La Repregunta. Marina Dal Poggetto: “Massa da una señal política de ajuste pero el verdadero ajuste lo sigue haciendo la inflación”
La directora de la consultora Eco Go explica que, en términos macroeconómicos, la segmentación que se aplicará este año no tendrá un impacto fuerte en el déficit
“Hay que bajar el déficit que genera la cantidad de empleados de las empresas públicas pero eso no va a solucionar el problema macroeconómico”, plantea. “En términos macroeconómicos, el grueso del aumento del gasto público, que hoy es de 37 o 38 % del PBI, está asociado a las transferencias, al esquema previsional y a los subsidios”, aclara. “Este año, la segmentación tarifaria tiene muy poco impacto: 0,2 puntos del PBI”, sostiene. “El Plan Conectar Igualdad también es, de alguna forma, una transferencia a las empresas de Tierra del Fuego. Se podría comprar computadoras más baratas”, explica. “La protección infinita en determinados sectores no lleva a ningún lado”, afirma. “Hay que devaluar arriba de la inflación de 7% mensual”, dice. “Hoy el dólar oficial no está muy atrasado: al tipo de cambio le faltan $35 o $40. El problema no es el nivel del tipo de cambio oficial sino la brecha”, explica. “El grueso del ajuste fiscal que se está anunciando tiene que ver con la aceleración inflacionaria”, aclara y agrega: “Si frenás la inflación, frenaste el ajuste porque el gasto está indexado al pasado”. “Después del gobierno de Macri, hoy hay provincias superavitarias, que han conseguido compensar sus recursos, y del otro lado, una Nación quebrada”, plantea.
La economista Marina Dal Poggetto, entre las más consultadas y respetadas de Argentina, estuvo en La Repregunta. Dal Poggetto es directora ejecutiva de la consultora Eco Go. Es economista por la Universidad de Buenos Aires y máster en Economía por la Universidad Di Tella. Estuvo en la función pública en momentos clave de la Argentina. En la crisis de 2001, fue parte de la gestión del entonces ministro de Economía José Luis Machinea. También integró el ministerio de Economía en los años de la presidencia de Eduardo Duhalde y los primeros años de la administración de Néstor Kirchner.
Con la inflación como horizonte, la economía plantea encrucijadas como ajustar y devaluar. ¿Hay ajuste realmente en la gestión del ministro de Economía Sergio Massa? ¿La devaluación es inevitable? Estas y otras cuestiones analizó Dal Poggetto.
Aquí, la entrevista completa.
-El actual ministro de Economía Sergio Massa le planteó integrarse a su equipo como viceministra, ofrecimiento que usted rechazó. Si asumiera en este contexto particular de la Argentina, ¿cuáles serían los puntos imprescindibles en un plan económico?
-Hace rato que lo vengo diciendo. Desde que arrancó la corrida contra el peso en 2018, urge un plan de estabilización. Urge estabilizar las variables porque no se estabilizan solas. Se fueron dilapidando oportunidades y los costos de ese plan de estabilización son cada vez más altos. Y seguimos perdiendo el tiempo. Hoy hay tres síntomas. Por un lado, una inflación que corre al 7% mensual. Fue de 7,4% el mes pasado y ahora de 6,9%, tal como me da la proyección de agosto. Por otro lado, hay una violenta dispersión de precios relativos. Los precios de las tarifas son ridículamente baratos, hay bienes ridículamente caros y a diferencia de 2015, cuando se daba el mismo desajuste de precios, hoy el salario está rezagado. El tercer problema es la brecha cambiaria que supera el cien por ciento, que trepó al 150 o 160% antes de que se anunciara que Massa llegaba al ministerio de Economía. Hoy está en la zona del 110%. Es una brecha terriblemente confiscatoria: es una transferencia directa de ingresos de la exportación a la importación. Genera todo tipo de comportamientos especulativos y que el Banco Central no acumule dólares. Como resultado, detrás de esto, el panorama es un Banco Central al cual le sobran pesos y le faltan dólares.
Los precios de las tarifas son ridículamente baratos, hay bienes ridículamente caros y a diferencia de 2015, cuando se daba el mismo desajuste de precios, hoy el salario está rezagado.
El plan económico que falta
-Si ése es el diagnóstico, ¿cuáles son las medidas a encarar?
-Hay que normalizar el balance del Banco Central. Hoy las reservas netas son de US$1.400. Algunos economistas sostienen que son reservas negativas porque hacen la resta de activos que no son líquidos como el oro o los DEG. Por otro lado, hay muchos pesos, contracara de la gran emisión en la pandemia y al año siguiente. ¿Cómo normalizar el balance del Banco Central? Hay dos posibilidades. Por un lado, se necesita equilibrio fiscal y reducir el financiamiento monetario, que es parte del anuncio de Massa. Después, hay otras fuentes de expansión de pesos. Hoy, la principal es la tasa de interés.
-¿Qué quiere decir “expansión de pesos”?
-Creación de pesos. El Banco Central emite pesos para financiar al Tesoro.
-¿Esto es la famosa emisión?
-Ésa es una. Una parte es para financiar al Tesoro, que es la que se corta ahora. La segunda es para comprar dólares: hoy no se emite con ese objetivo porque no se está comprando dólares. Pero si no comprás dólares, seguís teniendo el otro problema, la falta de dólares. Tercero, el crecimiento endógeno de los pesos: parte de los pesos que están en la economía reciben tasa de interés, o sea, generan los pasivos remunerados del Banco Central. Con una tasa de interés en la zona arriba del 90% anual, en un año se va a duplicar la cantidad de peso. En términos reales, no crecen porque la tasa mensual está abajo de la inflación pero el problema, insisto, es que el balance del Banco Central no acumula reservas y se están creando pesos. Es necesario dar una señal fiscal. Y antes de eso, hay que acomodar los precios relativos que están totalmente desalineados. Si el objetivo es que los precios se acomoden en forma gradual con una inflación que corre cada vez más rápido, hay que devaluar arriba de la inflación de 7% mensual. La estabilización requiere, primero, corregir los precios.
Se necesita equilibrio fiscal y reducir el financiamiento monetario, que es parte del anuncio de Massa. Después, hay otras fuentes de expansión de pesos. Hoy, la principal es la tasa de interés.
Devaluar. ¿Es inevitable? ¿A cuánto devaluar?
-¿La corrección de precios implica devaluar en la medida que el precio del dólar es uno de esos precios?
-En la economía hay tres precios básicos. Uno es el dólar. Otro, el precio de las tarifas. El tercer precio son los salarios. Ésa es la estructura de costos de todos los bienes y servicios en la Argentina. Hoy el dólar oficial no está muy atrasado: el dólar de $60 que dejó la presidencia de Mauricio Macri, que recibió Alberto Fernández cuando asumió, hoy debería ser un dólar de $170 o $175 pesos. O sea, al tipo de cambio le faltan $35 o $40. Pero, insisto, el problema no es el nivel del tipo de cambio oficial sino la brecha con los dólares alternativos, que genera los comportamientos que señalo. Con ese esquema, no se puede normalizar el balance del Banco Central. En esa dinámica de precios, la inflación corre el 7%; el dólar está corriendo casi al 6 %; la tasa de interés corre casi al 6; las tarifas, como hay que acomodarlas, tienen que correr por arriba de la inflación y atrás están los combustibles que quedaron rezagados y también tienen que correr arriba. Todos los precios tienen que correr arriba de la inflación pero el salario queda atrás. En un gobierno como éste, el salario no se va atrasar con la inflación. Eso se llama acelerar el ritmo al cual gira la rueda, que va cada vez más rápido y no permite estabilizar.
-¿Un plan debería ajustar para no tener déficit fiscal y, por el otro lado, reducir la brecha entre dólar oficial y los otros dólares?
-En realidad, se necesitan las tres cosas al mismo tiempo. ¿Qué implica el ajuste fiscal per se? Massa dice que no va a tocar el tipo de cambio y que se va a mantener en el esquema de crawling peg, un ritmo de devaluación que corre todos los meses al 6% mensual. Todo los días, el Banco Central lo corre un poquito. Eso pone la inflación en un ritmo cada vez más alto, o sea, nunca se termina de frenar. Del otro lado, Massa plantea que va a hacer un ajuste fiscal para reducir el financiamiento monetario y cortar una de las fuentes de emisión.
-¿Hay un plan económico de Sergio Massa o son medidas sueltas que no terminan de anunciarse como plan?
-Hace dos años atrás, en agosto del 2020, cuando se terminó finalmente la negociación tan ardua de la deuda con los privados, cuando la tasa de interés de la deuda rendía 11%, que hoy rinde casi 40%, en ese momento cuando el tipo de cambio oficial estaba relativamente bien y la brecha estaba en 70%, anuncios como los que hizo Massa habrían generado euforia. Lo que anuncia Massa en esta coyuntura, dos años atrás, habría sido un buen plan económico. En agosto de 2020, la jubilaciones todavía estaban desindexadas; se ajustaban a partir de una decisión del Gobierno. Hoy se vuelven a indexar, es decir, la mitad del gasto está indexado al pasado, corre con la inflación pasada mientras los recursos corren con la inflación presente. El grueso del ajuste fiscal que se está anunciando tiene que ver con la aceleración inflacionaria: se requiere más inflación para corregir lo fiscal y hay más inflación porque ese desajuste de precios se está corrigiendo en forma gradual con una inflación que va muy rápido.
“Massa ajustador”
-Uno de los cuestionamientos por izquierda y por derecha que se le hacen a Massa tiene que ver con el ajuste y en qué rubros se está ajustando. Desde el kirchnerismo más duro, es decir por izquierda, cuestionan el ajuste de $110.000 millones en áreas como educación, salud y obra pública. Desde la oposición, se aprovecha la misma categoría de “ajuste” para subrayar que este Gobierno también está ajustando y que además lo hace en partidas muy sensibles. ¿Usted cree que efectivamente Massa está haciendo un ajuste significativo al ajustar esas partidas destinadas al plan Conectar Igualdad, por ejemplo, según la decisión administrativa 826 que apuntó a las partidas sub ejecutadas en esas tres áreas? ¿Ése es el ajuste que hay que hacer?
-Es un anuncio concreto sobre partidas que no se están ejecutando y sin margen de ejecutarse de acá a fin de año. Massa paga un costo político pero muestra una señal de que está haciendo algo. En términos presupuestarios, el impacto es pírrico porque no se iba a gastar de todas formas y es chico. En la magnitud del presupuesto que se está manejando, un ajuste de $ 110 mil millones es muy poco. El grueso del ajuste se está haciendo tratando de mantener el gasto en línea con el proyectado, con una inflación de 63% según la primera revisión del acuerdo con el FMI, con una inflación que va a correr arriba del 90% este año.
-¿Pero entonces dónde se trata de contener el gasto? ¿Con la segmentación tarifaria, por ejemplo?
-Este año, la segmentación tarifaria tiene muy poco impacto. El año que viene va a tener un poco más. En principio, como es gradual, este año va a impactar en 0,2 puntos del PBI. Este año, el verdadero ajuste fiscal lo hace la aceleración de la inflación. Si aumentan los ingresos y se mantienen los gastos, se aumenta el ahorro. Si tu gasto crece por arriba de tu ingreso, redujiste tu ahorro. Partimos de un déficit; los ingresos crecen por arriba del gasto. Cuando la inflación corre arriba del 90%, al 6% o 7% mensual, a un ritmo de 135 %, es muy fácil ajustar. El problema es que es muy difícil sostener el ajuste si la inflación baja, por eso se requiere estabilizar.
-Ahí se disparan preguntas muy importantes. La imagen pública que sintetiza parte de la gestión de Massa es que está ajustando pero usted plantea que los ajustes anunciados no son para nada significativos y que el verdadero ajuste viene dado por la mecánica de la economía, de la inflación. ¿Cuál es el incentivo que tiene Masa para bajar la inflación cuando la inflación le está solucionando el problema del ajuste?
-Es que no va a bajar la inflación. No hay un escenario posible donde la inflación de 2023 sea menor que la de 2022.
-¿Ni siquiera ajustando significativamente?
-Pero es que el ajuste requiere más inflación. Como vos dijiste: si frenás la inflación, frenaste el ajuste porque el gasto está indexado al pasado.
El ajuste de Massa
-Uno de los debates que se dio a partir de la decisión de Massa de impactar en educación y salud es que las empresas públicas también tienen partidas sub ejecutadas como tiene el Plan Conectar Igualdad y, sin embargo, no fueron alcanzadas por el ajuste. Hubo una nota muy interesante de Laura Serra en La Nación que deja estas cuestiones muy claras. En la misma resolución que determina el ajuste en educación, se transfieren nuevos montos a las 34 empresas públicas, sobre todo a 10 de ellas. De aquí a fin de año, las transferencias van a llegar a $ 37.000 millones para, por ejemplo, Aysa, aunque tiene partidas subejecutadas. En lo que va de este año, esas 10 empresas públicas ya han recibido unos $583 mil millones de pesos, casi 4.000 millones de dólares. Además, son empresas con déficits enormes: sólo en el primer trimestre del año, el déficit de Aerolíneas Argentinas fue de $10,514 millones; el de Ayssa, $5,809 millones; el de la operadora Ferroviaria fue de $4.012 millones. Si Massa tomara la decisión política de ajustar estas transferencias voluminosas a empresas deficitarias, que además tienen partidas subejecutadas, ¿este tipo de ajuste le ganaría o compite más de igual igual con el ajuste que aporta el efecto de la inflación?
-Primero, el aporte al ajuste que genera la inflación es mucho más grande que todo esto. En relación a las empresas públicas, el déficit tiene que ver fundamentalmente con la dinámica de las tarifas vis a vis la dinámica del gasto. Las tarifas se usaron como ancla anti inflacionaria. Con eso, se generó un agujero fiscal en la mayor parte de las empresas públicas.
-¿El caso de Aerolíneas Argentinas es distinto?
-Aerolíneas tiene una estructura de funcionamiento mucho mayor que la de una aerolínea parecida y por eso requiere una tarifa más alta.
-¿Pero esto qué implica? ¿Que como las empresas públicas tienen un problema de déficit por el efecto de la distorsión inflacionaria de las tarifas no hay que ajustarlas?
-No, por un lado hay un tema de balance de las empresas públicas. Cada empresa pública tiene su particularidad. El principal agujero es Cammesa, donde se dan buena parte de los subsidios a la factura eléctrica, que es la que se está intentando corregir aumentando el costo a la mayor parte de los usuarios a partir del esquema de segmentación. Con las empresas públicas particularmente, hay un efecto de las elecciones del año pasado. Cuando pierde el kirchnerismo en la primera vuelta, Cristina acusa Guzmán de “ajustador serial” porque decía que no había cumplido con la meta de déficit como si hubiera una meta de déficit. Economía sabía que en 2022 iba a tener que ir a un acuerdo con el FMI con límites explícitos al financiamiento monetario y al déficit fiscal, trató de abultar el déficit fiscal en 2021. Para abultar eso, el Banco Central le transfirió plata a las empresas públicas para anticipe los gastos.
-Es decir, el déficit como un indicador positivo de política social. De política populista.
-Era todo una locura. Entonces le pusieron muchos pesos a las empresas públicas que ayudaron a tratar de mostrar un déficit fiscal un poco más grande. No se terminó de lograr porque a las empresas les quedó el superávit, no ejecutaron. Esos pesos los usaron después para el mercado de deuda en pesos.
El verdadero ajuste
-Según su explicación, el efecto de la inflación es el que está produciendo el verdadero ajuste. ¿Entonces el ministro de Economía tiene que quedarse con los brazos cruzados y no recortar gastos en estas empresas, por ejemplo? ¿Massa debe ajustar en rubros grandes, por ejemplo, el de las empresas públicas? Otro cuestionamiento que se hace tiene que ver con las políticas de promoción en Tierra del Fuego: la crítica es que allí se subsidian privilegios, por ejemplo, con la liberación el IVA que representa entre el 0,4 y el 0,6 del PBI. Empresas que facturan el IVA pero que no se lo devuelven al Estado. ¿Un ministro que quiere efectivamente sanear y consolidar las cuentas públicas tiene que tocar esos grandes rubros como el déficit de las empresas públicas y este tipo de privilegios como el de los regímenes de promoción?
-Necesariamente hay que tener una discusión sobre el tamaño del Estado pero, sobre todo, sobre la eficacia del Estado. En 2015, con el kirchnerismo el gasto público llegó a 41 o 42 puntos del PBI. Con Macri, bajó a la zona de 36 puntos del PBI pero, en gran medida, bajó por la aceleración inflacionaria, con el cambio de la inflación del 25% al 50%. Después de la pandemia, el gasto público volvió de nuevo al 40% y hoy está en la zona de 37 puntos del PBI, que son 10 o 12 puntos más que el gasto público histórico entre 1960 y 2000, 2001, 2002, 2003. La Argentina tiene un nivel de gasto público que no es financiable con los recursos tributarios aún con una presión impositiva récord, como es la de Argentina. La recaudación efectiva, lo que se recauda, está en la zona de 32 o 33 puntos del PBI. Hay un bache fiscal que se está financiando con emisión monetaria. Entonces la discusión es sobre el tamaño del Estado. Un tercio del gasto público son transferencias.
-¿Transferencias a dónde? ¿A las provincias, a las empresas...?
-En realidad, el grueso de las transferencias son al sector privado. La mayor parte se la lleva el gasto previsional que está concentrado fundamentalmente en la Nación. Después, hay una parte que son subsidios a las familias, fundamentalmente por las jubilaciones y en menor medida, los planes sociales: son 15 puntos del PBI. Los subsidios a las empresas representan alrededor de 3 puntos del PBI que son, en gran medida, la contracara del congelamiento tarifario. La parte tarifaria la tenés que corregir.
-Mi pregunta apunta a entender la decisión política de ajustar en educación versus la decisión política de no bajar las transferencias a las empresas públicas deficitarias cuando el volumen de partidas transferido a esas empresas es enorme e impacta en las cuentas públicas de una manera muy significativa. ¿Esa es una decisión política? ¿Convendría ajustar primero por el lado de las empresas públicas antes que por el Plan Conectar Igualdad?
-El Plan Conectar Igualdad también es, de alguna forma, una transferencia a las empresas de Tierra del Fuego. Se podría comprar computadoras más baratas. La partida presupuestaria que se cortó no se iba a usar. Estás sincerando algo que no iba a pasar.
En Aerolíneas, tenés un costo más alto. No estás discutiendo la estructura del costo. Lo que ves en la Argentina son pasajes de cabotaje muy altos; pusiste un precio mínimo a los pasajes. Cada uno de estos esquemas de subsidio a un sector, ya sea sector público o como transferencias al sector privado, Aerolíneas o Tierra del Fuego, genera una estructura de costos, de precios internos que hace que el salario necesariamente sea más bajo
-¿Por qué no hay un sinceramiento similar con, por ejemplo, Ayssa que tiene un 40% de partidas subejecutadas?
-Se está tratando de corregir la dinámica de los subsidios de las empresas públicas no desde la discusión del costo si no desde la discusión del precio. O sea, trata de cargar el precio a parte de la sociedad. Se suben las tarifas en línea con los costos. En Aerolíneas, tenés un costo más alto. No estás discutiendo la estructura del costo. Lo que ves en la Argentina son pasajes de cabotaje muy altos; pusiste un precio mínimo a los pasajes. Cada uno de estos esquemas de subsidio a un sector, ya sea sector público o como transferencias al sector privado, Aerolíneas o Tierra del Fuego, genera una estructura de costos, de precios internos que hace que el salario necesariamente sea más bajo. O discutimos productividad y competitividad tanto en lo público, porque con un Estado grande requerís competitividad, como en la parte privada pero enmarcado en un proyecto hacia dónde querés ir. El problema es el péndulo en la definición de hacia dónde estás yendo. La protección infinita en determinados sectores no te lleva a ningún lado.
Empresas públicas y sus costos
-Gran parte de la estructura de costos de las empresas públicas tiene que ver con los salarios de los empleados públicos. Estas 34 empresas públicas tienen un total de 90 mil empleados, de los cuales 74 mil se concentran en las 10 empresas principales. Otro dato importante es que, desde 2020, el Estado ha incorporado 135.000 empleados. Si el ajuste es uno de los caminos que hay que encarar para desarmar esta madeja tan compleja que es la economía, ¿por qué no analizar la estructura de costos de las empresas públicas y por qué aumentó tanto el empleo público porque?
-El sector público es bastante más amplio que la Nación. En los `90, le pasaste la educación y la salud a las provincias y en los 2000, la Nación se quedó con la jubilaciones. Ese es el esquema de distribución y, por detrás, hay una discusión sobre la coparticipación que nunca está terminada de saldar. Después del gobierno de Macri, hoy hay provincias súperavitarias, que han conseguido compensar sus recursos, y del otro lado, una Nación quebrada. O sea, el grueso del déficit está en la Nación que se quedó con los subsidios y con el esquema previsional y las provincias recuperaron recursos, sobre todo aquellas que tienen regalías, que se supone que se ocupan del grueso del empleo público, que está en las provincias que tiene que ver con la ejecución del Estado, salud y educación.
-Pero la operadora ferroviaria, en un país con ferrocarriles de servicio muy deficitario, es la empresa pública número uno en cantidad de empleados públicos: 24.182. Le sigue Correo Argentino con más de 10.000; luego Aerolíneas, con unos 11.400 y después Aysa, con 7.962 trabajadores. ¿Por qué no dar esta discusión respecto de las empresas públicas antes de pensar en tocar gastos en salud o en educación?
-Sin dudas. Hay que encarar el déficit de las empresas públicas. En ese sentido, el grueso de las transferencias está asociado a los subsidios energéticos. En términos de magnitud, dentro del presupuesto, la cantidad de empleados públicos no es el impacto más grande, aunque sí es escandaloso. Vos ponías el ejemplo de ferrocarriles: en general, en el mundo, los ferrocarriles tienen algún componente de subsidio. En Argentina, no solamente tienen un componente de subsidio sino que tienen una estructura de gasto muy grande. Este debate lo dimos en los ‘90s. Volvemos al mismo debate. Pero lo cierto es que la tarifa es muy ridícula. Hay una discusión desde el lado de los precios y una discusión desde el lado de la eficiencia. Obviamente hay que dar las dos discusiones. Pero insisto: en términos macroeconómicos, el grueso del aumento del gasto público, cuyo tamaño es hoy de 37 o 38 puntos del PBI, está asociado a las transferencias y al esquema previsional y a los subsidios. Y en las provincias, se relaciona con el aumento en la nómina de personal, con los más de 3 millones de empleados públicos. No significa que no importe ajustar en esas áreas: hay que hacer ese ajuste porque corresponde. Pero no es lo que va a resolver el problema macroeconómico. Pero vuelvo al principio: lo que está haciendo el ajuste es la aceleración inflacionaria. En algún momento, hay que frenar la aceleración inflacionaria con un programa de estabilización que incluya un ordenamiento de los precios relativos, una consolidación fiscal. Además, hay que tener algún esquema de compensación: si no ordenás los precios relativos con alguna forma de compensación, se va a terminar generando un despelote político inmanejable para este gobierno o el que venga. Y por último, hay que tener un programa. Hoy el subsidio a la importación llega a 40 mil millones de dólares, que son 8 puntos del PBI. Representa más de dos veces el gasto en subsidios. Ahí tiene que funcionar un esquema de compensación: eso son básicamente retenciones no sólo al agro sino a todos. Con eso cerrás todo. Podés cobrar retenciones con un tipo de cambio alto si devaluás y amortiguás el shock devaluatorio y no las podés cobrar si el tipo de cambios se atrasa. Eso requiere una agenda urgente de competitividad del sector privado pero, fundamentalmente, del sector público. Y las reglas del juego del sector público al sector privado desde el lado fiscal, el esquema tributario, el previsional. Los esquemas no son aislados: no podés tener un régimen universal jubilatorio y contributivo sólo con la mitad de los trabajadores trabajando en blanco, no es financiable. Hay que discutir estas cosas. Eso requiere un caudal político que es muy difícil conseguir si no se genera algún grado de consensos. Y la verdad es que estamos bien lejos de generar consensos. Te diría, más bien, que discutimos desde extremos.
Interesada en la macroeconomía
▪ Formación. Economista por la UBA y máster en Políticas Públicas por la Universidad Torcuato Di Tella.
▪ Función pública. Fue subgerente de Análisis Macroeconómico del Banco Central y jefa de asesores de la Secretaría de Política Económica del Ministerio de Economía.
▪ Consultoría. Fue consultora del BID; hoy es directora ejecutiva de la consultora Eco Go