inflación que la Argentina, por ejemplo. ¿Cómo estos dos frentes económicos y geopolíticos influyen en la posibilidad de una democratización mayor de Venezuela y eventualmente en un cambio de régimen?
-Lo geopolítico no contribuye demasiado. Se ve el potencial de Venezuela para contribuir a subsanar la pérdida del petróleo ruso en los mercados internacionales pero en materia geopolítica, la democratización de Venezuela no parece tener un punto demasiado alto en la agenda de la relación entre Washington y Caracas en este momento. Ahora bien, en la medida que haya mayor libertad de movilización, mayor participación del departamento de Estado en la vida política de Venezuela con una embajada activa en Caracas, con la posibilidad de apoyar a fuerzas opositoras, a movimientos sociales, podría aumentar la presión política sobre Nicolás Maduro de una forma muy gradual, muy lenta, exasperante quizás para algunos. Existe una pequeña oportunidad al menos para aliviar la tensión de la autocratización acelerada que tuvo que aplicar Maduro ante la pérdida de legitimidad internacional. Parte de la oposición venezolana va a tratar de insertarse en este sistema, aprovechando las ventajas que puede tener una mayor apertura económica, una mayor cercanía con los EEUU, una mayor conexión con Occidente para poder sacar del letargo a toda esta dinámica. Parecía indicar que la situación ni económica ni política venezolana iba a avanzar.
En la medida que haya mayor libertad de movilización, mayor participación del departamento de Estado en la vida política de Venezuela con una embajada activa en Caracas, con la posibilidad de apoyar a fuerzas opositoras, a movimientos sociales, podría aumentar la presión política sobre Nicolás Maduro de una forma muy gradual, muy lenta, exasperante quizás para algunos.
-Hay una cuestión dilemática. Maduro adquiere una legitimidad que no tenía como jugador internacional y por otro lado, su economía está mejor. ¿Este escenario puede minar la ventana de oportunidad de la oposición para llevar estándares democráticos a Venezuela?
-Sería cuestión de revisar lo que ha pasado los últimos años. Cuando Maduro estuvo en una situación económicamente ruinosa y desconectado y parcialmente aislado del mundo occidental y de América Latina, el régimen autoritario no cedió y no se vio socavado. Maduro logró mantener esa cohesión. No hay ninguna garantía de que ese reconocimiento internacional de Maduro o de que la apertura económica y financiera y comercial pueda efectivamente abrir una posibilidad para la democratización porque el régimen se ha consolidado. Sí sabemos que aún con una economía ruinosa y aislado internacionalmente, se pudo sostener. La estrategia ahora parece la contraria: tratar de, por medio de la apertura, lograr canales de participación de la oposición con la esperanza, yo creo que bastante baja, de que el sistema, si no se convierte en un sistema abiertamente democrático, al menos pueda volver a un estadío de ser un régimen libre.
-Esa cercanía o esa legitimidad que EE.UU. le está dando a Venezuela a partir del restablecimiento de las relaciones, deja offside a los países de América Latina que han cuestionado al régimen. Hay algo de cinismo político que deja a las democracias liberales de América Latina sin un estandarte en contra del cual luchar.
-Así es. El gran perdedor de todo esto es Colombia que se ha mantenido al pie del cañón confrontando al gobierno de Maduro con una posición muy rígida, encabezando esa operación llamada “cerco diplomático”. No creo que veamos giros tan dramáticos en la política exterior colombiana porque al presidente Duque le quedan pocos meses de presidencia. Pero esto abre la posibilidad de que el próximo presidente a partir del 7 de agosto, como lo han dicho casi todos los candidatos presidenciales, pueda reabrir relaciones diplomáticas con Venezuela y reabrir los consulados. Venezuela es el país con más consulados colombianos en el mundo. Y Colombia es el país con más consulados venezolanos en el mundo. No sólo estamos hablando del enorme flujo de migrantes venezolanos en Colombia sino también de la histórica presencia de colombianos en Venezuela. Esta situación abre la posibilidad de que esa relación se restaure.
Atento a los conflictos globales
▪ Formación. Doctor en Ciencia Política, especializado en Estudios Globales por la Universidad de Hamburgo.
▪ Academia. Es profesor en la Universidad de los Andes, Colombia, donde coordina el área de estudios internacionales.
▪ Publicaciones. Cómo fallan los petroestados: análisis del caso de Venezuela y Los fuertes hacen lo que pueden: exponiendo los límites de la Corte Penal Internacional.