La Repregunta. Mayra Arena: “Los que votan a Milei lo hacen felices y con orgullo y eso es preocupante”
La especialista en consumo masivo sostiene que el problema de la política es que “se habla y se escucha a sí misma”, sin entender los rasgos de una nueva pobreza que “no quiere saber nada del Estado”, tiene aspiraciones de clase media e integra el mercado informal
“No creo en que haya que apartar a los pobres en una mesita de la economía popular”, afirma. “Es un error hablarle a los trabajadores no registrados como víctimas”, sostiene. “La pobreza de hoy no quiere saber nada del Estado”, dice. “Hay que ser sinceros y reconocer que la reforma laboral ya llegó y que ya hay gente que está triunfando gracias a esas condiciones”, plantea. “La pobreza de hoy no se parece en nada a la pobreza de los años ´90, que yo viví, o a la pobreza de los años 2000, que fue hace nada”, compara.
“Hoy en la Argentina, domina una percepción de empobrecimiento masiva. Las clases sociales en general se sienten más pobres que hace algunos años”, describe. “Los sectores pobres de barrios estructuralmente pobres suelen estar hoy muy contenidos con transferencias económicas, aunque obviamente no alcanzan por la devaluación, y con distribución de mercadería y de útiles escolares”, precisa. “El sector que peor está es el que no tiene cara de pobre y nunca se autopercibió pobre, o tiene muy poca relación con la pobreza”, define.
“En la Argentina, no era común que hubiera trabajadores registrados que están por debajo de la línea de la pobreza. Tener trabajo siempre fue sinónimo de movilidad económica, social y socio cultural”, subraya. “Hay un tipo de pobreza que está en el fondo de todo: yo la llamo ´pobreza impermeable´. Aunque la economía argentina crezca o baje o decaiga o se estanque, esa pobreza sigue más o menos igual. Son esos barrios a donde vas y está igual que hace diez años y sospechás que dentro de diez años va a estar igual”, analiza. " Ojo con pensar que los niveles de ingresos sirven para medir la calidad de vida. En el caso de esa chica que sale todos los días a trabajar, que hace lo imposible para tener bien a su hijo o a quien tenga a cargo, porque las mujeres siempre tenemos a alguien a cargo directa o indirectamente, ¿se puede decir que es menos pobre que el que vive en la villa?”, alerta.
“La gente no es tonta, toma decisiones pensando en su conveniencia económica”, sostiene y desarrolla: “Si trabajar se vuelve un valor cultural, se da lo que ocurre en el resto de Latinoamérica: se trabaja porque es lo que corresponde pero igual se vive en la pobreza. Bueno, el argentino no se va acostumbrar a eso”, advierte. “Cuando se inyectan los salarios, cuando se accede a otra capacidad de compra, de bienes más grandes y de cambios reales del nivel de vida, eso condiciona enormemente lo cultural, cree. “No sé si hay romantización de la pobreza, pero sí hay una idealización de lo que son las políticas para la pobreza. Hay una romantización del “Estado te salva””, afirma. “Uno de los defectos que ha tenido la parte más kirchnerista del Frente de Todos es que se ha enamorado de sus propias políticas sociales”, cuestiona y sigue: “Es un grave error porque la pobreza hoy no sólo no quiere saber nada del Estado, porque nunca perteneció a ese mundo, sino que además es una pobreza que, al tener vida de clase media, cara de clase media y aspiraciones de clase media, no se la puede encarar con política social”. “A esa pobreza hay que encararla con política económica”, propone. Cuando el problema es la capacidad de compra de los trabajadores, hay que revisar en dónde están los salarios”, aclara. “A esos trabajadores no registrados no podés enamorarlos a través del Estado. Por eso, no se romantiza tanto la pobreza; sí se romantiza al Estado con eso de “el Estado te salva”. Hay gente que no quiere saber nada con el Estado”, desarrolla. “Los pobres no están cegados o esclavizados por el peronismo. Lo que ocurre es que la política se habla a sí misma, se escucha a sí misma y el peronismo ha perdido ese registro tan crudo y tan real que siempre tuvo”, opina.
“Hay muchos barrios estructuralmente pobres donde la gente empieza a recuperarse, las mujeres abren sus locales de uñas y emprenden con peluquerías”, puntualiza. “Hay que prestar mucha atención a ese sector empobrecido de la clase media al que no se puede encarar con política social”, subraya. “Lo comunitario y colectivo ya no enamora a los jóvenes. Crecer con la computadora o con la tablet no es lo mismo que crecer en la vereda, sin importar tu clase social. Ahora se crece siendo más uno”, diagnostica. “Se es peronista y voto al peronismo porque sé que va a haber alguien ahí peleando por mí. Pero esa convicción no sé si está tan segura en la Provincia de Buenos Aires”, piensa. “El peronismo no es el partido de los pobres sino el partido de los trabajadores y abraza a los pobres para convertirlos en trabajadores. Pero eso ya no está ocurriendo”, explica. “Si hay algo de lo que podés estar tranquilo en la Argentina es que la propiedad privada es sagrada. Metete en una mansión, metete en una casa más o menos y metete a un rancho y te van a sacar de los tres lugares de la misma manera”, ejemplifica. “El pobre argentino tiene aspiraciones de tener cosas materiales costosas. Quiere ponerse una zapatilla de marca y el mejor pantalón que pueda y comprarse las mejores cosas que pueda”, plantea. “Una de las cosas clave a la hora de pensar en la infancia es pensar en el consumo de proteínas. Cuando la plata no alcanza, se impone lo que rinde más y llena más. Acá en la Argentina, suelen ser los carbohidratos”, dice. “Hay pobres muy mal comidos con sobrepeso y, encima, con un desarrollo desigual de las habilidades cognitivas”, se alarma.
“Chicos mal comidos, la ruptura que tuvimos durante la pandemia, cuando se rompieron hasta los horarios de conformación de una rutina familiar, el problema de los barrios más pobres, donde la familia no come sentada a una mesa sino que se va al comedor o se va a buscar la mercadería o se va a buscar la vianda y cada uno como por su lado, todo eso hace que el chico ya llegue a la escuela con una desventaja demasiado enorme”, concluye. “La cantidad de palabras que maneja un nene de un jardín pobre es una tercera parte de la cantidad de palabras que maneja uno que va a un jardín que no es pobre. Eso no es lo más grave”, destaca. “Alimentación y lingüística son las bases que hacen que ese chico, aunque llegue a una escuela, no está preparado para recibir instrucción”, dice.
La especialista en consumo masivo, Mayra Arena, estuvo en La Repregunta. Desde su consultora Arena, la joven que se ganó un lugar en la opinión pública en 2018 con su charla TED “¿Qué tienen los pobres en la cabeza?”, investiga el mundo del consumo de los que ganan menos de 500 dólares, que conoce como nadie. Arena nació de una madre adolescente en una villa de Bahía Blanca, fue ella misma una madre adolescente, creció en la pobreza extrema, que logró dejar atrás. Hoy estudia Economía en la Universidad de San Martín y tiene su propia empresa.
En este año electoral y con un nivel de pobreza del 40 por ciento, los pobres son el gran enigma. ¿Abandonan al peronismo para votar a Milei? ¿Qué es ser pobre hoy? Aquí, la entrevista completa
¿Qué tienen los pobres en la cabeza?
-La política se pregunta qué es la Argentina hoy y qué es un pobre, porque la mayoría de los votantes están en la pobreza. ¿Qué tienen los pobres hoy en la cabeza?
-Hoy hablamos de una pobreza del 40 por ciento. Es la cifra del Indec, que ha logrado un consenso casi sin precedentes entre profesionales y economistas de distintos sectores. Pero a través de ese número no se puede ver todo lo que es cualitativo. La pobreza de hoy no se parece en nada a la pobreza de los años ´90, que yo viví,o a la pobreza de los años 2000, que fue hace nada. Ha cambiado muchísimo. Hoy en la Argentina, domina una percepción de empobrecimiento masiva. Las clases sociales en general se sienten más pobres que hace algunos años. Esto afecta mucho el humor social, aumenta las frustraciones, genera en las familias una sensación de impotencia. Los sectores que hoy están peor son aquellos de clase media, tirando a baja clase trabajadora, es decir, gente que vivía más o menos sin pasar necesidades pero que no tiene capacidad de ahorro y que no tiene, por lo tanto, espalda para bancarse uno o dos meses malos de trabajo. ¿Por qué es una pobreza tan distinta? Porque los sectores pobres de barrios estructuralmente pobres suelen estar hoy muy contenidos con transferencias económicas, aunque obviamente no alcanzan por la devaluación, y con distribución de mercadería y de útiles escolares. En esos barrios, puede haber hasta competencia según quién entienden mejor el Estado y las políticas que le corresponden a cada uno y quién pelea más por eso. Pero en esa villa, la situación de la familia que se va todo el día a trabajar es distinta: no está en la villa, por ejemplo, cuando se distribuyen las cosas. Muy probablemente esa familia siente un rechazo hacia la distribución de alimentos o útiles porque no llega a ese tipo de ayuda. Siente frustración ante este hecho: “yo trabajo y a mí no me toca”. De todas formas, el sector que peor está, dicho de una manera brutal, es el que no tiene cara de pobre y nunca se autopercibió pobre, o tiene muy poca relación con la pobre.
-Es el fenómeno del trabajador que tiene trabajo pero no le alcanza para pagar las cuentas.
-Esto de que haya trabajadores, incluso trabajadores registrados, que están por debajo de la línea de la pobreza es muy nuevo. No era común en la Argentina. Tener trabajo siempre fue sinónimo de movilidad económica, social y socio cultural. Sobre todas las cosas, la movilidad económica es la que arrastra a las demás. Hoy hay trabajadores con muy poquita capacidad de compra. Eso implica, primero, una inestabilidad y una volatilidad altísima en el mundo laboral: se va cambiando de trabajo en trabajo, un mes con un trabajo, otro mes, con otro; un mes con muchas horas para cobrar al menos un mes completo; otro con menos hora pero al menos se tiene un tiempito para quedarse en casa y descansar.
Políticas sociales. ¿Por qué ya no alcanzan para asistir a la pobreza?
-Usted está describiendo las distintas capas geológicas de la pobreza. En esa capa más estructural del pobre nacido en la pobreza, cuyos hijos van a ser pobres, que se ha acostumbrado…
-Que sólo conoce la pobreza…
-Y usted señaló algo muy interesante, que se ha acostumbrado a navegar la burocracia estatal para obtener beneficios relativos, una transferencia de dinero o paquete de comida cuando está ahí en la villa, para recibirlo. En relación al rol del Estado, se debate siempre si impulsar políticas sociales y planes o, por el otro lado, puentes hacia el mundo del trabajo. A esa pobreza estructural hoy se la alcanza con políticas sociales. Ahora, ¿está lista para saltar al mundo del trabajo si existieran puentes hacia ese mundo? Lista en el sentido de si cuenta, por ejemplo, con capacidades cognitivas y con habilidades técnicas para afrontarlo.
-Hay un tipo de pobreza que está en el fondo de todo: yo la llamo “pobreza impermeable”. Aunque la economía argentina crezca o baje o decaiga o se estanque, esa pobreza sigue más o menos igual. Son esos barrios a donde vas y está igual que hace diez años y sospechás que dentro de diez años va a estar igual. Hay muy poquitos recursos, escasa o nula experiencia o antecedentes laborales: nunca se perteneció al sistema laboral. Hay escasa o nula formación académica: nunca se fue a la escuela o se fue y se abandonó muy pronto, entonces hay muy baja alfabetización. En esos lugares, hay que considerar cuál es el grado de permeabilidad: muy bajito. Quiere decir que hay muy poquitas herramientas para sacar a esas familias de la pobreza.
-¿Esa es la pobreza estructural consolidada en el 25 por ciento?
-No. Esa pobreza es muy minoritaria. He tenido la suerte de viajar por toda la Argentina y ese fondo de pobreza es muy minoritario.
-¿Es el 8 por ciento de indigencia?
-Yo suelo pensarlo en mis propios términos. Si vamos a lo técnico, que es por ingresos, hoy en la Argentina se da algo muy loco: una persona que junta, por un lado, un puchito de unos 60 mil o 70 mil pesos con ayuda del Estado, con dos a AUH, una Tarjeta (Alimentar), algún bolsón, un bono de garrafa y, por el otro, supongamos que tiene algún trabajo que le da otros 70 mil pesos. Eso da una capacidad de compra muy bajita pero, al vivir en ciertas condiciones, el nivel de vida también es muy barato. ¿Qué es lo que ocurre hoy? Una chica que vive en un barrio donde alquila, que quizás no tuvo hijos o tuvo uno solito porque buscaba estudiar, aunque vivía en la pobreza, se las rebusca trabajando y gana 90 mil pesos en negro o en blanco. Con eso, paga las cosas que la sostienen en esa clase: su alquiler, su obra social o el colegio de su hijo, lo que sea que le permita posicionarse en esa clase media muy entre comillas. En ese caso, su capacidad de compra es todavía menor a la de un pobre estructural o a lo que tenemos en la cabeza como un pobre estructural. Por eso: ojo con pensar que los niveles de ingresos sirven para medir la calidad de vida. En el caso de esa chica que sale todos los días a trabajar, que hace lo imposible para tener bien a su hijo o a quien tenga a cargo, porque las mujeres siempre tenemos a alguien a cargo directa o indirectamente, ¿se puede decir que es menos pobre que el que vive en la villa? Hoy hay muchas pobrezas distintas y los ingresos no son siempre fieles para medir esas variaciones. Pero volviendo al tema de la pobreza impermeable, que es minoritaria, hoy hay una pobreza muy alta en esos barrios que no pertenecen al mundo laboral o que no han encontrado su lugar en el sistema. Ha sido equivocada o no se ha acertado con la forma de encarar esa pobreza. Mi teoría es que lo material va condicionando lo cultural. Cuando estimulamos los salarios y cuando ser trabajador te convierte en alguien con capacidad de compra, hay un estímulo enorme a buscar esos empleos y a buscar pertenecer a esos sectores.
La aspiración económica y la salida de la pobreza
-Es decir, se accede a la ciudadanía y a la cultura vía un salario digno.
-Cuando empezás a ganar más plata, se accede a un montón de cosas. Ahora, ¿qué pasa si el que vive en un rancho ve que el del rancho de al lado trabaja todo el día y sigue viviendo exactamente igual? La gente no es tonta, toma decisiones pensando en su conveniencia económica. Si trabajar se vuelve un valor cultural, se da lo que ocurre en el resto de Latinoamérica: se trabaja porque es lo que corresponde.
-Aunque se gane poco y se viva en la informalidad.
-Se trabaja e igual se vive en la pobreza. Bueno, eso en la Argentina no va a pasar. El argentino no se va acostumbrar a eso. Cuando se inyectan los salarios, cuando se accede a otra capacidad de compra, de bienes más grandes y de cambios reales del nivel de vida, eso condiciona enormemente lo cultural.
-Es un incentivo.
–El que no pertenece al mundo laboral ve los beneficios que tiene tener un trabajo. Empieza a ver una transferencia y una búsqueda para pertenecer a ese sector. Si hay algo que es el ser humano, es aspiracional. Pero la aspiración va a surgir si se ve que lo que el otro hace lo lleva a tener mejores cosas
-Ess idea que el jardín de mi vecino está más verde, quiero tener ese jardín, entonces, a ver cómo accedo.
12.00-Espiritualmente hablando, en un rancho donde ya lo material no es mensura, donde no podés medir ni ingresos ni cómo está la vivienda ni nada, una de las cosas que más mirás es, por ejemplo, cómo salen a la escuela los chicos, con qué guardapolvo, con qué mochila, a qué horario, si se los manda la escuela del barrio o si se los manda una escuela más lejos porque hay una idea de que las escuelas más lejanas son mejor porque no va con todos los del barrio. Son cuestiones que hacen a lo aspiracional pero que te dicen si esa es una familia que está acostumbrada a esa realidad y la ve como la vida misma o si hay una percepción de que eso no es la vida y que hay otras cosas ahí afuera.
El kirchnerismo y la romantización de la pobreza
-Muy interesante esto que planteás y trae muchos debates a la mesa de esta conversación. Uno de ellos tiene que ver con un cuestionamiento que se le hace al kirchnerismo o al peronismo en versión kirchnerista, la romantización de la pobreza, la idea de la cultura villera como una cultura a abrazar, defender, sostener y reproducir. Usted está planteando en el centro de ese debate en torno a la pobreza la noción de una aspiración material que abre las puerta a una aspiración cultural que muestra otros mundos. Usted que se identifica con el peronismo, ¿cómo ve el debate en torno a la romanización de la pobreza?
-No sé si hay romantización de la pobreza, pero sí hay una idealización de lo que son las políticas para la pobreza. Uno de los defectos que ha tenido la parte más kirchnerista del Frente de Todos es que se ha enamorado de sus propias políticas sociales, que algunas funcionaron muy exitosamente y otras no, no tanto. A una sociedad con problemas completamente distintos y que no quiere solucionar sus problemas a través del Estado, hoy se le habla de las viejas políticas sociales que fueron exitosas. Es un grave error porque la pobreza hoy no sólo no quiere saber nada del Estado, porque nunca perteneció a ese mundo, sino que además es una pobreza que, al tener vida de clase media, cara de clase media y aspiraciones de clase media, no se la puede encarar con política social. A esa pobreza hay que encararla con política económica. Cuando el problema es la capacidad de compra de los trabajadores, hay que revisar en dónde están los salarios, porqué te alejaste tanto de lo que es lo ideal que, en parámetros peronistas, es un reparto en torno al 50 por ciento del PBI. Cuando te alejás de un salario alto, el resto se desordena y termina habiendo un montón de no registrados, que hoy son cerca de 8 millones de personas, que no se pueden recuperar con políticas sociales o programas desde el Estado.
-Es gente que está trabajando en el sector privado, emprendedores que se están auto abasteciendo.
-Autoexplotándose, incluso. Por mi trabajo, hablo muchísimo con los repartidores de Rappi y ninguno habla como una víctima. Son personas muy emprendedoras, obviamente cansados de laburar pero todos reconocen que si le metés esfuerzo, sacás un buen sueldo. Hay un error en hablarle a los no registrados como parias, como víctimas y no registrarlos como lo que son, ciudadanos trabajadores que han quedado fuera de lo que eran los beneficios de un trabajador, estar registrado…
-Tener agencias, como se llama ahora a la capacidad de decisión.
-A esos trabajadores no registrados no podés enamorarlos a través del Estado. Por eso, no se romantiza tanto la pobreza; sí se romantiza al Estado con eso de “el Estado te salva”. Hay gente que no quiere saber nada con el Estado.
-¿Esa romantización del Estado y de sus políticas sociales tiene que ver con la voluntad de perpetuación de un poder político, que se identifica con el peronismo, en esa masa de la población que cada vez es mayor en la Argentina, los pobres?
-No coincido con eso. En ese caso, todos los pobres votarían al peronismo. En un barrio pobre, el reparto de los votos es muy similar al de los barrios de clases medias. En los barrios pobres de la Ciudad de Buenos Aires, (Javier) Milei, un personaje opuesto al Estado, ha logrado conquistar a una gran parte de ese sector. Los pobres no están cegados o esclavizados por el peronismo. Lo que ocurre es que la política se habla a sí misma, se escucha a sí misma y el peronismo ha perdido ese registro tan crudo y tan real que siempre tuvo. Siempre tuvo contacto con la realidad y siempre fue la misma realidad porque el peronismo también es o fue parecido a la Argentina.
-A la Argentina obrera, que ha desaparecido.
-Ahora la Argentina es economía en negro. Hoy, uno de los grandes problemas es la cantidad de no registrados y de economía no registrada. Por eso, si bien respeto al INDEC, se debe afinar más en ese sector de los no registrados en lo cualitativo. No todo lo que no registra la política o el Estado o el INDEC no existe. Ojo con creer que todo está tan mal porque hay muchos barrios estructuralmente pobres donde la gente empieza a recuperarse, las mujeres abren sus locales de uñas y emprenden con peluquería.
-Cuentapropismo no registrado.
-El sector de la estética en las mujeres es un gran motor. Los hombres recuperan las changas muy de a poco. Hay un crecimiento. Ahora, ¿qué pasa con esa clase media que quiere estudiar? No puede porque estudiar es un costo de oportunidad imposible y los padres ya no son lo que eran antes: el Estado era a los pobres lo que los padres a la clase media. Eso se rompió. Hay que prestar mucha atención a ese sector empobrecido al que no no se puede encarar con política social. Se piensa que en los barrios hay otros sufrimientos pero me parece que la economía es negro está haciendo de las suyas. No es que esté todo tan mal.
Los pobres y los votos
-Mencionó a Milei y su sintonía con ciertos sectores pobres. ¿Esa sintonía tiene que ver con que Milei es, como dice el politólogo Pablo Touzón, el ladrillazo contra la vidriera, el que expresa la rabia contra un Estado muy ineficiente? ¿O tiene que ver con que Milei habla de la libertad personal y la capacidad de decisión personal, individual del ciudadano para transformar su destino?
-La juventud es más… no quiero decir individualista porque tiene un dejo negativo. Pero lo comunitario y colectivo ya no enamora a los jóvenes. Crecer con la computadora o con la tablet no es lo mismo que crecer en la vereda, sin importar tu clase social. Ahora se crece siendo más uno y así hay otra juventud, otra manera de percibirse. A los jóvenes ya no los enamora acceder a un trabajo con sindicato. Hay que ver qué beneficios siguen dando, cuáles son los sindicatos fuertes. Si los hay, los jóvenes quieren pertenecer a esos sectores pero si estás buscando un trabajo que pertenece al mundo donde no hay beneficios, ¿cuál es la gracia de acceder a eso? Por otro lado, está la bronca con el Estado. El Estado no sólo no ayudó sino que complicó muchísimo las cosas en el caso de los que no tenían recursos y se tenían que esconder para trabajar.
-Se refiere a los meses de pandemia.
-Sí, eso fue durísimo y eso dejó una herida.
-Hay un gran tema. Cuando se ven los mapas de pobreza por ingresos o los del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, que muestra la pobreza multidimensional, pobreza en infraestructura con problemas de cloacas endémicos, por ejemplo, el conurbano bonaerense es un punto rojo. Eso, a pesar de que el peronismo ha estado más tiempo en el gobierno desde el regreso de la democracia, y en especial, en la Provincia de Buenos Aires. La gran pregunta es: ¿por qué los pobres votan al peronismo y por qué el kirchnerismo sigue teniendo un caudal de votos importantísimo que, eventualmente, le puede dar el triunfo en las futuras elecciones? Si está clara esta inteligencia de los sectores más empobrecidos respecto de sus propias aspiraciones y la ineficacia del estado peronista, ¿cómo se explica ese voto?
-Lo que planteás tiene que ver con la identificación que existe en los sectores pobres. Como peronista, yo estoy más preocupada que vos por esa identificación que se va desgastando con el tiempo y que no logra recuperarse. Hay un refrán muy conocido que dice: “yo nunca me metí en política, siempre fui peronista”. Representaba la idea de ser peronista porque es parte de la cultura, se es peronista en defensa propia. Se es peronista porque yo no me meto en esas cuestiones y voto al peronismo porque sé que va a haber alguien ahí peleando por mí. Va a defender lo que es mío, lo que me corresponde. Pero esa convicción no sé si está tan segura en la Provincia de Buenos Aires. Como peronista, espero que se siga trabajando en pos de satisfacer todas las necesidades, que se cambie un poco la perspectiva que se tiene en relación a la ayuda de la pobreza. Tiene que contemplar la necesidad de que las personas dejen atrás la pobreza y combatirla realmente. Muy pocas veces me ha pasado de hablar con un político y pensar “este tipo coincide conmigo” o “este tipo de verdad entiende a la pobreza”. Me parece que estamos en una crisis importante pero no por los pobres. Estamos en una crisis importante porque el peronismo no es el partido de los pobres, es el partido de los trabajadores y abraza a los pobres para convertirlos en trabajadores. A los trabajadores los pone a vivir bien sólo por el hecho de que son trabajadores. Eso ya no está ocurriendo.
-Se ha convertido en un relato pero no se comprueba en la realidad.
-No está pasando. Hay 8 millones de no registrados que no conocen toda la parte fabulosa de ser trabajador.
La estigmatización kirchnerista vs la realidad
-Después de septiembre de 2021, cuando el perokirchnerismo fue sacudido por el nivel de su derrota, se dio un gran debate público en el que usted participó. ¿Qué lugar tienen los empresarios y el capital privado, que el kirchnerismo suele estigmatizar, en una salida de esta crisis y en esa posibilidad de que los pobres abracen el mundo del trabajo?
-Hoy hay una brecha entre clases muy abismal. Sin embargo, si hay algo de lo que podés estar tranquilo en la Argentina es que la propiedad privada es sagrada. Metete en una mansión, metete en una casa más o menos y metete a un rancho y te van a sacar de los tres lugares de la misma manera. Cuando se arremete contra un rico, alguien que tiene mucho dinero y muchas propiedades, desde muchos sectores surge la pregunta de cómo defendés al rico si sos pobre.
-Claro, en los casos de los acampes en Lago Escondido o en la estancia de los Etchevehere.
-Es una de las grandes discusiones. Soy de las que cree que el pobre argentino, particularmente, no se parece al pobre del resto de Latinoamérica. El pobre argentino cree que tiene derecho, o por lo menos tiene el deseo, de acceder a todo lo que acceden los demás. No es poco frecuente que un obrero tenga el mismo celular que su patrón o incluso uno mejor, y nadie ve algo malo en eso. Por lo menos yo no veo algo malo. Al contrario, hay aspiraciones de tener cosas materiales costosas. Y en la Argentina, comparándolo con Latinoamérica, lo industrial se impone ante lo artesanal. Es decir, el argentino quiere una marca. No quiere algo tejido por unas obreras, mucho más barato, que es lo que ocurre en otras economías regionales de otros países. En esos lugares, inyectando ese tipo de soluciones, la gente empieza a vivir mejor. El argentino quiere ponerse una zapatilla de marca y el mejor pantalón que pueda y comprarse las mejores cosas que pueda. Yo no coincido mucho con los enfoques de la pobreza en términos del cooperativismo o de enfoques que terminan en la proposición de hay que tener la huerta.
-Usted se refiere a la llamada “economía popular”.
-Ya el término “economía popular” sugiere desarrollar una economía aparte para los pobres, como la mesita de los pobres. Como si el pobre no tuviera el mismo deseo de pertenecer a la economía real, a la economía de todos, a la economía del que saca un préstamo para hacerle una fiesta a la hija o del que saca una tarjeta de crédito para comprarse un tele más grande o una heladera que enfríe más. No creo en que haya que apartar a los pobres en una mesita de la economía popular. Eso no puede ocurrir en la Argentina, que siempre estuvo mucho más marcada por la movilidad social y económica que otros países. Hoy tenemos un estancamiento que es real y no se puede negar.
Educación: ¿cómo lograr el equilibrio entre el ideal del mérito y la realidad de la pobreza?
-Hay un tema muy instalado, el tema educativo vinculado con la posibilidad de movilidad social y económica. Hubo debate en la Provincia de Buenos Aires en torno a sí los chicos pobres que no logran los aprendizajes en un año en secundaria tienen que repetir todo el año o algunas materias y seguir adelante mientras tanto. ¿Cuánto es posible sostener el concepto de mérito, meritocracia, exigencia y calidad en una población escolar empobrecida y mal alimentada? ¿Cómo se balancea esa aspiración de lograr una posición mejor en la vida a través del mérito, por ejemplo, estudiando mucho, con las condiciones de vida, la mala alimentación desde muy pequeños?
-Una de las cosas clave a la hora de pensar en la infancia es pensar en el consumo de proteínas. Eso ha cambiado drásticamente. Hubo un momento en que el plan Más Vida repartía la leche. Eso se cambió con la Tarjeta (Alimentar), que es positiva porque las familias saben cómo administrarse mejor, a raíz del encarecimiento brutal de los alimentos nutritivos y de la comida en general. Cuando la plata no alcanza, se impone lo que rinde más y llena más. Acá en la Argentina, suelen ser los carbohidratos. Entonces hay pobres muy mal comidos con sobrepeso, con todas las enfermedades que eso trae como consecuencia y, encima, con un desarrollo desigual de las habilidades cognitivas. Acá volvemos a esa pobreza impermeable que comentaba al principio: pase lo que pase alrededor, hay familias que no pueden salir adelante aunque la Argentina esté creciendo. Si no nos concentramos en nutrir a nuestra infancia con alimentos de verdad, no importa cuánto hablemos del sistema educativo, que además está terriblemente mal. Con chicos mal comidos, con la ruptura que tuvimos durante la pandemia, cuando se rompieron hasta los horarios de conformación de una rutina familiar, con el problema de los barrios más pobres, donde la familia no come sentada a una mesa sino que se va al comedor o se va a buscar la mercadería o se va a buscar la vianda y cada uno como por su lado, todo eso hace que el chico ya llegue a la escuela con una desventaja demasiado enorme. Y hay otros factores que me preocupan en la infancia. Los pobres que sólo van a la escuela con otros pobres y que sólo se manejan en su barrio con otros pobres muestran una baja importante en lo que es la lingüística.
-Se refiere a la cantidad de palabras, por ejemplo.
-La cantidad de palabras que maneja un nene de un jardín pobre es una tercera parte de la cantidad de palabras que maneja uno que va a un jardín que no es pobre. Eso no es lo más grave. Cuando esos chicos llegan a la secundaria, cuando ya son casi adultos, cuando son adolescentes, hablan un idiomas distinto. La prueba es cualquier canción de Cumbia 420 (NdelE: estilo musical que fusiona la cumbia, el reggaetón y el trap), que es lo que más se escucha en esos sectores. Es otro idioma. No es el argentino o el idioma castellano que manejamos tradicionalmente, ni siquiera es el idioma de los sectores populares. Cualquiera puede entender un tema de Pablo Lezcano. Ahora, un tema de Cumbia 420 es otra cosa. Alimentación y lingüística son las bases que hacen que ese chico, aunque llegue a una escuela, no está preparado para recibir instrucción.
Los jóvenes pobres. ¿Alejados de la política?
-Cuando fue el atentado contra la vicepresidente Cristina Fernandez, a los tres días, Callejero Fino, uno de los músicos característicos de la Cumbia 420, estuvo en un programa de televisión y se mostró sorprendido con lo que había sucedido. No se había enterado de nada. “No miro televisión, no me enteré.”, dijo. ¿Cuánta atención le presta a la política la juventud que representa el 26 por ciento del padrón nacional, de la cual el 35 por ciento está en la Provincia de Buenos Aires? Me refiero a jóvenes entre los 18 y los 29 años. ¿Cuántas ganas de votar tiene y cuánta atención le prestan a la política?
-A la política o a los partidos históricos, peronismo y radicalismo y ahora también Cambiemos, muy poco. El que ha robado un poquito todas esas miradas o atención es Milei. Es el que ha logrado llegar a ese sector que se considera casi apolítico, que es muy joven y que no encuentra nada, ni en la política ni en el Estado, que le parezca que lo va a beneficiar. Hay que reconocerle dos méritos a Milei. Uno es haber llegado a la juventud: es lo que todos los políticos desearían. Se mueren por ser cancheros, por ser cool, por llegar como sea, haciendo papelones incluso. Con todo su perorata, Milei lo logró. Y hay otra cosa de mi Milei que me preocupa todavía más: que el que vota a Milei lo vota contento y lo anuncia a los cuatro vientos. También está feliz y orgulloso de hacerlo. O no lo oculta, por eso parece que todo el mundo va a votar a Milei porque son los que lo dicen en voz alta. ¿Y qué ocurre con los que votan al partido tradicional? Votan a Cambiemos porque es lo que han votado siempre. O los sectores peronistas, que votaremos también a quien sea que vaya. El peronismo tiene que desenamorarse de sí mismo y volver a enamorarse del pueblo y, después, volver a ser eso que históricamente siempre hizo, que es ponerse delante de las necesidades del pueblo y recuperar la promesa de futuro. Basta de pasado con el peronismo. El futuro es lo que hay que construir porque si dejás todo como está, nos espera un futuro de más pobreza. Y nadie quiere eso.
-Un futuro realista que, por ejemplo, retome una reforma laboral para esa informalidad que existe.
-La reforma laboral llegó hace rato. Hay 8 millones de personas laburando por no sabés cuánta plata en no sabes qué condiciones. Esa reforma ya está. Hay que hacer es ser sinceros y reconocer que ya está pasando. Ya hay gente que está triunfando gracias a esas condiciones. Una reforma de verdad tiene que encarar cómo registrar todo eso sin partir al medio al pequeño empresario porque no puede estar en la misma categoría que Coca Cola Company. Medidas realistas. Esa reforma, sobre todo, tiene que contemplar que ese ciudadano que trabaja en negro, sea un repartidor de Rappi, un bachero, una mujer de geriátrico o los cuentapropistas que son infinitos, todos ellos existen y tiene que tener acceso, por trabajar, a todo aquello que en la Argentina siempre significó el trabajo. Para eso, se necesita organización y política.
Una mirada aguda al universo social
▪ Formación. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Tres de Febrero; hoy estudia Economía en la Universidad de San Martín.
▪ Desempeño profesional. Además de eventuales participaciones como columnista en medios de comunicación, trabaja en su consultora.
▪ Charla TED. Se hizo conocida en 2018 por la charla TED “¿Qué tienen los pobres en la cabeza?”.