La Repregunta. Sebastián Ceria: “En la UBA, la formación en ciencias exactas sigue siendo excelente y la Argentina tiene gran potencial”
El matemático argentino, empresario en el sector financiero global, exhibe un optimismo a contramano de los pronósticos agoreros sobre el país
“Tendemos a desaprovechar los talentos que se van al exterior en parte porque los llamamos “fugados”. No es así: deberíamos aprovecharlos mucho más”, plantea. “Hoy en Qontigo tenemos 50 personas que trabajan en el país, una combinación de computadores científicos, matemáticos, estadísticos”, cuenta y concluye: “En la Argentina hay un gran talento, un gran recurso humano y una gran formación”. “La Ley de Software y la Ley de Conocimiento fueron política de Estado durante tres o cuatro gobiernos. Esa continuidad permite construir algo que evoluciona con el tiempo. En la Argentina, estamos construyendo capacidades y veremos cómo evolucionan”, analiza. “La Argentina no tiene la escala de la India para hacer consultoría, outsourcing y desarrollo de software para otros a super gran escala pero tenemos buena escala para hacer producto”, explica. “Lo que estamos haciendo es evolucionando a la hora de aportar cada vez más valor agregado”, asegura.
“Para mí, la brecha cambiaria no es un problema en el sentido de que mi empresa sigue contratando gente aquí en la Argentina”, comenta. “Está claro que crea un problema de informalidad. Además, hay un cambio fundamental en este mundo que es el tema de la movilidad del trabajo: con la virtualidad, muchas empresas que requerían que la gente estuviera en la oficina, hoy no lo requieren. En la Argentina, ocurre eso y, además, tenés el agravante de trabajar por un dólar en el exterior”, describe. “La restricción externa es un problema clave. Es una cuestión de flujo que se resuelve aumentando las exportaciones”, dice. “El mundo está pidiendo lo que la Argentina tiene para ofrecer”, sostiene.
“Si duplicamos nuestras exportaciones, la restricción externa desaparece y con ella, desaparece, la brecha cambiaria. El problema se puede solucionar a mediano y largo plazo”, cree. “Puede ser que estemos estancados en educación pero yo apunto al potencial”, argumenta. “Si usamos el liderazgo para llevar en lugar de para empujar para atrás, puede ser muy positivo”, conjetura. “La Argentina puede desarrollarse y puede crear empresas competitivas”, está convencido. “Está esta idea de que ser pesimista está basado en evidencia pero ser optimista es naif. Mi optimismo está basado en datos certeros”, justifica. “Hay que entender que desarrollarse es difícil”, remarca. “Es mucho más difícil agrandar la torta como lo hizo Corea en 1960 que lo tenemos que hacer nosotros”, subraya. “Enfoquemos cuáles son las cosas que hicimos bien y tratemos de mantener políticas de Estado”, propone. “Si cada vez vamos a volver a las cosas tristes de nuestra historia, nos va a ir mal. Tenemos que superarlas; no te digo olvidar”, sugiere y agrega: “Este mundo de hoy es mucho mejor que aquel de 1966 en el que le pegaban a los científicos”.
“Con el edificio Cero+Infinito, el Estado le muestra su respeto a los estudiantes”, sostiene. “En este país, el Estado maltrata a mucha gente y eso es una de las cosas que tenemos que cambiar”, cuestiona. “Las finanzas están pasando de ser “fuerza del mal” a una fuerza del bien”, desafía. “En la Argentina, hay un tema de escala. Para ganar escala, Argentina tiene que abrazarse a un mercado que nos quede cerca como Brasil, Chile o Colombia”, propone. “Si uno lograra generar un mercado de ese tamaño, una empresa como la mía perfectamente podría tener un mercado de ese tamaño y podría vivir en la Argentina”, imagina.
El matemático Sebastián Ceria, un exitoso empresario de la economía del conocimiento en el sector financiero global, estuvo en La Repregunta. Ceria es Doctor en Matemática Aplicada por la Universidad de Carnegie Mellon en Estados Unidos y CEO de Qontigo, una empresa europea dedicada al control de riesgo de inversiones a través de modelos matemáticos. En 2019, vendió Axioma, su primera compañía tecnológica, a la Bolsa de Frankfurt por 850 millones de dólares. Antes de entrar de lleno al mundo de los negocios, fue profesor en Columbia Business School.
La semana pasada, recibió el Doctorado honoris causa por la Universidad de Buenos Aires. Ceria es graduado de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Es uno de los impulsores de la construcción de Cero+Infinito, el edificio de Ciencias Exactas cuyo diseño donó el reconocido arquitecto Rafael Viñoly y que financió el Estado argentino a lo largo de tres gobiernos. Se inauguró el año pasado. Costó 30 millones de dólares, a los que Ceria aportó 150 mil dólares y un involucramiento durante más de 10 años.
Aunque hace casi 35 años que vive en el exterior, primero en Nueva York y desde hace unos años en Londres, donde viene desarrollando toda su carrera profesional, sigue valorando la formación que recibió en la Argentina, a la que se siente agradecido, y el potencial local. En 2020, creó Fundar, un centro de investigación en políticas públicas.
“La Ley de Software y la Ley de Conocimiento fueron política de Estado durante tres o cuatro gobiernos. Esa continuidad permite construir algo que evoluciona con el tiempo. En la Argentina, estamos construyendo capacidades y veremos cómo evolucionan”
El talento, la educación argentina y la “fuga de cerebros”. La crisis de la educación y la competitividad de los expertos argentinos en ciencias exactas. Argentina, la UBA y el futuro, ¿hay recursos humanos suficientes para la economía del conocimiento? La competencia por el talento global. Los datos, su uso y la política: el Indec kirchnerista. Las nuevas deudas de la Argentina. Políticas de Estado y restricciones macro: la brecha cambiaria. Del agro a Vaca Muerta y el sector del software, los obstáculos. Mercado financiero global y los estigmas. Argentina y el problema de escala. El optimismo, a pesar de todo. Sobre estos temas, Ceria dio sus perspectivas.
Aquí, la entrevista completa.
-Hay temas muy sustanciales para la Argentina. Uno de ellos es cómo despega un país que tiene tantas restricciones y condicionamientos muy difíciles de vencer y de torcer: lo estamos viendo, 40 años de democracia muy trabados a la hora de lograr ese despegue. ¿Cómo se inserta la Argentina en la economía del conocimiento? ¿Cómo ve un inversor argentino en ese sector que reside en Londres, como es su caso, la posibilidad de que Argentina entre a esa economía de tanto valor agregado?
-Quisiera empezar por dos palabras que mencionaste, una que me encanta y la otra que me gusta menos. La primera es “agradecimiento”. Yo soy producto de la universidad pública y gratuita. Todo lo que logré profesionalmente se lo debo a la Universidad de Buenos Aires y le tengo un agradecimiento eterno. Para mí, que me haya dado un Doctorado honoris causa es el honor más grande que recibí en mi vida y el reconocimiento más grande, más allá de los éxitos empresarios y académicos. También hablaste de “un cerebro que se fugó”. La idea de la “fuga de cerebros” se usa mucho en la Argentina. A mí no me gusta hablar de fuga de cerebros porque “fuga” implica que uno está o encarcelado o atrapado y que uno se quiere escapar de algo. En cambio, yo veo a los argentinos que se van al exterior como una diáspora, como gente que quiere mejorarse, que quiere aprender de otras culturas y de otros lugares que son también de excelencia, con distintos objetivos. Cuando me fui, no tenía el objetivo de quedarme a vivir afuera. Tenía el objetivo de volver al país y tratar de llevar muchas de las cosas que aprendí. Otros se van con la idea de quedarse a hacer carrera en el exterior. Tendemos a desaprovechar estos talentos que se van al exterior en parte porque los llamamos “fugados”, no es así: deberíamos aprovecharlos mucho más.
Argentina y el futuro
-¿Qué sería aprovecharlos desde la Argentina?
-Hay muchos países que tienen esta idea de la diáspora. Durante un tiempo, fui coordinador de la Red Raíces (NdelE: la Red Raíces NE-USA, en el noreste de EEU, es parte de la Red de científicos argentinos en el exterior, que trabaja en acciones colectivas junto con el ministerio de Ciencia y Técnica de la Argentina). La Red Raíces evolucionó de ser un programa que intentaba repatriar científicos a convertirse en un programa que estimula la colaboración entre los científicos que están en el exterior y los argentinos haciendo convenios, tratando de recaudar donaciones, recibiendo estudiantes de acá o de allá, o recibiendo profesores, organizando seminarios. En el mundo virtual, esto cambia porque esta idea de que los argentinos pueden ayudar a la distancia es mucho más realista.
-En esta concepción, la palabra “diáspora” tiene un sentido positivo, la idea de que esa influencia y esa posibilidad de volver, aunque sea en forma virtual, se puede seguir aportando a la Argentina desde afuera. Ahora, para un matemático como usted que, además, profundizó su formación hasta el nivel de doctorado, profundamente exigente, que salta al mundo de la empresa, que decide quedarse afuera durante 35 años, que no estás volviendo por el momento y que está desarrollando su vida empresarial en otro territorio global, ¿qué es la Argentina para esa mirada de alguien que reconoce el valor de la Argentina, de la educación que argentina y de sus profesionales y tiene el interés de seguir en contacto pero que no vuelve a desarrollar su vida económica aquí? Puntualmente, ¿qué es la Argentina en ese mapa global de su sector, el mundo financiero cruzado por la generación de datos y de algoritmos de mucha calidad?
-Es un caldo de cultivo ideal. Tanto es así que, en 2016, decidimos abrir un centro de desarrollo en la Argentina. Hoy en Qontigo tenemos 50 personas que trabajan en el país, una combinación de computadores científicos, matemáticos, estadísticos. En la Argentina hay un gran talento, un gran recurso humano y una gran formación. Con nuestra experiencia en el exterior, tratamos de elevar la experiencia de los talentos de aquí para que puedan estar a la altura de las demandas internacionales y puedan ayudarnos a desarrollar nuestra empresa. No soy el único. Hay muchas empresas. Mi hermano, por ejemplo, gestionó...
“A mí no me gusta hablar de fuga de cerebros porque “fuga” implica que uno está o encarcelado o atrapado y que uno se quiere escapar de algo. En cambio, yo veo a los argentinos que se van al exterior como una diáspora, como gente que quiere mejorarse, que quiere aprender de otras culturas y de otros lugares que son también de excelencia, con distintos objetivos”
-Santiago Ceria, el director de la Licenciatura en Ciencias de la Computación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
-Durante mucho tiempo, Santiago fue el director de una empresa de software americana que tuvo, y tiene, un centro de investigación y desarrollo en la Argentina con 300 personas acá. Reconocieron que, en la Argentina, se podía hacer desarrollo de primer nivel. Al mismo tiempo, una posibilidad como esa eleva el nivel de la gente que trabaja acá porque adquiere la experiencia de trabajar con una empresa internacional, con software de última generación. En el caso de mi empresa, vemos a la Argentina como un lugar con muchísimas ventajas desde el punto de vista cultural, del uso horario con respecto a EEUU, de la formación y con respecto, sobre todo, del potencial.
-Esas ventaja y potencial que usted ve en la Argentina, ¿tiene que ver con la Argentina como fuente de recursos humanos argentinos de calidad para ese tipo de sector de la economía o lo está planteando en términos de una posibilidad futura de la Argentina de integrarse en ese desarrollo global?
-Tenemos un problema que se llama el huevo y la gallina. Es constante en muchas de las discusiones que tenemos. A veces lo llaman el problema de la correlación y la causalidad. Yo creo que esto es un proceso de sofisticación y de desarrollo de un sector que lleva su tiempo; es un plan a largo plazo. El edificio Cero+Infinito se hizo como política de Estado a través de tres gobiernos. La Ley de Software y la Ley de Conocimiento también fueron política de Estado durante tres o cuatro gobiernos. Eso da la capacidad de construir algo que evoluciona con el tiempo. Lo que estamos construyendo en la Argentina son capacidades. Veremos cómo evolucionan. Al principio, y en eso Mercado Libre fue una excepción, la Argentina empezó haciendo el outsourcing del resto del mundo pero fue evolucionando: las empresas argentinas de hoy hacen productos. Está el ejemplo de Emiliano Kargieman (NdelE: fundador y CEO de Satellogic). ¿Qué tiene de bueno? El producto es mucho más escalable; nosotros no tenemos la escala de la India para hacer consultoría, outsourcing y desarrollo de software para otros a super gran escala pero tenemos buena escala para hacer producto, que nos puede ayudar a desarrollarnos. Lo que estamos haciendo es evolucionando a la hora de aportar cada vez más valor agregado.
La Argentina tecnológica
-El ejemplo de Kargieman y Satellogic, que está en un sector como el de satélites que mapean la Tierra, es interesante. Kargieman plantea dos cosas: que Satellogic se desarrolló dentro de una incubadora del Estado, el INVAP, pero que cuando tuvo que construir sus satélites, tuvo que instalar su fábrica en Uruguay porque la cadena logística y las regulaciones de exportación y de importación argentinas son muy restrictivas. Por otro lado, también sostiene que en la Argentina no hay recursos humanos formados como para desarrollar ningún sector de tecnología. Que no hay recursos humanos suficientes para crear no ya 200 sino, ni siquiera, 15 Satellogic. ¿Cuál es tu mirada sobre eso?
-Es un muy buen punto que me encantaría debatir con Emiliano al que no solo respeto muchísimo sino que también admiro como empresario y como alguien que también fue a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Hay distintos temas en esa cuestión. Está el tema logístico, del que no soy experto, es decir cuáles son las facilidades que tiene o no para importar las cosas que él necesita. En eso no puedo opinar mucho. Sí estoy seguro de que, en cuanto a recursos humanos, no es que en Uruguay encontrás recursos humanos que no vas a encontrar a encontrar en la Argentina.
-Pero en términos de cantidad de esos recursos y chances de desarrollo para el país, la cuestión es la posibilidad o no de replicar una empresa como Satellogic. Kargieman sostiene que es casi imposible con el funcionamiento actual.
-Él es un pionero. Si le preguntás a Elon Musk, él dice que no se puede hacer otra Tesla, y me parece muy bien que sea así y lo admiro en ese sentido. Pero no creo que sea así cómo funciona el mundo. No funciona esta idea de la que hablamos de si tú lo construyes, van a venir: esto de “if you build it, they will come”. Hay distintos tipos de emprendedores. Algunos dicen “yo hago el mejor producto y después lo voy a vender”. Hay una interacción con el mercado o con, en este caso, el circuito educativo, que es iterativa. Es decir, la Argentina no se puede permitir el lujo de tener una educación aeroespacial tal en la que se educa a toda esta gente para que espere que venga un Emiliano y abra Satellogic. Esto es una evolución, es decir, Satellogic hace que más gente estudie computación o ciencias del espacio y eso, de a poco, va evolucionando de manera tal que en un momento, que no es hoy, va a haber más posibilidades de generar otras Satellogic.
-¿Pero eso es posible si hay una base de educación matemática tan complicada en la escuela argentina, sobre todo en la escuela secundaria?
-En la Argentina hay una buena base de educación. Te doy mi caso personal de cuando fui a Carnegie Mellon, una universidad de primera línea, a hacer el doctorado. En los doctorados te encontrás con gente de todo el mundo. En EEUU son muy inteligentes y una de las cosas que hacen es atraer a gente de todos lados. A mí me dieron una beca. Había otros becados. Comparando mi formación con la de mis compañeros, mis compañeros se daban cuenta de que había temas que yo ya había estudiado. Y sí porque, independientemente de mi capacidad o no, en la en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, cuando seguís la carrera de Matemáticas, estudiás matemática desde el primer día hasta el último. En EEUU, eso no existe; la especialización matemática es una cosa que pasa al final de la carrera. Yo tenía más álgebra que cualquiera de las álgebra que hubiese tomado cualquier alumno compañero mío.
-En este punto, dos cuestiones. Por un lado, usted está hablando de una experiencia educativa de hace 30 años.
-No, es hoy la misma experiencia educativa.
-Pero la cantidad de chicos que hoy termina en secundario con conocimientos de calidad en tiempo y forma es el 16% en Argentina, de un secundario del que egresa la mitad de los que ingresaron. Usted, en cambio, fue a una escuela secundaria muy competitiva, como el ILSE, que tiene examen de ingreso.
-En mi época no había examen de ingreso.
-Pero de todas formas es una secundaria muy exigente. Casos como el suyo son excepciones dentro de una Argentina que tiene un destino común muchísimo más complicado en términos educativos, por ejemplo.
-En EEUU, un país que admiro muchísimo, si tomás la media de la escuela secundaria de EEUU, te diría que es mala o muy mala.
-De acuerdo con las pruebas internacionales PISA, es mejor que la argentina.
-Podría ser. Tiene que ver con un montón de parámetros. No soy un experto en educación como para juzgar eso pero te diría que este tema de la desigualdad educativa existe en muchos lugares del mundo, existe mucho menos en Singapur, en Holanda y Suecia que en EEUU pero existe en otros lugares. No creo que eso sea el impedimento. Esto es un proceso difícil. El proceso de desarrollo lleva su tiempo. Está claro que nos ha ido mal. Soy muy optimista sobre el futuro pero está claro que en el pasado no nos ha ido bien. Pero tenemos que entender que no es fácil desarrollarse como país. Los países que han logrado desarrollarse son muy pocos y lo han logrado en condiciones distintas. La cuestión es si la Argentina lo puede hacer mirando a futuro o no. Y en cuanto a la educación o en cuanto a lo que pasó, hoy nosotros contratamos alumnos de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales donde la formación continúa siendo excelente. ¿Es suficiente? Quizás no pero tené en cuenta que en los últimos tres años hemos duplicado la cantidad de gente que entra a carreras de informática en el país: hemos pasado de 20 mil a 40 mil. Es un progreso. Es un proceso que lleva su tiempo pero estamos en el camino correcto. ¿Y por qué? Porque hemos tenido una política de Estado que nos ayuda a acompañar ese proceso de creación de recursos humanos. No lo hicimos antes y esperamos después. No creo que eso sea posible. Creo que Emiliano (Kargieman) no está en lo correcto al decir que tendríamos que tener toda esta gente para que puedan venir los Satellogic. Eso es una evolución. Eso nos toca como país en vías de desarrollo.
La macro y la brecha cambiaria
-La política de Estado a la que se refiere es la Ley de Software y la Ley de Conocimiento. Ahora, el gran problema que señala el sector de software tiene que ver con la macroeconomía argentina, puntualmente el tipo de cambio y la brecha entre el dólar oficial y los otros dólares paralelos. ¿Cómo se balancea esa idea de que hay una política de Estado que permite el desarrollo del sector del software y de la economía del conocimiento con una macroeconomía que tiene tal nivel de problemas y cuando no parecen tomarse las medidas necesarias para corregirlas?
-No soy economista y no voy a hablar mucho de macroeconomía. Para mí, la brecha no es un problema en el sentido de que mi empresa sigue contratando gente aquí en la Argentina. Está claro que crea un problema que tiene que ver con la informalidad. Hay un problema, hay un cambio fundamental en este mundo que es el tema de la movilidad del trabajo: con la virtualidad, muchas empresas que requerían que la gente estuviera en la oficina, hoy no lo requieren. Eso ocurre particularmente en las áreas que tienen que ver con las ciencias del conocimiento. Esto es un problema mundial. Me pasa en mi compañía en Nueva York, en Londres, en Hong Kong; me pasa en todos los lugares del mundo donde yo tengo oficinas: compito con gente que ofrece a mis empleados condiciones de trabajo muchísimo más flexibles. En la Argentina, ocurre eso y, además, tenés el agravante de trabajar por un dólar en el exterior. El Gobierno está tratando de hacer algunas cosas con dólares diferenciales: es un problema que hay que tratar de resolver. Lo que tenemos que pensar es que está clarísimo que la Argentina necesita generar dólares. Para mí, la restricción externa es un problema clave. A la Argentina le faltan dólares; los dólares se consumen de distintas maneras y no hay suficientes dólares para todo lo que uno quiera hacer.
-Hay otro cálculo, y otra manera de ver esa cuestión, que dice que los argentinos tienen en el colchón 245 mil millones de dólares. Es decir que la restricción externa no es tal sino que hay una restricción interna dada por la política económica que desmotiva a la hora de invertir esos dólares y a confiar en el país.
-Ahí hay dos cuestiones importantes. La primera, hay que diferenciar flujo de stock. La Argentina tiene stock de dólares, perdón, los argentinos tienen stock de dólares, que no es lo mismo que decir que la Argentina tiene stock de dólares. Eso quiere decir que los tienen en los lugares equivocados, entre comillas, debajo del colchón o en la caja de seguridad en lugar de tenerlos en el sistema bancario.
-Usted dice lugares “equivocados” pero podrían ser lugares racionales porque el sistema bancario ofrece poca garantías.
-Sea lo uno o sea lo otro pero los dólares están en el lugar equivocado. No deberían estar ahí. Es un tema de stock, es decir que la Argentina quizás tiene dólares para invertir. Pero el tema de la restricción externa es una cuestión de flujo, que se resuelve aumentando las exportaciones. Tenemos que buscar maneras de aumentar las exportaciones en la Argentina. ¿Cuál es la buena noticia? El mundo está pidiendo lo que la Argentina tiene para ofrecer. No creo que los recursos naturales sean la solución a largo plazo pero sí nos dan un puente fenomenal para duplicar nuestras exportaciones. Y si duplicamos nuestras exportaciones, la restricción externa desaparece y con ella, desaparece, la brecha cambiaria. Es decir, no se puede solucionar el problema mañana pero se puede solucionar a mediano y largo plazo.
¿Hay lugar para el optimismo?
-El agro, uno de los sectores que más pesa en términos de divisas, aportó 11.000 millones de dólares más en el último año respecto del año anterior y, sin embargo, la Argentina no aprovechó esa diferencia marginal tan positiva. Y así ha venido sucediendo históricamente. Ahí parece haber una cuestión vinculada con la política. Usted suele subrayar su optimismo en relación a la Argentina. ¿En qué se basa ese optimismo con una historia argentina, poniendo el foco en el tiempo transcurrido desde el regreso a la democracia, que muestra que, comparado con la región, en este país se han generado nuevas deudas? Fundar, la organización que usted creó, hizo un trabajo de investigación comparando el gasto social de Brasil, Chile, Uruguay y Argentina y cuánto habían logrado reducir la pobreza medida en dólares gastado por día. Argentina es el segundo país que más gasta después de Brasil: el 11% del PBI se va en gasto social y sin embargo, duplica o triplica la pobreza de Chile y Uruguay. Más allá de su optimismo, hay algo que no está funcionando. ¿En qué se basa su optimismo si, con los datos de Fundar sobre la mesa, el resultado es tan negativo?
-La pregunta es: ¿qué hace uno con la información? Mi filosofía siempre fue aprender y pensar en un futuro quizás distinto. Por eso creé Fundar; no lo hice porque soy un depresivo que sabe que a la Argentina le va a ir mal. Por el contrario, veo suficientes elementos positivos pero veo una falta de políticas de Estado que continúen en el tiempo y se mantengan a través de los gobiernos, que son esenciales. Al principio, hablamos de los recursos humanos. Yo veo recursos humanos de diversos países del mundo, he tenido reuniones de negocios con ellos, los he contratado: dentro de Qontigo trabaja gente de todo el mundo. Hay un gran número de nacionalidades. No tenemos nada que envidiarles.
-Pero se está refiriendo a argentinos de clase media que logran una ubicación muy destacada. No es la Argentina. Es parte de Argentina pero no es una radiografía de toda la Argentina.
-Es una parte de la Argentina. Es como decir que EEUU es Nueva York. EEUU es muchas cosas distintas, con gente muy distinta. Tenemos los recursos humanos. Están bien utilizados, mal utilizados, los podemos utilizar mejor. Nosotros creemos que seguramente los podemos utilizar mejor y creo que los argentinos tienen una gran potencialidad. Soy optimista en ese sentido porque si no empezás con buenos recursos humanos, vas mal. Esto viene de la educación pública, viene de años, lo que quieras, pero está, existe. No sé si tiene que ver con la formación que recibimos durante tantos años o con la cintura que desarrollamos por lidiar con todas las dificultades. Pero eso está y se conserva; no creo que estén disminuyendo con el tiempo.
-En ese punto, no está teniendo en cuenta datos que indican estancamiento de los aprendizajes de los argentinos en los últimos 20 años.
-Sí, puede ser que estemos estancados pero yo apunto al potencial. Cuando empecé mi empresa, éramos dos personas y nuestro competidor tenía una historia de 20 años, 300 empleados y unos 200 millones de dólares de ventas cuando nosotros teníamos cero. Pese a todo, yo decidí hacer un producto para competirle, es decir, no me asusté, no pensé “esto es imposible”. Podés concluir que no miré los datos o, si hubiese mirado los datos, que estoy loco.
-Los datos educativos siempre tienen un porcentaje menor de estudiantes que aprenden mucho.
-Ellos son los que pueden arrastrar al resto. Yo creo mucho en esta idea de liderazgo: si usamos el liderazgo para llevar en lugar de para empujar para atrás, puede ser muy positivo. Mi optimismo está basado en datos intelectuales y certeros. En Fundar, hacemos políticas públicas para el desarrollo basadas en evidencias. En sectores en los que hemos mantenido una política de Estado como, por ejemplo, la economía del conocimiento, la Argentina puede desarrollarse y puede crear empresas competitivas. Mercado Libre es una de ellas pero existen muchísimas otras. Puede crear unicornios como en cualquier otro lugar del mundo y está evolucionando, es decir, no hace solo outsourcing del desarrollo de software para otras empresas sino que crea productos y cosas únicas en el mundo, otro tema positivo. Además, hay otras industrias como la biotecnología. ¿Cuántos países del mundo han desarrollado una semilla para el trigo resistente a la sequía? Muy pocos, si alguno. ¿Cuántos países hay en el mundo que tiene una industria de satélites sofisticada?
-En relación al agro y la biotecnología y el peso que tienen. Es un sector muy tecnificado en la Argentina. El balance es que la productividad del agro brasileño creció el 100% en términos de cantidad de toneladas de granos producidas mientras que Argentina creció cero.
-El agro tiene una gran potencialidad y el mundo está cambiando en cuanto a lo que requiere del agro en la Argentina. La pregunta es siempre sobre la potencialidad antes que sobre los datos del pasado. Este año, las exportaciones subieron. A veces el problema es la sequía o regímenes macroeconómicos complejos. Más allá de eso, la pregunta es si está o no está el potencial. Para ser optimista, yo me agarro de cosas concretas. No es un optimismo naif. Está esta idea de que ser pesimista está basado en evidencia pero ser optimista es naif. Mi optimismo está basado en cosas concretas, en casos de éxito que tuvimos en la Argentina. Hay que entender que desarrollarse es difícil.
-Usted es un matemático y su aporte es la medición del riesgo a través de modelos matemáticos. Para el modo en que usted ve la realidad, la vida, los negocios, los datos son clave.
-Yo no digo que hay que ignorar los datos.
-Los datos que surgen de la historia que ha recorrido la Argentina no son alentadores en ese sentido. El potencial que uno podía esperar en la décadas de los ochentas, no se cumplió.
-No son alentadores en algunos lugares. Son muy alentadores en otros lugares.La pregunta es en qué te enfocás. En si ves el vaso medio lleno o medio vacío.
-Podemos enfocarnos en el tema de la pobreza, por ejemplo.
-Clarísimo. La pobreza es un tema gravísimo que tenemos que resolver y no lo hemos podido resolver.
-Otro foco posible es el empleo formal privado estancado desde 2011.
-Es obvio que tenemos que agrandar la torta.
-La inflación, otro tema.
-Se puede agrandar la torta. Es mucho más difícil agrandar la torta como lo hizo Corea en 1960 que lo tenemos que hacer nosotros. Nosotros tenemos muchos casos de éxito. A mi amigo Lino Barañao le gusta decir que cuando Corea decidió convertirse en una gran potencia electrónica fue y le preguntó a los consultores cómo tenía que hacer y los consultores volvieron con las 20 razones por las que Corea se tenía que dedicar a cultivar arroz. ¿Qué hicieron los coreanos? Empezaron a tachar una a una las razones por las que no podían convertirse en una potencia electrónica y es lo que hicieron. Nosotros tenemos que entender cuáles son las cosas que salieron mal y aprender de eso. Yo soy profesora, académico, me dedico a aprender. Aprendo todos los días. No digo que ignoremos cuáles son las cosas que hicimos mal pero enfoquemos cuáles son las cosas que hicimos bien y tratemos de mantener políticas de Estado. Tenemos que ponernos de acuerdo como argentinos sobre cuáles son las políticas de Estado a mantener en el tiempo. Tenemos que hacer un mega acuerdo. Es obvio que hay que desarrollar Vaca Muerta.
-Era obvio que había que desarrollarla 10 años atrás y se frenó.
-Quizás. Se frenó.
-Se plancharon las tarifas.
-Miguel Galuccio hizo muchísimo. Trajo a Chevron y después se descontinuó como política de Estado. Pero yo no te estoy diciendo algo distinto. Vos estás de acuerdo conmigo en el sentido de que hay que mantener una política de Estado.
El kirchnerismo y la intervención del Indec
-Para mantener una política de Estado, se necesita un Estado eficiente. ¿Cuánto pesan los datos en un Estado eficiente? Porque uno de los problemas que tuvo Argentina durante años fue la intervención del Indec y la distorsión que produjo en la formulación de datos y en la imposibilidad de conocer, por ejemplo, el índice de pobreza o el índice de inflación. Se privó a la Argentina de un diagnóstico básico para poder intervenir de manera inteligente en la macroeconomía. ¿Cuánto pesan esos datos y la confiabilidad de los datos en las políticas públicas que hacen los Estados?
-Pesan muchísimo. En Fundar, tenemos dos áreas transversales. Una es el área de datos y la otra, el área de género porque pensamos que toda política de desarrollo tiene que estar pensada desde el punto de vista de género. En cuanto a datos, pensamos que es esencial. Nuestro director de datos es Daniel Yankelevich, un graduado de la ESLAI, que se educó afuera, que tuvo su propia empresa. En datos, estamos hablando con el Estado para ver cómo utiliza los datos para tomar buenas decisiones. Gestionamos una red de dateros del Estado a los que traemos a Fundar. Vinieron esta semana y tuvimos una gran reunión de 50 personas que hacen datos para el Estado. Hay un gran problema que es cómo hacés para interactuar para generar esta idea de datos. Trabajamos en el tema de gobernanza de datos. Una de las buenas noticias, por ejemplo, es que la Ciudad de Buenos Aires tiene un área de datos desarrollada y estamos trabajando con ellos para replicar su sistema de datos en el resto de las provincias. Nos dijeron que sí.
-En el uso de los datos a la hora de hacer política pública no sólo hay implicada una cuestión técnica sino también una voluntad política de ser transparentes. Y eso faltó, por eso el peso del pesimismo en la Argentina. La política tuvo la posibilidad de aprovechar el ingreso de dólares y hacer las cosas bien y, sin embargo, se manipularon datos para ir disfrazando realidades. Eso es falta de voluntad política, no un problema técnico en el manejo de los datos. ¿Cuánto condiciona la política? Y no sé si la política en general porque en este caso se trata de la gestión kirchnerista.
-Si vamos a hablar del pasado, hay muchas cosas tristes en nuestra historia. Si cada vez vamos a volver a las cosas tristes de nuestra historia, nos va a ir mal. Tenemos que superarlas; no te digo olvidar. Como país, tenemos que superarlas. Hay una buena noticia y es que el Indec hoy no tiene los problemas de los que hablabas antes. Esa transparencia existe. ¿Es un INDEC que está con los últimos avances? Eso no lo sé.
-Viene teniendo problemas con los datos del Censo. Todavía no ha podido mostrar resultados.
-Pero ya no tenemos esos problemas de los que hablabas. No tenemos muchos de los problemas que tuvimos en el pasado. No nos olvidemos de que en 1966, entraron a mi facultad y le pegaron palazos a los científicos. Este mundo de hoy es mucho mejor que aquel en el que le pegaban a los científicos. En ese sentido, el edificio Cero+Infinito es una idea de orgullo del Estado diciéndole a los científicos “acá les pongo un edificio diseñado por uno de los mejores arquitectos”. Más allá de mi contribución, el Cero+Infinito fue financiado a lo largo de distintos gobiernos a través de un crédito de la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina). Es el Estado diciéndole a los alumnos “vengan a estudiar acá, este es un lugar emblemático e icónico. Estamos invirtiendo en ustedes. Vengan y hagan lo mismo”. La semana pasada, mientras acompañaba a algunas personas que visitaban el edificio, me decían “está muy limpio el edificio, las paredes no están pintadas” y preguntaban por qué. Lo obvio es que un edificio público termine todo pintado. Y yo decía que no es así, que es el Estado le muestra su respeto a los estudiantes poniendo este edificio a su disponibilidad. Cuando pasa eso, vos devolvés. Cuando van a Japón, los argentinos no tiran papeles en la calle. No está intrínseco en nuestro ADN tirar papeles en la calle. A veces lo hacemos porque no respetamos al Estado o porque tenemos esta idea de que el Estado nos maltrata. En este país, el Estado maltrata a mucha gente y eso es una de las cosas que tenemos que cambiar.
La Argentina y el futuro, los desafíos
-Usted es un hombre con una vastísima experiencia en ese sector tan importante y desafiante que es el sector financiero. Más allá de esta unidad de 50 personas que Qontigo tiene contratadas en la Argentina, muy expertas en el desarrollo de estas herramientas de cálculo del riesgo, ¿vendrías a invertir en la Argentina a crear una empresa como la que creó en Europa o en EEUU?
-Primero, respecto de las finanzas internacionales, es importante clarificar lo siguiente: de dónde viene el dinero en el mundo. Porque cuando hablamos de finanzas, nosotros tenemos esta idea de fondos especulativos de corto plazo. No es la idea verdadera de lo que son las finanzas.
-No sé si todos los argentinos tienen esa idea pero así piensa el oficialismo gobernante, que habla de “fuga de capitales”. Es un concepto muy instalado.
-Si vos hablás de qué color es el caballo blanco de San Martín, es blanco. Si vos hablás de los fondos especulativos de corto plazo, ¿cuáles son? Los que especulan en el corto plazo. Está en el nombre. No hay que sorprenderse si vienen, ponen plata y después se van, que es lo que pasó durante muchísimo tiempo en el gobierno anterior. No hay que sorprenderse; hay que ser inteligente: si les voy a abrir la puerta a los fondos especulativos de corto plazo, me van a traer plata y me la van a sacar cuando ellos crean que es necesario. Es importante desmitificar el mundo de las finanzas: no toda la finanzas tienen que ver con los fondos especulativos de corto plazo. Las finanzas internacionales tienen que ver con el manejo del dinero del mundo que, en un 60%, está en manos de instituciones como fondos de pensión nacionales o sindicatos, fondos soberanos, endowments, aseguradoras. El fondo de pensión más grande del mundo es de los empleados del gobierno japonés que tiene 1.3 trillones de dólares. Las finanzas están pasando por un momento súper interesante: ahora los fondos, por ejemplo el fondo japonés, quieren usar su dinero no solamente para generar un retorno manejado por el riesgo de las inversiones sino también para tratar de ayudar en temas de cambio climático. Entonces el fondo de inversión japonés le dice a los que manejan el dinero que tienen que invertir con esos criterios, criterios que ayudan a la humanidad. Esos criterios fuerzan a las empresas a darle prioridad a proyectos que favorezcan la contención del cambio climático. Las finanzas están pasando de ser “fuerza del mal” a una fuerza del bien. Se dan cuenta de que si se piensa más allá de los retornos, la finanzas tienen gran capacidad de cambiar lo que hacen las empresas y lo que hace el resto del mundo,
-Se trata de la circulación virtuosa del dinero incentivando las mejores prácticas empresariales y comerciales.
-Exactamente.
-En ese contexto de esa matriz virtuosa que se da hoy, ¿usted vendría a crear una empresa en la Argentina o mudaría su empresa a la Argentina?
-Mi empresa no es mudable porque ya no soy su dueño; es de la Bolsa alemana.
-¿Pero vendría a crear una empresa nueva en la Argentina? ¿Hay condiciones en la Argentina para eso?
-Además la Bolsa de Alemania no me deja crear una empresa parecida porque tengo un acuerdo de no competencia. Pero más allá de eso...
-¿La Argentina ofrece las condiciones para crear una empresa como esa?
-No tiene que ver con las condiciones. Tiene que ver con el tamaño del mercado. Hubo una pregunta en el Coloquio de IDEA sobre si Jeff Bezos hubiese vivido o hubiese fundado Amazon en la Argentina, ¿qué habría pasado? Está Galperín que lo hizo y lo hizo muy bien. Pero más allá de Galperín, hay un tema de escala. A mí, el mercado americano me permitió desarrollar mi empresa porque tiene escala; le podía vender mi servicio a mucha gente. En la Argentina, no hay tanta gente para venderle ese servicio. Desde el punto de vista geopolítico, tenemos que pensar en crear esa escala. La manera obvia de generar escala en un país como la Argentina, que está en Latinoamérica, es tratar de abrazarse a un mercado que nos quede cerca.
-¿Brasil?
-Brasil, Chile, Colombia. Para responder a tu pregunta, si uno lograra generar un mercado de ese tamaño, una empresa como la mía perfectamente podría tener un mercado de ese tamaño y podría vivir en la Argentina.
Cálculo matemático y finanzas
▪ Formación. Tras estudiar en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, hizo el doctorado en Matemática por la Universidad Carnegie Mellon de EE. UU.
▪ En el mercado. Es CEO de Qontigo, empresa europea dedicada al control de riesgo de inversiones a través de modelos matemáticos.
▪ Proyecto local. Es uno de los impulsores del edificio Cero+Infinito, en Ciencias Exactas.