La Repregunta. Osvaldo Sala: “Los mercados de secuestro del carbono son globales y pueden desarrollarse en la Argentina”
El especialista asegura que, en lugar de oponerse a toda explotación de recursos naturales, hay que impulsar regulaciones a cargo de los Estados, y avanzar en medidas que equilibren los factores social, económico y medioambiental
“Las corporaciones B que tratan de optimizar el beneficio económico, el ambiental y el social son cada vez más populares”, afirma. “En vez de tener una respuesta totalmente cualitativa como “el fracking es malo”, “sacar litio es malo”, depende de cómo se lo haga, con impacto limitado en el medio ambiente o de una manera muy destructiva”, analiza. “Parte del beneficio del litio tiene que quedarse en las poblaciones afectadas por esa actividad minera”, plantea. “El impacto de la explotación de recursos naturales depende fundamentalmente de la tecnología que se usa. Se lo puede hacer con un impacto limitado o de una manera muy destructiva”, plantea. “Los gobiernos son responsables de la regulación de la explotación, del control y aplicación de punitivos en el caso de las empresas que incumplan”, señala.
“La Argentina tiene una ventaja competitiva en su producción agrícola, condiciones de suelo y clima excepcionales. Si se maneja con cuidado, es una oportunidad que puede durar por generaciones”, sostiene. “La producción animal es central y puede hacerse de manera sustentable y con beneficios para toda la sociedad”, analiza. “En un futuro cercano, un productor agropecuario recibirá un cheque del que compra el grano pero también podrá recibir un cheque por su capacidad de secuestrar carbono”, imagina. “Los mercados de secuestro de carbono son globales: si en la Argentina se establece un mercado de secuestro de carbono, por ejemplo, hay muchas corporaciones que están dispuestas a pagar por eso”, desarrolla. “Google, tiene emisiones cero. Es decir que Google utiliza electricidad pero compra actividades que secuestran carbono”, ejemplifica. “La cuestión medioambiental es como un banquito de tres patas. Si le sacás una pata, te caés. La única manera de que esto sea sustentable es que sea sustentable económicamente, socialmente y ambientalmente”, argumenta y agrega: “La confianza y la transparencia son necesarias para llegar a acuerdos que optimicen las demandas de las tres patas de la mesa”. “El crecimiento poblacional es el motor de estos dilemas”, dice.
El argentino Osvaldo Sala, una autoridad de peso internacional en temas de biodiversidad, gestión de los recursos naturales y desarrollo económico, estuvo en La Repregunta. Sala es doctor en Ecología por la Colorado State University e ingeniero agrónomo por la UBA.
Fue presidente de la Sociedad Americana de Ecología. Es miembro de la Academia de Artes y Ciencias de EEUU y profesor de la Arizona State University donde dirige el Global Dryland Center, enfocado en el estudio de las tierras áridas y desérticas. Enseñó en Brown University y Stanford y obtuvo dos veces el Premio Bernardo Houssay.
¿Cómo lograr un crecimiento económico con desarrollo y que, además, sea sostenible en términos medioambientales? Ese es el gran desafío de una matriz productiva como la que se plantea la Argentina, y parte de América Latina, que busca potenciar la explotación de recursos naturales. Sala analizó la cuestión.
Aquí, la entrevista completa.
-La discusión en la Argentina se intensifica en relación a la oportunidad que representan los hidrocarburos y también minerales como el litio. Las salmueras que contienen litio están situadas en desiertos en la Argentina, en la Puna y en provincias como Catamarca. Usted que es un especialista en estas tierras áridas o desérticas, ¿cree que es posible desarrollar una matriz productiva que aproveche un mineral como el litio y que al mismo tiempo logre una sustentabilidad medioambiental?
-Es una pregunta muy interesante. La demanda por litio va a aumentar porque el litio está asociado directamente con la producción de baterías para autos eléctricos. Esta semana, el Congreso de Estados Unidos, y el presidente Biden, pasó la primera ley sobre cambio climático que, entre otras cosas, le da 7.500 dólares a cada persona que compra un auto eléctrico para fomentar su uso. La ley contempla un fondo de cerca de 500 mil millones de dólares para acciones que lleven a disminuir las emisiones de dióxido de carbono como la producción de baterías o de molinos de viento. Eso es importante por dos razones. Primero, porque EEUU es uno de los emisores más grandes y segundo porque es muy difícil que los EEUU pueda tener un papel de liderazgo en la disminución de las emisiones de dióxido de carbono si ellos mismos no encaran el problema. Por eso, necesariamente, la demanda del litio va a aumentar. Y como todo, es una cuestión de escalas. La mayor parte de esos salares que quedan en Catamarca y en Bolivia, Sl salar de Uyuni, por ejemplo, tienen cantidades muy importantes de litio y han permanecido en un estado muy prístino. Nadie les ha hecho nada no porque los hayamos protegido sino porque no tenían mucho uso. Ahora, claramente habrá un impacto ambiental no solamente para los salares sino también para las poblaciones que están a su alrededor. Al mismo tiempo, habrá un impacto muy importante a nivel global. Es muy difícil comparar el impacto general sobre el cambio climático a nivel global, por la reducción de las emisiones con el uso de autos eléctricos con batería de litio, y el impacto local. Por otro lado, aparte del efecto ambiental, la explotación del litio traerá nuevas fuentes de trabajo que van a estar asociadas a nuevas necesidades de más escuelas, más supermercados, lo que va a generar mejores sueldos para la gente que trabaja. Es una pregunta con muchas dimensiones, una dimensión global y una local, con impactos en la sociedad global y en la sociedad local. Es importante que parte del beneficio del litio se quede cerca de los lugares y de las poblaciones y de la gente que va a ser afectada por esa actividad minera.
Commodities: ¿un objetivo sostenible a futuro o un callejón sin salida?
-¿Cómo hace la política para tomar una decisión que puede beneficiar a la población pero que, al mismo tiempo, impacta en estos salares que están bastante intocados? ¿Qué impacto puede acarrear la explotación de litio en un territorio donde está ubicado un salar?
-El menor impacto es cuando no se hace nada. Pero si hay una demanda de litio, los salares van a ser explotados de una u otra manera. El impacto que tiene depende fundamentalmente de la tecnología que se usa. Lo mismo pasa con el petróleo. Hay pozos de petróleo que tienen un impacto pequeño y otros, un impacto muy grande. Por ejemplo, el efecto del fracking que rompe las capas de suelo profundo para sacar gas: tiene ventajas e inconvenientes. Por un lado, todo el gas que se produce por fracking reemplaza en gran medida al carbón. El gas tiene menor impacto sobre las emisiones de dióxido de carbono que el carbón. No es tan bueno como no quemar gas pero es mucho mejor que quemar carbón. Al mismo tiempo, el fracking tiene impacto sobre la calidad del agua aunque hay maneras de hacer fracking que tiene un impacto menor. Lo que intento plantear es que en vez de tener una respuesta totalmente cualitativa del tipo “el fracking es malo” o “sacar litio es malo”, depende de cómo se lo haga. Se lo puede hacer con un impacto limitado sobre el medioambiente o de una manera muy destructiva.
Lo que intento plantear es que en vez de tener una respuesta totalmente cualitativa del tipo “el fracking es malo” o “sacar litio es malo”, depende de cómo se lo haga. Se lo puede hacer con un impacto limitado sobre el medioambiente o de una manera muy destructiva.
Cuidado del medioambiente vs progreso
-Es muy interesante: usted, dueño de una mirada ecológica de científico que conoce las consecuencias y el impacto de ese uso de los recursos naturales, no condena al progreso. ¿No está en contra de una economía que aproveche los recursos naturales?
-No. Pero además porque creo que es inútil oponerse: si los recursos naturales están ahí, van a ser usados aunque yo me oponga. Es una mirada realista.
-A la hora de cuidar el modo en que se realizan estas actividades, que es donde usted está haciendo hincapié, ¿a quién responsabiliza más? ¿A los Estados y a la política o al mundo empresario? ¿Quién tiene más capacidad para controlar que la explotación de los recursos naturales se haga de la manera más virtuosa posible?
-Claramente, la responsabilidad es del gobierno que tiene que controlar a las empresas que realizan la explotación. El papel fundamental de los gobiernos es regular la explotación así como regulan muchas otras cosas como el tráfico aéreo. Y no solamente crean regulaciones sino que controlan que se cumplan. Y si no, aplican acciones punitivas.
-Ahora, dado una empresa que explota un recurso minero como el litio o el petróleo o el gas, si es una empresa que piensa en el futuro y en la sostenibilidad del valor de sus activos y de su operación, ¿es necesario que integre el “bottom line verde” a su modelo de negocio? ¿Alcanza con la amenaza punitiva del Estado como incentivo para que la explotación sea lo más inocua posible en términos ecológicos?
-En los EEUU hay distintos tipos de corporaciones desde el punto de vista legal. Están las corporaciones comunes y también las corporaciones tipo B, las “B Corporations”. Las corporaciones tipo B tienen estatutos legales distintos a las otras corporaciones. Las corporaciones comunes tienen la obligación legal de maximizar el beneficio económico de los accionistas: si vos como directora de una empresa hacés algo que no maximiza el retorno económico de los accionistas, los accionistas te pueden echar. Las corporaciones tipo B tienen lo que en inglés se llama “triple bottom line”: tratan de maximizar o de optimizar el beneficio económico, el beneficio ambiental y el beneficio social. Entonces tratan de minimizar el impacto sobre el ambiente y el impacto social y, al mismo tiempo, buscan maximizar el retorno económico. Las “B corporations” son cada vez más populares.
Argentina y su futuro
-¿Es razonable pensar la salida de la crisis de un país como Argentina y una economía sostenible en el futuro a partir de los commodities, hidrocarburos, minerales o agro? ¿O es una apuesta en el presente y en el mediano plazo pero puede quedar muy condicionado en el futuro en la medida que el mundo está intentando dejar la base de hidrocarburos de toda su economía?
-Estamos hablando de dos cosas distintas. Unas son las commodities agrícolas que representan un recurso renovable. La Argentina tiene una ventaja competitiva en su producción agrícola, condiciones de suelo y clima excepcionales. Si se maneja con cuidado, es una oportunidad que puede durar por generaciones. En cambio, la extracción minera es un recurso no renovable. Deberíamos tratar esos dos sectores separadamente. Hace unos años, AACREA (Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) me invitó a dar una charla. Planteé que el sector agropecuario producía la mayor parte de sus recursos económicos a partir de cuatro cultivos o de cuatro actividades y que yo esperaba que en un futuro relativamente próximo pasarían a cuarenta. No solamente iba a cambiar la cantidad sino también la diversidad. Es lo que se está viendo: los que antes solamente producían commodities ahora van a poder producir otras cosas más. Por ejemplo, puede ser que en un futuro cercano un productor agropecuario reciba un cheque del que compra el grano pero también reciba un cheque por su capacidad de secuestrar carbono. En el estado de California, los productores de arroz venden el arroz que producen pero también reciben un cheque del Estado si reducen el número de días en que el cultivo de arroz está inundado, lo que disminuye las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero muy poderoso. Los mercados de secuestro de carbono son globales: si en la Argentina se establece un mercado de secuestro de carbono, por ejemplo, hay muchas corporaciones que están dispuestas a pagar por eso. En la página de Google, muy chiquita, abajo, hay una hojita verde que dice que tiene emisiones cero. Es decir que Google utiliza electricidad pero compra actividades que secuestran carbono. El carbono se puede secuestrar en la Argentina.
Puede ser que en un futuro cercano un productor agropecuario reciba un cheque del que compra el grano pero también reciba un cheque por su capacidad de secuestrar carbono
-¿Qué quiere decir que secuestran carbono? ¿Que en la producción de ese bien específico hay una captura de carbono?
-Exactamente. Si se hace un actividad como producir un cultivo, se lo puede hacer en condiciones comunes o se lo puede producir de una manera más ambientalmente amigable que aumente el contenido de carbono en el suelo, lentamente. Saca carbono de la atmósfera y lo pone en el suelo.
-¿Se podría imaginar un desarrollo científico para capturar carbono como el que hizo la doctora Raquel Chan en el CONICET, que desarrolló trigo y soja HB4, transgénicos resistentes a la sequía? Y entonces habría inversores que querrían poner plata en ese tipo de procesos.
-Exactamente, aunque probablemente no pase por cambiar la variedad de soja sino por cambiar el tipo de manejo. La manera de acumular carbono puede ser haciendo cultivos de cobertura y otro tipo de actividades. Eso requiere algún tipo de regulación que le dé seguridad al que está comprando los créditos de carbono de que esa actividad ocurrió en determinado lugar.
El equilibrio entre medioambiente, sociedad y economía: el banquito de tres patas. ¿Cuáles son los riesgos del extremismo medioambiental?
-Me parece muy valioso esta manera de mirar el desarrollo económico con ojos realistas: dado que la naturaleza está allí y va a ser usada, usarla entonces de una manera lo más virtuosa posible. Conocimos la historia de Sri Lanka cuyo primer ministro termina derrocado después de tomar la decisión de eliminar los fertilizantes de la producción agrícola, lo que llevó a una caída de la producción, al aumento de la pobreza y la suba de la inflación. Todo, en pos del objetivo de alcanzar estándares medioambientales realmente altísimos.
-Totalmente. La cuestión medioambiental es como un banquito de tres patas. Si le sacás una pata, te caés. La única manera de que esto sea sustentable es que sea sustentable económicamente, socialmente y ambientalmente.
-El extremismo medioambiental puede generar impactos que complican esa triple relación.
-Claro, y puede terminar teniendo un impacto negativo. El gobernante que reemplace al derrocado probablemente va a poner tres veces más de nitrógeno.
-Se pasa de un extremo al otro para reparar el daño hecho.
-Exactamente. Hay que encontrar un balance y eso lo va a hacer cada sociedad. Es importante que los distintos actores puedan expresarse porque algunos defienden solo el punto de vista social; otros, el ángulo ambiental y otros, la economía. Los científicos juegan un papel muy importante en proveer los datos sobre el impacto que cada acción tiene en el medio ambiente, la sociedad y la economía. La decisión en torno a qué porcentaje le damos a cada uno de esos dimensiones del problema es una decisión de la sociedad a través de sus líderes y su sistema de representación.
-Usted mencionó la ley que logró pasar el presidente Biden. Es interesante que en la primera economía del mundo, que le pone mucho foco a la rentabilidad, la popularidad de Biden, que venía en baja, está aumentando por esa ley ecológica.
-Totalmente cierto eso. Los presidentes anteriores como Obama, aunque no Trump, lo intentaron y fallaron. Biden, en cambio, buscó pasar la ley climática a partir de incluir incentivos y no a través de más aumento de impuestos. Lo más sencillo sería poner un impuesto al carbono: ése fue el camino que intentaron varias administraciones y nunca anduvo. Esta ley es distinta porque en vez de enfocarse en los palos, se enfoca en las zanahorias: le pone incentivos a las empresas y a la gente para que adopten tecnologías amigables con el medio ambiente.
-O sea, en lugar de más impuestos beneficios fiscales si adoptan esas tecnologías.
-Exactamente.
-¿Cómo ve al movimiento medioambiental en Europa y a la figura de Greta Thunberg en relación a este balance apoyado en las tres patas de la mesa, tan dilemático pero que hay que tener en cuenta?
-Vos y yo estamos hablando de las tres patas pero en general hay representantes de cada una de las patas y Greta es la representante de una de las patas, la pata medioambiental. Estamos tratando de ver la totalidad, tener una visión holística del problema pero también hay gente que solamente ve la pata social, otros que ven solamente la pata económica. Son grupos de personas que responden a intereses ambientales, intereses sociales o intereses económicos.
-Y es genuino que esos intereses estén exacerbados en su mirada pero a la hora de la decisión final hay que integrarlos. ¿Esa es la conclusión?
-Exactamente. La sociedad, a través de sus representantes, es la que tiene que integrarlos. Cada una de esas tres patas tiene representantes y el peso del poder de cada uno de los representantes cambia dependiendo de las oscilaciones políticas.
Los dilemas de la ganadería vs el medioambiente
-Sobre el agro, usted hizo una distinción y la definió como un área renovable. Hay mucha discusión sobre eso pero, sobre todo, en el área de la ganadería. ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la ganadería y qué respuesta se le puede dar medioambientalmente para que se pueda seguir con ese desarrollo?
-Deberíamos abrir la caja de la ganadería. No es una sola cosa. La producción animal es central y va a seguir existiendo como parte de la producción agropecuaria argentina pero hay distintas actividades con impacto ambiental distinto. Siempre tenemos que pensar en cuáles son las alternativas. Por ejemplo, gran parte de los pastizales de la Argentina sólo pueden cosecharse a través de la ganadería porque nadie come pasto: no se puede transformar en comida para los seres humanos si no es a través de un animal. Este es un recurso muy importante que hay que continuar utilizándolo. Por supuesto, hay mejores y peores métodos: puede haber sobre pastoreo, que genera erosión y salinización.
-Es decir que la ganadería, en algunas situaciones, es un recurso de cuidado de la naturaleza y de aprovechamiento razonable de esa naturaleza.
-Exactamente. Se puede manejar la producción ganadera para que sea sustentable y que, al mismo tiempo, produzca beneficios económicos para los ganaderos y para la sociedad produciendo carnes, leches, lana. Se puede producir cuidando el medio ambiente. Ahora, está el riesgo de producir sin mantener ese equilibrio entre las tres las tres patas de la mesa.
El aumento de la población mundial y el uso de recursos naturales. El rol de la confianza en el equilibrio futuro
-Tendemos a pensar los recursos naturales clásicos, petróleo, minerales, el suelo, pero hay otras discusiones muy interesantes que se están dando en el mundo, por ejemplo en relación a la arena. El informe “Arena y sostenibilidad” de la ONU, señala esto: cada año hay una demanda de 50.000 millones de toneladas de arena, el mayor volumen de material sólido extraído a nivel mundial, que se usa para el asfalto, el concreto, el vidrio. Se extraen 18 kilos de arena por habitante del planeta por día y en los últimos años, esa extracción se triplicó y hoy se explota más de lo que se produce naturalmente. Un científico como usted que está enfocado en los desiertos y pensando en términos ecológicos pero también de desarrollo económico y social, ¿está viendo que hay recursos naturales de los que no se habla tanto pero que también implican dilemas?
-Totalmente. Hace unos 20 años, fui presidente del Comité Científico para los Problemas del Medioambiente con sede en París. Uno de los informes que hicimos fue sobre la situación de la arena. Lo que señalás es real. Hay que subrayar que el motor de todo esto es el crecimiento poblacional. Ahora tenemos 8 billones de personas y vamos a tener 9 billones. Cada persona va a querer tener una casa para la cual se necesita arena y energía. Si seguimos con el análisis, vamos a necesitar fósforo para sustentar los huesos de los animales… la lista es muy larga.
-¿Y entonces?
-Es un problema global. La capacidad de sustentar a la humanidad ya pasó los 8 millones de personas. Es un problema muy serio que enfrenta el planeta y la sociedad humana global.
-Usted trabaja con modelos de proyección de consecuencias hacia el futuro, además de hacer experimentos reales en la Patagonia o en los desiertos de África o de Estados Unidos. ¿Cómo conceptualiza hoy semejante dilema con todo lo que usted ya conoce y ha experimentado y el avance de las discusiones globales? Esa comprensión realista de un desarrollo económico que usa los recursos naturales y, al mismo tiempo, la conciencia de que la cantidad de habitantes en el planeta va a seguir creciendo y los dilemas nos arrinconan cada vez más: ¿qué está pensando usted en ese sentido?
-Es un tema muy complicado y no tengo una respuesta única. Me parece que hay cosas medio intangibles. Por ejemplo, la confianza entre los seres humanos y entre los gobiernos parecería un elemento central para poder hacer cualquier acuerdo a nivel global. Las distintas naciones no se pueden poner de acuerdo en casi nada. Cosas muy intangibles como la confianza y la transparencia son necesarias para llegar a acuerdos que optimicen las demandas de distintos grupos que, como nosotros, hablamos de las tres patas de la mesa. Desde el punto de vista de la arena o del dióxido de carbono o el clima, siempre hay ganadores y perdedores y los ganadores tienen que compensar a los perdedores. Es una negociación muy compleja. Para que sea exitosa, tiene que estar basada en información cierta y tiene que haber confianza entre los negociadores. Son elementos mucho más cualitativos pero indispensables para llegar a algún tipo de equilibrio para las futuras generaciones.
-Muy interesante y muy inquietante también porque este es un orden mundial donde la confianza entre las naciones está resquebrajada.
-Totalmente. Así como tenemos distintos sistemas políticos para las naciones y las provincias, no hay un sistema de manejo global, no hay un gobierno del planeta.
-La ONU está teniendo desafíos que no está pudiendo manejar.
-Los humanos nunca han gobernado todos juntos nada.
Una mirada realista a la sustentabilidad
▪ Formación. Doctor en Ecología por la Colorado State University e ingeniero agrónomo por la UBA.
▪ Vida académica. Profesor de la Arizona State University donde dirige el Global Dryland Center, enfocado en el estudio de las tierras áridas y desérticas.
▪ Proyección pública. Miembro de la Sociedad Americana de Ecología y de la Academia de Artes y Ciencias de EE.UU.